Amor Prohibido, Venganza Dulce

Amor Prohibido, Venganza Dulce

Gavin

5.0
calificaciones
2.3K
Vistas
10
Capítulo

Mi esposo, Adrián, me llamó por teléfono. Para salvar la carrera de su amante, la famosa actriz Liliana Requena, me pidió que fingiera mi propio secuestro y me echara la culpa para desviar la atención de los medios. Pero eso no fue todo. Con una frialdad que me heló la sangre, me exigió que abortara a nuestro bebé. "Liliana no puede soportar más estrés" , me dijo. Me negué a perder a mi hijo, pero él, para proteger a su amada, me empujó con una fuerza brutal. Mientras yo sangraba en el suelo, él se fue con ella sin mirar atrás. Su madre fue aún más lejos: me encerró en una hacienda bajo un sol infernal hasta que perdí a mi bebé. Mientras me desangraba sola, recibí un mensaje suyo: "Lo siento, mi amor. Te lo compensaré" . Con el corazón hecho pedazos y el alma vacía, tomé mi teléfono y marqué un número que me había prohibido a mí misma durante años. La voz que respondió era la de mi padre, Augusto Sierra, el dueño del Grupo Sierra.

Capítulo 1

Mi esposo, Adrián, me llamó por teléfono. Para salvar la carrera de su amante, la famosa actriz Liliana Requena, me pidió que fingiera mi propio secuestro y me echara la culpa para desviar la atención de los medios.

Pero eso no fue todo. Con una frialdad que me heló la sangre, me exigió que abortara a nuestro bebé.

"Liliana no puede soportar más estrés" , me dijo.

Me negué a perder a mi hijo, pero él, para proteger a su amada, me empujó con una fuerza brutal. Mientras yo sangraba en el suelo, él se fue con ella sin mirar atrás. Su madre fue aún más lejos: me encerró en una hacienda bajo un sol infernal hasta que perdí a mi bebé.

Mientras me desangraba sola, recibí un mensaje suyo: "Lo siento, mi amor. Te lo compensaré" .

Con el corazón hecho pedazos y el alma vacía, tomé mi teléfono y marqué un número que me había prohibido a mí misma durante años. La voz que respondió era la de mi padre, Augusto Sierra, el dueño del Grupo Sierra.

Capítulo 1

"Isabela, necesito que hagas algo por mí" , la voz de Adrián Maroto sonaba tranquila a través del teléfono, pero cada palabra era como un trozo de hielo.

Mi voz tembló. "¿Qué pasa, Adrián? ¿Liliana está bien?"

Silencio. Luego, su tono se volvió aún más frío, desprovisto de cualquier emoción. "Liliana está en el centro de un escándalo. Se ha filtrado un vídeo horrible en internet, uno donde parece que la secuestran y la... la humillan. Fue durante una fiesta, y la están acusando de todo. Su carrera está a punto de terminar" .

Sentí que el aire se me escapaba de los pulmones. Liliana Requena, la famosa actriz de telenovelas, la amiga de la infancia de mi esposo, su eterna protegida. Él siempre la había visto como una muñeca de porcelana a la que el mundo podía romper en cualquier momento, y él era su único caballero andante.

"Tienes que ayudarla" , continuó Adrián, como si estuviera dictando una orden de negocios. "Vas a decir a la prensa que te secuestraron. Que el vídeo, en realidad, eras tú. Crearemos una historia, un escándalo falso para desviar la atención. El público se olvidará de ella y se centrará en ti" .

No podía creer lo que oía. "¿Qué estás diciendo? ¿Quieres que me declare víctima de un abuso para limpiar su nombre?"

"Liliana es una figura pública, Isabela. Su carrera es su vida, no puede soportar un golpe así. Tú, en cambio... nadie te conoce. Eres mi esposa, una mujer modesta. Y en el vídeo, que está borroso, la mujer se te parece de perfil. Tienes el mismo tipo de cuerpo, el mismo cabello. Será fácil que la gente lo crea. Sentirán lástima por ti, creerán la historia. Diremos que los secuestradores te liberaron, que estás a salvo. La atención se irá hacia el drama del secuestro, no hacia un estúpido vídeo" .

Me quedé mirando la pared de nuestro pequeño departamento, el lugar por el que había renunciado a todo. A mi nombre, a mi familia, a mi herencia.

"Adrián, he hecho todo por ti" , susurré, recordando todas las veces que me había tragado mi orgullo, que había aceptado sus largas ausencias, su devoción casi obsesiva por Liliana. "Dejé a mi familia, vivo una vida que no es la mía... todo por nuestro matrimonio. ¿Y ahora me pides que destruya mi propia reputación?"

"No es destruirla, es un sacrificio temporal" , su voz se suavizó, adoptando un tono manipulador que conocía demasiado bien. "Solo será por un tiempo, mi amor. Te lo ruego, es por Liliana. Ella no es fuerte como tú. Está destrozada, Adrián. Cree que la secuestraron y abusaron de ella, no para de llorar. No sé qué haría si su carrera se hunde por esto" .

