Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Novia del Señor Millonario
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Una esposa para mi hermano
Mi esposo millonario: Felices para siempre
La heredera fantasma: renacer en la sombra
No me dejes, mi pareja
El despertador sonó y él estiró el brazo para apagar la alarma; hacía rato que estaba despierto pero no quiso levantarse hasta que sonara, con los ojos fijos en el techo, pensando. A su lado, su esposa se despertó también y volteó hacia él, poniendo su brazo sobre su pecho y acariciando el escaso vello que tenía.
–¿No quieres levantarte? –le preguntó ella, viendo que no hacía movimiento alguno para pararse–. Hoy es tu primer día en tu nuevo trabajo y no deberías llegar tarde.
–Sí, lo sé –contestó él, acariciando a su vez la mano de ella–. Según Thomas, hoy debo llevarlo a él y a su esposa a consulta médica, como a las nueve de la mañana.
–Debes agradecerle a Thomas que te haya recomendado para este trabajo, él te aprecia mucho.
–Sí, oficialmente hoy pasa a retiro, el pobre anciano ya no puede conducir, a pesar de que no quería reconocerlo. El señor Hicks le insistió mucho, y finalmente aceptó.
–Tenemos que hacerle a él y a Laura una cena de agradecimiento.
–Espero que la paga sea buena, tenemos muchas deudas, en especial el arriendo, ya debemos tres meses. El casero ha sido muy considerado al darnos más tiempo.
–Ya verás que es buena, trabajarás para uno de los hombres más ricos y poderosos de Nueva York, y tal vez del país.
–Eso es lo que me asusta, ¿sabes? No sé si pueda desenvolverme en ese mundo de ricos y gente estirada.
Ella soltó una risita.
–¿Qué es lo gracioso? ¿Te burlas de mí?
–No, mi amor, es que estás pensando que estarás todo el tiempo con esa gente; solo serás el chofer del señor Hicks, no creo que te codees mucho con ellos.