CAPÍTULO I
Me golpeé la cabeza contra la pared una, dos, tres veces, con tanto
fuerza que llegué a ver estrellitas brillando.
- Para con eso. Torturarte a ti mismo no resolverá nada. —Margo
dijo, sentándose al otro lado de la mesa en la pequeña barra en el
Avenida Atlantica.
La pagoda romántica que sonaba de fondo, combinada con el hedor de
cerveza mezclada con cigarrillos, contribuyó al crecimiento de
mi nostalgia Cuanto más pensaba en lo que había sucedido, más
desesperado
Todavía no podía creer lo tonto que fui, dejándome
engañado por un sinvergüenza que desde el principio tenía como único objetivo
para extorsionarme. A la edad de veinticinco años no tenía más
el derecho a ser tan ingenuo y a ser tan estúpido como para no
No me doy cuenta de nada incluso con todos a mi alrededor advirtiéndome.
De hecho, llegué a creer que la gente hablaba mal de la
mi relación con Fábio, por envidia. Yo era un delfín.
Fueron tres largos años de prostituirme en las aceras de
Copacabana sin gastar un centavo en nada que
no eran los básicos -como, por ejemplo, alquilar un
cocina, ropa y maquillaje, con el fn de ahorrar el dinero para
abrir mi propio negocio y salir de esa vida miserable. Durante
esos años soporté el frío de los amaneceres de invierno, el peligro
constante y toda clase de hombre usando mi cuerpo, no sea que
al fnal esa maldita cosa me robaría.
Todos me advirtieron que no debía involucrarme con el
valet en uno de los restaurantes cercanos, como un hombre nunca
Me tomaría en serio a una prostituta. Sin embargo, los ignoré a todos y
Lo llevé a vivir conmigo; Lo fnancié todos esos años.
porque creía que estaba enamorada y que era correspondida.
Juntos planeábamos abrir un restaurante, casarnos y
formamos una familia. Me acabo de dar cuenta de lo mucho que estaba
siendo engañado y utilizado hace dos días, cuando Fábio tomó mi tarjeta
del banco para retirar el dinero del alquiler y afeitado mi cuenta
para desaparecer como el polvo y luego conducir a la última
centavo del dinero que gané solo y ese sería nuestro futuro,
un futuro que también soñé solo.
Después de agotar mi reserva de lágrimas, fnalmente perdí mi
espera que le hayan robado, lo cual sería
imposible, considerando que un ladrón no lo obligaría a retirarse
hasta el último centavo de la cuenta, me convencí de que estaba hecho de
tonto y se levantó de la cama, preguntándose qué me quedaba. LOS
La respuesta fue solo una: volver a las calles y empezar de cero, esta vez
solo, después de todo, no hay salida de esta vida más que
por su cuenta, especialmente para aquellos que no tienen una formación
escolaridad adecuada para conseguir un trabajo que pague lo sufciente
para cobijo y comida.
Imaginar que tendría que pasar por todo esto de nuevo, aguantar cada
frío amanecer en las calles, cada pequeña broma de discriminación y libertinaje
tirado por la gente que pasaba junto a cada hombre barrigudo y
grosero, me deprimió aún más. Parecía peor que
propia desilusión y la pérdida de dinero. Y esta vez iba
tardar aún más en cobrar una cantidad de dinero
signifcativo, ya que no era tan joven como solía ser, ni estaba
lo más nuevo, ya que los novatos siempre son más
solicitado. Pero si pudiera abrir un pequeño restaurante
ya estaría bien.
Miré el rostro arrugado de Margo al otro lado de la mesa,
sus ojos rojos por las muchas noches de sueño perdido, su
mirar alternando entre el bar y la calle, buscando a cualquiera que