La ingenuidad con la que se había tragado el cuento de Liliana era casi tan dolorosa como su petición. Una risa amarga y rota escapó de mis labios, y sentí las lágrimas calientes rodar por mis mejillas. "¿Mi reputación? ¿Qué pasa con las humillaciones que sufriré? La prensa me destrozará" .

"Liliana es frágil" , insistió él, ignorando mi dolor. "Está sufriendo ataques de pánico, no puede con la presión. Tú eres fuerte, Isabela, siempre lo has sido. Puedes con esto" .

"¿Así que yo merezco ser sacrificada porque soy fuerte?" , mi voz se quebró por la ira y el dolor. "¿Eso es lo que estás diciendo?"

"No lo veas como un sacrificio. Es una solución, un plan para salir de esto" , dijo, su tono volviéndose impaciente.

Luego, su voz bajó de nuevo, volviéndose casi un susurro. "Y hay algo más" .

Esperé, con el corazón encogido.

"El bebé..." , dijo finalmente. "Liliana no puede soportar más estrés. El trauma del supuesto secuestro la tiene al borde del colapso. La idea de que tengamos un hijo ahora... la está destrozando. Necesito que... que te deshagas de él" .

El mundo se detuvo.

"Necesito que abortes, Isabela" .

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
El Castigo de Amor

El Castigo de Amor

Cuentos

5.0

El aroma a cilantro y la risa de Javier llenaban "El Sazón del Alma", nuestro sueño, nuestra vida. Éramos los chefs del momento en la Ciudad de México, nuestro amor, el ingrediente secreto. Pero una noche, una llamada helada lo cambió todo: Javier, accidente grave, Hospital Central. Corrí, cada semáforo en rojo era una tortura, cada minuto una eternidad. Al llegar, mi corazón se detuvo: Javier en la cama y, a su lado, Valentina Díaz, mi eterna rival, aferrada a su mano con asquerosa familiaridad. "Cuidando a mi prometido, ¿tú qué crees?". Ella sonrió, viperina. "Javier, ella es Sofía, una empleada obsesionada. Sácala, me duele la cabeza". Javier me miró con fastidio: "No sé quién eres, ¡lárgate!". Fui arrastrada del hospital, humillada, rota. Valentina, susurró: "Él es mío, y el restaurante también. Te quedarás sin nada". Los días siguientes fueron un infierno: me quitaron todo, me dejaron en la calle. Pero en la oscuridad, una pequeña luz: estaba embarazada. Un pedacito de Javier y mío. Con la prueba en mano, lo busqué para compartirle la noticia, pero él, aún bajo el hechizo de Valentina, me empujó, negando a nuestro hijo. Días después, un coche me atropelló. Desperté en el hospital, y el doctor me dio la noticia: "Perdiste al bebé". El mundo se desmoronó. Esa noche, el destino me reveló la cruel verdad: Valentina, en una llamada telefónica, confesó que todo era un plan, que la amnesia de Javier era temporal, que me había robado a mi esposo, mi restaurante y, ahora, a mi hijo. No había lágrimas, solo una calma helada. Dejé una nota a mi madre y me fui, sin mirar atrás. En la soledad de un pueblo costero, sanaba, o eso creía, hasta que Javier apareció, buscando llevarme de vuelta a una macabra farsa para "salvar" a Valentina. No entendía cuándo se había convertido en su títere. Cuando se fue, el doctor Ricardo me reveló la verdad: Valentina planeaba extirparme el corazón, literalmente. Fui secuestrada, atada a una silla, mientras mi sangre fluía en lo que creí era un trasplante para ella, y Javier... Javier la miraba con amor, ajeno a mi tormento. Al salir, Javier me ofreció dinero, humillándome. Rechacé sus sucias monedas y le juré que no me pisotearían más. Su boda era inminente. Intenté luchar, pero él, ciego, se puso de lado de Valentina, enviándome al "Pozo de las Lamentaciones", una prisión de torturas. Allí, padecí el silencio, la vanidad, el frío, la soledad y el arrepentimiento. Luego, él apareció de nuevo, llevándome a su mansión, una jaula dorada. Y escuché la verdad: Valentina necesitaba un trasplante, ¡y querían mi corazón! Me desmayé. Al despertar, era el día de su boda. Destrocé cada foto de nuestro pasado y arrojé nuestro dije del sol. Sofía Rojas, la enamorada, moriría ese día. No dormiría. A medianoche, Javier entró, susurró promesas vacías, un beso de Judas en mi frente. Me fui, dejándolos en el altar, caminé hacia el Puente del Olvido, bebí el Agua del Leteo. Me arrojé al río, un paso hacia la libertad. El mundo se desvaneció. Para él, yo ya no existía. En su desesperación, Javier corrió al río, pero era tarde. La guardiana le reveló: "La mujer que buscas ya no existe, te ha olvidado para siempre". El golpe lo destrozó. Quiso seguirme, pero no lo dejaron. Valentina llegó, furiosa por ser abandonada en el altar, y la guardiana, revelada como una deidad, la desenmascaró: era una traidora cósmica. El odio de Javier explotó al ver las visiones de su engaño, cada cruel manipulación. La justicia divina actuó: Valentina fue borrada de la existencia. Javier, sentenciado a cien vidas de sufrimiento, a perder su amor una y otra vez. Y yo, la Señora de los Soles, renacida y sin recuerdos, fui designada para supervisar su castigo.

