La Boda que Nadie Esperaba

La Boda que Nadie Esperaba

Gavin

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Capítulo

Mi vida olía a uva fermentada y tierra húmeda. Como hija de un renombrado bodeguero de La Rioja, mi futuro parecía trazado. Pero en mi vida pasada, ese futuro fue mi tormento: un matrimonio arreglado con Alejandro, el hijo del alcalde, un hombre que me aborrecía por haberle separado de su amor, Sofía. Su resentimiento se convirtió en veneno, que terminó por destruir a mi familia, quebrar nuestra bodega y romper el corazón de mi padre, quien murió de pena. Yo terminé mis días sola y rota, mientras Alejandro seguía llorando por Sofía, quien murió joven y se convirtió en su mártir personal. Era una crueldad indescriptible. ¿Cómo pudo la vida arrebatarme todo por el capricho de un hombre ciego de odio? El destino, con su ironía, me ha dado una segunda oportunidad. Hoy es el día de la vendimia, el día exacto en que todo comenzó. En mi vida anterior, lancé mi corona de flores a Alejandro, sellando mi desgracia. Esta vez, elijo mi propio camino. Cuando llega mi turno, lanzo la corona al azar, sin mirar a nadie. Alejandro, como esperaba, se lanza a por la de Sofía. Mi corona, ajena a todo, cae en manos de un humilde jornalero. La multitud murmura, mis padres palidecen. Pero camino hacia él con la cabeza alta. "Acepto." Porque esta vez, mi venganza no será destruirlos, sino vivir una vida próspera, libre de su veneno.

Introducción

Mi vida olía a uva fermentada y tierra húmeda. Como hija de un renombrado bodeguero de La Rioja, mi futuro parecía trazado.

Pero en mi vida pasada, ese futuro fue mi tormento: un matrimonio arreglado con Alejandro, el hijo del alcalde, un hombre que me aborrecía por haberle separado de su amor, Sofía. Su resentimiento se convirtió en veneno, que terminó por destruir a mi familia, quebrar nuestra bodega y romper el corazón de mi padre, quien murió de pena.

Yo terminé mis días sola y rota, mientras Alejandro seguía llorando por Sofía, quien murió joven y se convirtió en su mártir personal. Era una crueldad indescriptible. ¿Cómo pudo la vida arrebatarme todo por el capricho de un hombre ciego de odio?

El destino, con su ironía, me ha dado una segunda oportunidad. Hoy es el día de la vendimia, el día exacto en que todo comenzó. En mi vida anterior, lancé mi corona de flores a Alejandro, sellando mi desgracia. Esta vez, elijo mi propio camino.

Cuando llega mi turno, lanzo la corona al azar, sin mirar a nadie. Alejandro, como esperaba, se lanza a por la de Sofía. Mi corona, ajena a todo, cae en manos de un humilde jornalero. La multitud murmura, mis padres palidecen.

Pero camino hacia él con la cabeza alta. "Acepto." Porque esta vez, mi venganza no será destruirlos, sino vivir una vida próspera, libre de su veneno.

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5.0

El aire denso y sofocante de la habitación de hotel barata me asfixiaba. Frente al espejo manchado, la joven de ojos vacíos que me devolvía la mirada era casi una extraña. Pero el montón de billetes en la mesita de noche era real, sucio, tangible. Cien mil pesos. El precio, me convencía, de la vida de Alejandro. Por él, todo valía la pena; incluso la pureza que había sacrificado. Con el corazón latiéndome entre la esperanza y el pánico, corrí al hospital, el olor familiar a antiséptico prometiendo un nuevo comienzo. Pero al doblar la esquina, risas. No, no risas de alivio, sino carcajadas burlonas; la voz de Valeria, mi detestable rival, seguida por la de Alejandro. "¿En serio te creíste que esa tonta iba a conseguir la lana?" , dijo Valeria. "Claro que sí, mi amor. Sofía es tan ingenua... Le monté el numerito del enfermo terminal y se lo tragó enterito. Ya debe estar vendiendo hasta el alma para juntar el dinero" , respondió Alejandro. El suelo bajo mis pies se derrumbó. Su enfermedad, nuestro amor, todo era una farsa cruel. Una elaborada venganza por una beca que yo gané con mi esfuerzo. "Cuando traiga el dinero, la grabaré... Será la humillación de su vida" , susurró Alejandro, su voz conspiradora. Ahogué un sollozo, el dolor físico y emocional era insoportable. Me habían golpeado, manipulado, usado para el entretenimiento de una audiencia cruel. ¿Por qué? ¿Por qué esta maldad? En medio de mi desesperación, el teléfono sonó. Una llamada de Londres. La inoportuna noticia de un abuelo al que creía muerto para mí. Pero en ese instante de quiebre, una idea. Una única y afilada oportunidad para escapar. Decidí que no me destruirían. Esta vez, se acabó la Sofía ingenua. Ahora solo quedaba una Sofía decidida a contraatacar. Y ellos, mis torturadores, pagarían.

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