No soy madre alquiler

No soy madre alquiler

Gavin

5.0
calificaciones
6.1K
Vistas
25
Capítulo

Mi vida con Alejandro Vargas, un bodeguero acaudalado, era un sueño. Me trataba como a una reina, construyendo un tablao privado en nuestra mansión y colmándome de lujos. Creía ciegamente en nuestro amor, en que yo era su musa y que su mundo me pertenecía. Pero el idilio se desmoronó cuando mi abuela, mi única familia, agonizaba. Mis desesperadas llamadas a Alejandro fueron ignoradas, solo para que una foto desde París confirmara la cruel verdad: él abrazaba a mi tía Isabel con una intensidad que nunca me mostró. Su regreso trajo mentiras, pero la verdad que descubrí era demoledora: yo no era más que un eco de Isabel, un peón en su obsesión, incluso mi embarazo era parte de su juego para engendrar un heredero que llevara el "duende" de mi tía. Mi caída "accidental" en el tablao, su "rescate", todo fue un vil montaje. ¿Mi amor, mi pasión, mi futuro hijo, todo una farsa calculada? La humillación me consumía al darme cuenta de que viví en una jaula dorada, utilizada como un mero sustituto, un objeto para perpetuar su enfermiza obsesión. La indignación y el dolor amenazaban con destruirme. Pero Sofía Torres, la bailaora, no sería el reemplazo de nadie. Con una frialdad y determinación inesperadas, puse en marcha mi plan. Terminé el embarazo en secreto, y el día de su sacrificio final por Isabel, le entregué los papeles de nuestro divorcio y el informe de mi aborto. Partí a Buenos Aires, dejando atrás cenizas y mentiras, para renacer.

Introducción

Mi vida con Alejandro Vargas, un bodeguero acaudalado, era un sueño. Me trataba como a una reina, construyendo un tablao privado en nuestra mansión y colmándome de lujos. Creía ciegamente en nuestro amor, en que yo era su musa y que su mundo me pertenecía.

Pero el idilio se desmoronó cuando mi abuela, mi única familia, agonizaba. Mis desesperadas llamadas a Alejandro fueron ignoradas, solo para que una foto desde París confirmara la cruel verdad: él abrazaba a mi tía Isabel con una intensidad que nunca me mostró.

Su regreso trajo mentiras, pero la verdad que descubrí era demoledora: yo no era más que un eco de Isabel, un peón en su obsesión, incluso mi embarazo era parte de su juego para engendrar un heredero que llevara el "duende" de mi tía. Mi caída "accidental" en el tablao, su "rescate", todo fue un vil montaje.

¿Mi amor, mi pasión, mi futuro hijo, todo una farsa calculada? La humillación me consumía al darme cuenta de que viví en una jaula dorada, utilizada como un mero sustituto, un objeto para perpetuar su enfermiza obsesión. La indignación y el dolor amenazaban con destruirme.

Pero Sofía Torres, la bailaora, no sería el reemplazo de nadie. Con una frialdad y determinación inesperadas, puse en marcha mi plan. Terminé el embarazo en secreto, y el día de su sacrificio final por Isabel, le entregué los papeles de nuestro divorcio y el informe de mi aborto. Partí a Buenos Aires, dejando atrás cenizas y mentiras, para renacer.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
El Amuleto Roto del Destino

El Amuleto Roto del Destino

Cuentos

5.0

Mi esposo, Alejandro, me construyó un paraíso, cimentado en un amor que creí eterno. Él se jactaba de ser un "conquistador" rebelde, que había desafiado un sistema misterioso y soportado noventa y nueve castigos por un amuleto que cambiaría mi destino terminal. Creí cada palabra, cada susurro prometiendo una vida juntos. Pero todo se desmoronó hoy, en un estacionamiento subterráneo. Dos hombres encapuchados me secuestraron, lanzándome a una camioneta sucia. En una bodega abandonada, golpearon mi pecho y el amuleto se rompió, revelando un grabado minúsculo. No era mi fecha de nacimiento, sino la de Elena, su exnovia. Y entonces, una voz metálica resonó en mi cabeza: "Sistema: Anfitrión, ¿por qué contratar intencionalmente a esos rufianes para lastimar a Sofía, sabiendo cuánto te ama?" La voz de Alejandro respondió, fría como el hielo: "El destino de Elena está plagado de desgracias. Solo así puede evitar el daño. No tengo otra opción." Mi mundo se hizo pedazos. La "reunión importante" no era por nuestro futuro, sino por la tortura orquestada que me estaba aniquilando. Los secuestradores me desnudaron. "Vamos a tomar unas fotos, abogada. Para tu portafolio", se burlaron. Solo querían destruir mi vida profesional y mi dignidad. Entonces, uno de ellos murmuró: "¿Estás embarazada?" La noticia de nuestro bebé, que pensaba darle esa noche, se convirtió en mi peor pesadilla. "No hay mayor sufrimiento para una madre que esto," dijo, y me pateó brutalmente el abdomen. Un dolor blanco me cegó. Sentí un desgarro, algo cálido derramándose. Mi bebé. Nuestro milagro. Se había ido. Alejandro no solo me había sentenciado, ¡había asesinado a su propio hijo! Más tarde, mientras yacía rota, Elena apareció en el hospital donde me "recuperaba". "Te ves fatal, Sofía," dijo con una sonrisa burlona. Luego, sacó un frasco: "Esto es para tu silencio." Me forzó a tragar un líquido que quemó mi garganta. "No te preocupes, no es letal. Solo destruye las cuerdas vocales." Cuando Alejandro la vio, ella tosió sangre falsa y fingió desmayarse, pidiendo una transfusión, solo de mi tipo de sangre. Él, sin dudarlo, me condenó. Sentí mi vida escaparse por el tubo, mi sangre salvando a la mujer que me había destruido. En mis últimos momentos, solo pensé en mi bebé. Y entendí. El sistema había permitido que escuchara cada palabra desde que el amuleto se rompió. Sabía que él era mi verdugo. Mi amor por él, la cadena que me ató, se convirtió en el arma que usó para destruirme. Pero a pesar de todo, Mónica, mi amiga, le dijo la verdad a su asistente. Ella le mostró mi prueba de embarazo de ocho semanas y la grabación de Elena admitiendo su complicidad. Alejandro, el asesino de mi hijo y el arquitecto de mi infierno, lo sabía ahora. No había redención para él en mí. En la oscuridad del corredor de la muerte, solo encontró el eco de su traición y la certeza de que nunca sería perdonado.