La Venganza de La Ingenua

La Venganza de La Ingenua

Cuentos

5.0

El olor a metal y la sangre llenaban mis pulmones. En mi vida pasada, morí sola en la carretera, abandonada por mi hermano Mateo y nuestra prima Isabella, quienes se negaron a llevarme al hospital. Dijeron que exageraba un dolor de estómago para arruinar la fiesta de cumpleaños de Isabella. Era apendicitis, que se volvió peritonitis. Vi mi propio funeral, a mi abuela Elena destrozada por el dolor, y a Mateo e Isabella celebrando, destruyendo el legado familiar que tanto amaba. La traición me consumió, y mi abuela, con el corazón roto, me siguió poco después. Hasta ahora. Un chirrido de neumáticos y un golpe seco. El mismo accidente, el mismo día fatídico que me llevó a la tumba. Pero esta vez, estaba aquí, y mi abuela yacía inconsciente a mi lado. En mi vida anterior, la llamé a ellos primero, lo que nos costó todo. Esta vez no. Mi cerebro trabajó a una velocidad vertiginosa. No podía depender de Mateo, ni de Isabella. Saqué mi teléfono, llamando a emergencias, asegurándome de que esta vez, mi abuela viviría. Pero la supervivencia de mi abuela dependía de una transfusión de sangre O negativo, un tipo de sangre casi imposible de encontrar. Contacté a Mateo e Isabella, quienes compartían el mismo tipo de sangre, y les rogué ayuda. Ellos, ciegos por la codicia y la manipulación de Isabella, se burlaron, acusándome de arruinar su fiesta de cumpleaños. El médico corroboró la urgencia de sangre, pero respondieron con crueldad, colgándome. Me sentí completamente sola, con el pánico invadiéndome mientras buscaba desesperadamente donadores. Cuando encontré un donador, Ricardo, Mateo e Isabella lo contactaron, mintiéndole y persuadiéndolo de no venir. La vida de mi abuela pendía de un hilo, y ellos estaban dispuestos a dejarla morir por un capricho. Pero no esta vez. No iba a suplicarles. Iba a luchar. Ya no era la nieta ingenua que confiaba ciegamente en su familia. La muerte me había enseñado la lección más dura de todas. El dolor insoportable se transformó en una furia helada. Conseguí contactar a una red privada de donación de sangre y pagué una fortuna, era nuestra última esperanza. Cuando el Dr. Ramos, influenciado por Mateo, intentó evitar la donación, el infierno se desató. ¡No dejaría que la historia se repitiera! Mi abuela viviría, y ellos pagarían por todo el daño causado.

Justicia para un Amor Roto

Justicia para un Amor Roto

Cuentos

5.0

El rugido del motor de mi esposo, Mateo De La Vega, era la banda sonora de mi vida. Hoy, mientras celebraba otra victoria perfecta en las pantallas gigantes, sentí un hielo amargo en las venas. "Ximena, mi amor, mi luz, todo lo que hago es por ti," proclamó ante las cámaras. Mi teléfono vibró con un mensaje cruel: "Vendrá a celebrar su victoria conmigo." Era ella de nuevo, la sombra anónima que meses atrás me envió una foto de Mateo con otra mujer, Isabella. Creí que era un malentendido, pero los mensajes íntimos y las burlas se sucedieron, destrozándome. Y luego, el golpe final en la gala familiar: Mateo, en público, me obsequió un deslumbrante collar de sol, único en el mundo. Solo para que Isabella se presentara, minutos después, con unos aretes de sol idénticos. "Me pregunto dónde tendrá los gemelos ahora," decía su siguiente mensaje, revelando la farsa. Mi mundo se desmoronó, la traición era física, asfixiante. Esa noche, mientras yacía enferma y sedada, la grabadora bajo mi cama registró sus susurros con Isabella: "Ella nunca me dejaría. Me necesita." Y la peor mentira: "Te amo, Ximena. Siempre te amaré…" mientras él la tomaba en mi propia casa. La ironía de Mateo planeando un hijo conmigo mientras Isabella me enviaba la prueba de su embarazo fue el último clavo en el ataúd. Mis lágrimas, una vez de dolor, se transformaron en rabia, en una resolución fría y clara. Me despojé del collar, de su nombre, de su farsa. Dejé la jaula de oro y las pruebas de su traición para volar libre. Ahora, la mujer que fui ha muerto. Y la que renace está lista para encontrar su propia justicia.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro