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El aire espeso del hospital, cargado de tristeza, presagia mi final. Mi padrastro, Ricardo, y mi hermanastra, Valentina, no ocultan su impaciencia, esperando mi último aliento para quedarse con la fortuna de mi madre. Desde mi alma flotante, observo mi cuerpo inerte y escucho a Ricardo desear mi muerte, mientras el médico advierte la gravedad de mi tumor cerebral. ¿Cómo es posible que mi propia familia vea mi agonía como una molestia, un simple truco para llamar la atención? Pero el juego cambiará, porque mis córneas, mi último acto de amor, serán el espejo donde Ricardo verá la cruel verdad de su engaño.
El aire espeso del hospital, cargado de tristeza, presagia mi final.
Mi padrastro, Ricardo, y mi hermanastra, Valentina, no ocultan su impaciencia, esperando mi último aliento para quedarse con la fortuna de mi madre.
Desde mi alma flotante, observo mi cuerpo inerte y escucho a Ricardo desear mi muerte, mientras el médico advierte la gravedad de mi tumor cerebral.
¿Cómo es posible que mi propia familia vea mi agonía como una molestia, un simple truco para llamar la atención?
Pero el juego cambiará, porque mis córneas, mi último acto de amor, serán el espejo donde Ricardo verá la cruel verdad de su engaño.
Romance
Eli Vargas, la discreta esposa secreta del magnate del tequila Ricardo Montoya, lleva tres años de matrimonio invisible, consumida por la indiferencia de un hombre obsesionado con su exnovia, Sofía de la Garza. En su propio cumpleaños, Ricardo la deja plantada, corriendo a consolar a Sofía, su "amor de juventud", recién llegada de París, como si Eli nunca hubiera existido. Humillada y con el corazón destrozado, Eli decide que es hora de escapar de esa jaula dorada y poner fin al suplicio, planeando vengarse sutilmente de la arrogante Sofía para facilitar el divorcio. Pero justo cuando la libertad parece un soplo cercano, la vida le lanza una cruel e inesperada bofetada: un embarazo no deseado, la condena a perpetuar su propia miseria en una nueva vida. ¿Cómo podría traer un hijo al mundo de un hombre que ignora su existencia, condenándolo a una vida de desamor y abandono como la suya? Eli toma la decisión más dolorosa y valiente de su vida: elige su libertad y la dignidad de un futuro sin el lastre de un amor no correspondido, aunque eso signifique borrar una parte de sí misma. Ahora, con su venganza y un secreto devastador en mano, Eli está lista para un nuevo comienzo, pero el destino le tiene preparada una última jugada familiar... una que convertirá el "amor verdadero" de Ricardo en el mayor escándalo de la jet set mexicana.
Cuentos
Mi matrimonio con Máximo Castillo era un cuento de hadas… en mi imaginación. Siempre lo amé, desde niña, pero él solo me veía como una molestia. Incluso en nuestro primer año de casados, la noche después de la Feria de Abril, me usó y se vistió a toda prisa para irse con mi hermanastra, Scarlett. Luego, al intentar proteger la memoria de su abuelo, fui flagelada públicamente con un látigo por Máximo, bajo la mentira de Scarlett, sin que él siquiera preguntara mi versión. Cada insulto, cada acto de desprecio, cada vez que eligió a otra mujer y me humilló, me preguntaba: ¿Por qué? ¿Por qué esta tortura sin fin? ¿Por qué mi amor era tan ciego? Pero esta vez, al abrir los ojos de nuevo y ver su rostro por primera vez sin la venda de la adoración, supe que era diferente. Esta vez, no solo pedí el divorcio, sino que juré no volver a amarlo jamás. Y esta vez, lo cumpliría.
Romance
Durante doce años, me dediqué en cuerpo y alma a Viñedos Montenegro y a Mateo, el hombre que amé desde la infancia, sacrificando mis sueños por él. Faltando solo días para mi trigésimo cumpleaños, y la promesa nunca cumplida de Mateo de casarse, descubrí la cruel verdad. Lo escuché llamarme "tonta útil" y "perro faldero" a mis espaldas, mientras planeaba su boda secreta con Isabella, la superficial secretaria. Mis amigas me felicitaban emocionadas por la "gran celebración" y "sorpresa" de Mateo, ajenas a que se refería a su enlace y no al mío. Luego, en el Registro Civil, vestida de novia, fui recibida con burlas y una bofetada pública de Isabella. ¿Doce años de lealtad para ser tan solo un objeto despreciable? El dolor era agonizante, pero con cada burla, una claridad brutal me invadió. Con voz firme, le exigí a Mateo que confirmara su boda con Isabella frente a todos. En ese instante, como un torbellino de elegancia, llegó Alejandro, mi verdadero prometido, para proclamarme suya. Tomados de la mano, entré a mi nueva vida, dejando a Mateo atónito y humillado, listo para saborear su propia amargura.
Romance
Mi esposa me dijo: "Si pudiera volver atrás... lo esperaría a él." Esas palabras me las susurró la Isabella del futuro, mientras yo agonizaba y ella me creía moribundo, justo después de descubrir que mi mujer, supuestamente fallecida en un accidente aéreo, estaba viva y en brazos de otro hombre. Desperté en el primer año de nuestro matrimonio, veinte años más joven, con esa premonición cruel grabada en mi alma. La amada Isabella de mi presente, con su sonrisa perfecta, comenzó a tejer una red de mentiras. La seguí a escondidas y la vi con Ricardo, el músico, confirmando mi peor pesadilla. Luego vinieron las grabaciones de sus gemidos, las burlas de él, y la verdad: ella planeaba su propia "muerte" para huir conmigo. Me humilló públicamente, me culpó de sus problemas y, cuando me negué a ceder a sus manipulaciones, me difamó sin piedad. El dolor era insoportable, una traición que me desgarraba el alma. ¿Cómo la mujer que juró amarme incondicionalmente podía ser tan calculadora y cruel? Consumido por la farsa, decidí que no podía seguir así. Si ella tramó una falsa muerte para escapar, yo haría lo mismo. Orquesté mi propia desaparición en la Patagonia, un plan limpio y definitivo. Con la ayuda incondicional de mi madre y el apoyo inesperado de Sofía, una mujer noble y sincera, forjé un nuevo destino. Juntos, no solo reconstruiré mi vida, sino que desmantelaré el imperio de corrupción de su familia, mientras Isabella aprende el verdadero significado de la pérdida.
Cuentos
El zumbido del aire acondicionado en el aeropuerto apenas disimulaba el silencio entre Ricardo y yo; nuestro viaje a Oaxaca, planeado por meses como una pre-luna de miel, de repente se sintió como un último aliento. Justo cuando Ricardo me preguntaba si estaba emocionada, con esa sonrisa perfecta suya, vi a Elena. Venía hacia nosotros con su hija Isabella, esa influencer de viajes, la ex de Ricardo, la madre de su única conexión con un pasado que yo intentaba ignorar. La voz de Elena, demasiado alta, anunció que ellas también iban a Oaxaca, y la sonrisa de Ricardo se congeló, aunque rápidamente la transformó en una máscara de sorpresa forzada. Luego, la pequeña Isabella, con los ojos de su madre, se escondió detrás de Elena, mirándome con una evaluación inquietante, no la inocencia de una niña. Elena, con una falsa dulzura, comentó sobre mi atuendo: "Qué bonito tu conjunto. ¿Lo diseñaste tú?". Sabía que lo decía para recalcar que mi profesión era un "pasatiempo caro", algo que mi familia, y a veces Ricardo, creían. Y entonces, sin que yo pudiera procesar la humillación, Elena pidió sentarse con nosotros en el avión, alegando que Isabella "se sentía mal". Ricardo, en lugar de poner límites, solo miró a la niña que convenientemente empezó a toser de forma exagerada, y cedió. Nuestro espacio para dos se hizo añicos, y me encontré sentada al otro lado, una extraña en lo que debería haber sido nuestro viaje de prometidos, mientras Ricardo les ponía caricaturas a Isabella y Elena le acariciaba el brazo. Cuando en el avión me pidieron cambiar mi asiento de primera clase por uno en turista para que Elena y su hija pudieran estar junto a Ricardo, vi la súplica en sus ojos: "No armes un escándalo, Sofía". No dije nada, solo tomé mi bolso y me fui a la fila de atrás, sentándome junto a un extraño, mientras los veía desde la distancia. Vi cómo la mano de Elena descansaba sobre la de Ricardo, cómo él le abrochaba el cinturón a Isabella, cómo reían y murmuraban, creando una burbuja a la que yo no pertenecía. El avión despegó y Ricardo, reclinado con Elena en su hombro, ni siquiera me buscó con la mirada. En ese momento, supe que no era solo el viaje lo que no había terminado antes de empezar, sino mi relación. La humillación continuó en Oaxaca, donde Elena monopolizó a Ricardo, quien ignoró mis diseños para escucharla. Al día siguiente, me desperté sola con una nota de Ricardo: "Fui con Elena a llevar a Isa a un tour... Te amo". "Te amo", la palabra se sentía tan vacía. Entonces lo vi en Instagram: Elena había subido una foto de Ricardo con el pie de foto: "Mío". Y el comentario de mi propio hermano, Diego: "¡Cuñado! ¡Se te ve increíble! Disfruten. Elena, cuídalo bien". Mi propio hermano estaba del lado de ella. El último clavo fue el comentario de Elena, respondiéndole a alguien: "Ricardo dice que Sofía es un poco aburrida para estos viajes, que no le gusta la aventura, jeje". Sentí el aire faltarme, la humillación pública era total. No era solo Ricardo, era mi familia, era el mundo que me había traicionado. Con las manos temblorosas, abrí mi celular y busqué el nombre de Ricardo. Presioné "Bloquear contacto". Y luego, con una sonrisa amarga, cancelé su boleto de avión de primera clase, el que yo le había regalado por su cumpleaños, dejándolo varado. Mi guerra había terminado.
Cuentos
Corrí por los pasillos estériles del hospital, con el corazón desbocado. Después de semanas de oscuridad, Ricardo, el amor de mi vida, por fin había despertado. Al llegar a su puerta, grité su nombre, las lágrimas de felicidad nublando mi vista. Pero en la habitación, junto a mi prometido, estaba Isabel, la hija de una de las familias más ricas de la ciudad, con una sonrisa de triunfo. «¿Quién eres tú?», me soltó Ricardo, con una voz helada que no reconocí. Luego de 15 años juntos, me miraba con mis propios ojos, los ojos que le doné para que pudiera volver a ver. «Mi prometida está aquí, aléjate», añadió, y mi mundo se vino abajo. Isabel, con falsa compasión, me dijo: «Sé que siempre te ha gustado Ricardo, pero eres solo una sirvienta de nuestra casa. Por favor, no lo molestes». «¿Sirvienta?», susurré, confundida. Su madre, con una risa cruel, sentenció: «Mi hijo jamás se comprometería con alguien como tú. Isabel es su prometida, ella le donó las córneas». La hermana de Ricardo añadió: «Eres una trepadora. Pensaste que con el accidente podrías aprovecharte. La gente como tú siempre tiene su lugar. Y el tuyo no es aquí». La humillación me quemaba. Me habían robado a mi hombre, mi sacrificio, mi identidad. «¡No! ¡Eso es mentira! ¡Yo le doné mis ojos! ¡Ricardo, tienes que recordarme!», grité. Pero su madre ordenó a seguridad que me sacaran al grito de: «¡Vuelve a la mansión ahora mismo! ¡Tienes que preparar la cena! ¡Es lo único para lo que sirves!». Él solo me miró con indiferencia mientras me arrastraban fuera, rompiéndome el corazón. Atrapada en esa mansión, me obligaron a cocinar para los que me habían destruido. Un día, Isabel derramó té caliente sobre mí y Laura, su hermana, me empujó contra la estufa. Yo, con la piel ardiendo, susurré: «Por favor, necesito algo para la quemadura». Laura se rio: «Deberías estar agradecida de tener un techo. Limpia ese desastre. Ricardo tiene hambre». «Por favor, solo déjame hablar con él. Él me escuchará», supliqué. Entonces, Laura me empujó de nuevo, y mi mano chocó con la olla caliente. «¡Ya basta!», gritó una voz, era Ricardo, con el ceño fruncido. Isabel y Laura mintieron, diciendo que me había quemado sola y que estaba obsesionada. Él se acercó y, sin dudarlo, me soltó: «No sé quién eres, pero ya me cansé de tus mentiras y tu escándalo. Isabel es la mujer que amo. Tú no eres nadie». Me agarró el brazo herido. «No vuelvas a molestar a mi familia». Me soltó con un empujón. El hombre que me prometió amor eterno, me trataba como basura. Ese día, mientras limpiaba, vi cómo desenterraban los cactus, el símbolo de nuestro amor. «¡No! ¡Deténganse! ¡Son míos!», grité, defendiéndolos. Isabel se burló: «Nada en esta casa es tuyo. Eres una empleada. Quítate o te despido». Ricardo apareció y, con rabia, empezó a arrancar los cactus con sus propias manos. Me lanzó uno, las espinas se incrustaron en mi brazo. «¡No quiero volver a ver tu cara en esta casa!», me gritó. «Lárgate. Estás despedida», sentenció Isabel. Me arrojaron mis cosas a la calle. Me quedé allí, en la acera, arrodillada, mi vida reducida a cenizas y espinas. ¿Cómo pude perderlo todo por la amnesia de él y la malicia de ellos? Debería haber muerto en ese terremoto. Un día mi esposo me amó, me adoró, y al día siguiente me golpeó y me echó a la calle. Me encontró Eduardo, el primo de Ricardo. Me miró con compasión, curó mis heridas. «Cásate conmigo», me dijo. «Te protegeré. Nadie volverá a lastimarte». Asentí, sin entender aún por qué. Pero esa noche, Ricardo encontró algo que podría cambiarlo todo: un viejo álbum lleno de fotos nuestras.
Un giro del destino unió a Allison con Derek en matrimonio: ella, una poderosa heredera con innumerables identidades ocultas; él, el hombre más admirado de la ciudad, que ahora yace en coma silencioso. Durante tres años, Allison utilizó sus incomparables habilidades médicas para curarle, mientras se enamoraba en silencio. Pero cuando el viejo amor de Derek regresó del extranjero, le entregó a Allison los papeles del divorcio sin pensárselo dos veces. Decidida a dejar de perseguir sombras, Allison firmó los papeles y dio la espalda al amor, alzándose a la fama como una fuerza deslumbrante en los negocios, la medicina y mucho más. Solo cuando se elevó por encima del mundo, Derek vio por fin su valía. Se arrodilló ante ella, con los ojos llenos de arrepentimiento. "¿Me aceptarás de nuevo?", preguntó.
La vida era un lecho de rosas para Debra, la hija del Alfa, hasta que tuvo una aventura de una noche con Caleb. Estaba segura de que él era su pareja designada por la Diosa de la Luna. Pero este hombre odioso se negó a aceptarla. Pasaron semanas antes de que Debra descubriera que estaba embarazada. Su embarazo fue una vergüenza para ella y para todos los que amaba. No sólo ella fue expulsada, sino que su padre también fue perseguido por los usurpadores. Afortunadamente, sobrevivió con la ayuda de la misteriosa Manada Espina. Pasaron cinco años y Debra no supo nada de Caleb. Un día sus caminos se volvieron a cruzar. Ambos estaban en la misma misión: llevar a cabo investigaciones secretas en el peligroso pueblo de Roz por la seguridad y la posteridad de sus respectivas manadas. Caleb todavía se mostraba frío con ella. Pero con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de ella. Intentó compensar el abandono de Debra, pero la chica ya no lo quería. Estaba empeñada en ocultarle que tenían una hija y también en hacer una ruptura limpia. ¿Qué les deparaba el futuro a los dos mientras viajaban por el pueblo de Roz? ¿Qué tipo de secretos encontrarían? ¿Caleb se ganaría el corazón de Debra y conocería a su adorable hija? ¡Descúbralo!
Alicia Morgan jamás imaginó que el día de su boda se transformaría en una tormenta de secretos, traiciones y pasiones intensas. Justo antes de su boda, una dolorosa verdad sale a la luz, y con ella, el nombre de Dante Moretti -el hombre más temido de Italia- entra en su destino. Marcado por el pasado, poderoso e implacable, Dante solo confiaba en el control... hasta que Alicia trastocó cada certeza con su ternura. En un vínculo forzado por la venganza y la culpa, ambos deberán enfrentarse a enemigos que desean separarlos, y a sentimientos que se niegan a ser negados. Entre lágrimas, peligros y un amor que florece en medio del caos, Alicia y Dante descubrirán que el amor verdadero no se elige: simplemente sucede. Y cuando la vida les arrebata la paz, será el amor, puro e indestructible, el que les devuelva el camino. Una historia de redención, familia, segundas oportunidades y un amor que desafía hasta al destino.
● El amor puede llegar a nuestras vidas de la manera menos esperada. Sofía Ventura, una bella joven enfermera llena de sueños y metas por cumplir, nunca imaginó que conocería al amor de su vida de la manera más extraña del mundo. En unas pequeñas vacaciones a Portofino ( Italia), unos bellos ojos verdes la conquistaron inmediatamente. Pero ese hombre que hizo latir su corazón, ya tenía dueña. Lo que Sofía no sabía, era que el destino tenía otros planes para ella. Ese hombre volvió a ella de la manera menos esperada uniendo sus caminos para siempre... En la cama de hospital! Ahora son sus vidas estarán entrelazadas para siempre en forma que no imaginaban.
Lascivia. Lujuria y Deseo Las vacaciones acabaron y Rachel debe volver a su puesto como teniente en el ejército de la FEMF, encontrándose con que la central de Londres no es lo mismo. Llegó un nuevo coronel, soberbio y con una belleza que no parece humana. Hombre que no tiene ojos sino dagas de acero que la ponen entre la espada y la pared al sentirse tentada por su superior. Ella sabe que no es sano, bueno, ni correcto sencillamente porque quien incita deseos impuros es el mejor amigo de su novio; Bratt Lewis. Christopher Morgan no es solo el coronel, verdugo y dictador del ejército más importante del mundo, tambien es el terror de la mafia italiana y a futuro el arma que dañara al que predica ser su hermano. Él tenía claro a lo que iba, pero Rachel despertó tentaciones sexuales regidas por aquel pecado desconocido llamado lascivia, demostrando que en cuestiones de pasión no hay amigos, alianzas ni compromisos. Él esta casado y ella sueña con lo mismo, pero la tentación desencadenará entre ellos un torbellino de pasiones, lujurias y deseos que solo viven aquellos que se hacen llamar amantes. "Sus actitudes son las de un desalmado sin sentimientos, pero su físico... Joder, su físico me humedece las bragas." Mafias, ejércitos secretos, infieles, adicciones y engaños. ¿Complicado? No, complicado es convivir con la tentación hecha hombre.
Elena, antes una heredera mimada, lo perdió todo de repente cuando la verdadera hija le tendió una trampa; su prometido la ridiculizó y sus padres adoptivos la echaron. Todos querían verla caer, pero ella desveló su verdadera identidad: heredera de una inmensa fortuna, famosa hacker, top diseñadora de joyas, autora secreta y doctora talentosa. Horrorizados por su glorioso regreso, sus padres adoptivos le exigieron la mitad de su nueva fortuna. Elena denunció su crueldad y se negó. Su ex le suplicó una segunda oportunidad, pero ella se burló: "¿Crees que te lo mereces?". Entonces, un poderoso magnate le propuso amablemente: "¿Puedes casarte conmigo?".
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