Me Caso Con Tío de Mi Novio

Me Caso Con Tío de Mi Novio

Cuentos

5.0

Tres años. Tres largos años desde que Alejandro, el hombre con el que iba a casarme, me abandonó en el altar, alegando una ridícula "iluminación espiritual" para unirse a una secta. La verdad, sin embargo, era mucho más sucia y terrenal: no había secta, solo Laura, una mujer a la que Alejandro, mi prometido, había decidido "rescatar" de la miseria para casarse con ella y escalar socialmente, dejándome a mí, Sofía, como daño colateral. Ahora, la mansión se abre de golpe y él está de vuelta, con la misma arrogancia, y a su lado Laura, embarazada, sus ojos recorriendo mi hogar con una mezcla de envidia y triunfo, como si esta casa también les perteneciera por derecho. Con una sonrisa torcida, Alejandro anuncia: "Sofía, he vuelto. Laura y yo nos casaremos. Ella espera a mi hijo. Pero no te preocupes, siempre habrá un lugar para ti a nuestro lado, como una hermana". Escuchar su propuesta, tan audaz como absurda, me revolvió el estómago. Recordé la humillación, las miradas de lástima, las fotos de él y Laura construyendo la vida que me robaron. Mi aparente sumisión los desarmó, se sentaron victoriosos en el sofá, pero justo entonces, un torbellino de energía infantil irrumpió: "¡Mami!" Mi hijo Daniel, de dos años, corrió a mis brazos, y la sonrisa de Alejandro se congeló, su arrogancia reemplazada por el shock. Laura lo miró fijamente, con incredulidad y furia contenida. Entonces, con la inocencia pura de un niño, Daniel señaló el retrato de su padre sobre la chimenea: "¿Dónde está papá? ¿Papá no ha vuelto todavía?". Esa pregunta, cargada de un significado que pulverizó su mundo, destrozó por completo el universo de Alejandro. Su cara, petrificada, pasó del shock a una furia oscura y profunda: ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Quién era este niño?

La Esposa Invisible: Ahora Mírame Brillarr

La Esposa Invisible: Ahora Mírame Brillarr

Cuentos

5.0

Durante doce años, oculté mi fortuna y mi linaje, la poderosa familia Salazar, para convertirme en la esposa perfecta de Mateo Hewitt. Le di mi amor incondicional, mi apoyo, y en secreto, los cimientos de su imperio, creyendo que construíamos un futuro juntos desde nuestro modesto piso en Logroño. Pero en nuestro duodécimo aniversario de bodas, llegó la traición: Mateo entró oliendo al perfume de otra mujer, su asistente Isabel Riley, con una caja de puros cubanos, no flores para mí. Miró con desdén la cena sencilla que preparé, solo para que yo le mostrara una foto de él y su amante, unida a la ecografía de un embarazo de tres meses que ella me envió. Él me insultó, llamó "estéril" y "mueble", e incluso defendió a Isabel por recibir nuestras joyas de familia. La humillación se volvió insoportable cuando, en una gala, Mateo rompió un collar de esmeraldas que era una reliquia Salazar, un regalo de mi abuela, y casi con orgullo me lo arrojó a los pies. Su madre, a quien salvé, me escupió odio por su ruina. ¿Cómo pudo el hombre al que di todo, por quien me arrodillé ante mi padre, por quien abandoné mis sueños, convertirme en un fantasma en mi propia casa? ¿Por qué me trató como basura mientras construía su éxito sobre mis sacrificios y los de mi familia? Con el corazón destrozado y la ira ardiendo, llamé a mi equipo. "Quiero el divorcio," le dije. "Y te juro, Mateo Hewitt, que te dejaré sin absolutamente nada." La verdadera Sofía Salazar acababa de despertar, y su sed de venganza no conocía límites.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro