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Corazón Prohibido

Corazón Prohibido

Antoni A

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Capítulo

Anne, una secretaria con determinación, y Aden, el empresario seductor, comparten una conexión que va más allá de las formalidades de la oficina. Después de una noche de máscaras que desata una pasión ardiente, se ven envueltos en un juego de secretos y deseos prohibidos. La verdad sale a la luz en encuentros apasionados fuera de la empresa, desafiando las reglas y liberando una historia de amor sensual, donde la chispa inicial se convierte en un fuego avasallador que redefine el significado de entregarse a la verdad y al deseo desenfrenado.

Capítulo 1 El Antifaz

+ANNE+

—Estoy nerviosaaaaaa… —Alondra alargó tanto la palabra que me causó tanta gracia—, es nuestra primera vez que nos invitan a una fiesta de la empresa y eso que trabajamos para presidencia, como secretarias—toma de mi mano y me jala hacia dentro—, no te despegues de mí, aunque no nos reconozcan con estos antifaces tengo miedo de que nos rechacen.

Estamos entrando a la fiesta de aniversario que la empresa organizó y de la que por primera vez nos invitó. Alondra y yo trabajamos en el área de presidencia como las secretarias que cualquier chusma desea ser.

Lo bueno de esta fiesta es que la temática es de antifaz, todo para darle un toque de elegancia y misterio, no es que sea una fiesta de gala, al contrario, es una fiesta de boom, “disco”. Se han lucido, al entrar vi magia a mi alrededor, la elegancia, por un lado, y en el otro, la de dejar el esqueleto en el suelo, eh… También tengo que reconocer que deseo con todo el alma querer encontrar a un hombre del que no se me haga difícil; olvidar, de alejar y de conquistar.

Es una noche de diversión… Ja, no soy una santa y tampoco es que lo haga cada vez que se me presente un hombre frente a mis ojos, al contrario, soy de esas mujeres que se dejan llevar por lo que el cuerpo siente.

Lo que me impresiona de todo esto es que tendremos comida gratis y bebidas, esas de las que ni en un año de salario podría pagar. Soy de esas personas de bajos recursos, de las que subsisten al día a día, luchando con el salario para pagar la renta y a pesar de que las comparto con mi amiga Alondra, no me es lo suficiente porque están los gastos de la comida; transporte, luz, agua, internet, gas y los impuestos… Ya sé, si no fuese orgullosa, estuviese viviendo con mis padres, pero al proponerme ser la chica independiente no tuve otra opción que irme de casa. Tampoco es que mis padres sean millonarios, al contrario, ellos viven por una pensión de todos los años de trabajo.

Tengo veinticinco años y puedo decir que a mi edad no he logrado lo que siempre soñé. “Ser una mujer independiente y exitosa.”

—No tienes por qué preocuparte, deja el nerviosismo y mejor enfócate en disfrutar de la música de Bad Bunny, sabes que está de moda y yo tengo ganas de mover, él vote —lentamente quito mi mano de la suya y la empujo para darle el valor de que se suelte, “¡aquí se ha venido a bailar!”

Voy a hacer sincera, pero no reconozco para nada a las chismosas de la empresa, esas que se mantienen en el tocador, bueno… Todo apunta a que el antifaz sí ayuda demasiado.

—Sabes que no puedo bailar y de tomar solo me encanta la Coca Cola, pero tú, ja… Aquí hay todo lo que te gusta y de lo que no podemos comprar —vuelve a tomar de mi mano y esta vez sin ganas de soltarla—. Oye, se supone que debemos hacer algo o debemos quedarnos aquí como un par de estatua, esperando que un noble nos invite a bailar.

Na-ah, no creo, pero eso de desperdiciar la invitación como que no va por hoy. He venido a bailar, disfrutar y a correr el riesgo de que todo aquel que me diga; “linda, quieres disfrutar la noche conmigo”. Sí, estoy dispuesta a decir que sí, todo porque no he venido hacer la típica aburrida secretaria, no. El antifaz me está ayudando mucho y Alondra no hará nada para detenerme.

—Eso lo arreglo en este momento, creo que no hay discurso, eso ya lo dieron esta mañana, ahora todos hemos venido a disfrutar un año más de trabajos arduo —y mis palabras salieron en un grito de emoción, dejándome llevar de la adrenalina y de la música a todo volumen, ese que te entra hasta reventarte los tímpanos.

No soy fans de Anuel y Yailin, pero la última música que hicieron juntos me ha encantado, está que reviento para soltarme al puro perreo.

—Te daré permiso para que vayas a bailar, mientras tanto esta chica tiene que ir a buscar una mesa, ni piense que estos tacones lograrán que la gorda se mantenga de pie —se queja tras señalar sus tacones y automáticamente mi reacción fue la de desagrado porque su inseguridad a su cuerpo me pone de un bate.

Ambas nos hemos venido tan ardientes que me envidio a mí misma, con unos hermosos vestidos de noche; el de ella color negro y el mío rojo, no veo diferencia ante todas las personas que nos rodean.

—Suficiente, contrólate o me atreveré a llevarte conmigo y gracias por recordarme, esto no me lo puedo perder —antes de que pierda la razón me voy encaminando hacia la pista de baile.

Uy, sí, soy del tipo de chica que tiene esa mecha que es fácil de encender y rápido para explotar.

No es que tenga ganas de dejar a mi amiga sola, no, pero es que ahora ella se siente insegura y con una bebida llevada por mí estoy segura de que ayudara muchísimo.

—Buenas noches —me acerco a la barra—, me puede dar un coctel sin alcohol y un whisky doble.

—¡Hmmm! Buen gusto, tienes o solamente que el whisky sea de tu novio —siento un susurro cerca de mi oído, provocando que me sobresalte—, eh, disculpa, no fue mi intención asustarte.

Estaba a punto de contestarle, pero mi sexto sentido me dice que guarde silencio y todo porque su porte me ha dejado con la boca abierta. Miento, su voz gruesa y varonil me han hipnotizado, a pesar de que no puedo ver más allá de ese par de ojos, su antifaz hace que me llene de curiosidad.

No voy a negar que mi peluche sin bellos está sediento, quiere con desespero descubrir lo que hay debajo de sus pantalones o de su antifaz. No lo conozco y no me importa, ya que con una noche puede que pasen muchas cosas y terminen ahí.

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