La noche con mis amigas estaba yendo de maravilla. Más que nada porque estábamos en el concierto qué habíamos esperado por meses.
Sin embargo, no todo había sido buenas noticias, primero nos habíamos quedado decepcionadas cuando nos enteramos de que los boletos se habían acabado.
O eso habíamos pensado hasta que Julián, el novio de Johana, nos había conseguido boletos a todas. Lo que había sido un gran gesto y su novia lo había recompensado .
Al menos eso era lo que podía ver con cada vez que se besaban.
Ser la única con novio ausente en un grupo de parejas, tendía a ser un poco doloroso.
No obstante, tampoco podía decirle que estuviera conmigo. Pues David se encontraba estudiando a miles de kilómetros de distancia.
No sé los había dicho a las chicas, pero con cada día que pasaba me sentía más triste. Sentía que mi corazón estaba siendo oprimido. Era difícil de respirar a veces. Mi madre me había dicho que era porque mi corazón anhelaba a su otra mitad. Pues ella había sentido eso mismo una vez en el pasado con mi padre.
Le quise preguntar en qué ocasión, pero solo me sonrió y pude notar que en esa mirada, había secretos bien guardados.
Sin embargo, no negaba que estuviera diciéndome la verdad. Pues podía ver el amor que mis padres se profesaban entre sí.
Así que cada vez que leía un texto de David, mi corazón empezaba a latir con fuerza.
Cómo el que estaba leyendo actualmente:
No debería decirte esto, y menos por un mensaje, pero creo que es justo que lo sepas antes de que pasé más tiempo. Conocí a alguien, Jacky. Es especial. No espero que lo entiendas, ni que me perdones, pero pienso que lo nuestro debe terminar. Lo siento.
«¿Qué? ¿Cómo qué había conocido a más? ¿Y especial?»
No podía ser posible. David me estaba jugando una broma de muy mal gusto.
—Tiene que haber un error—dije en voz alta, más para mí que para la chica que había estado yendo el texto conmigo, y eso porque deseaba mostrarle lo gracioso que era David, pero pronto nos dimos cuenta que no decía ningún chiste.
David me estaba terminando.
—Jacky—empezó a decir Johana y su tono de voz lo odie profundamente. Pues había compasión.
Miré a esos ojos grises y le apunté con mi dedo.
—No lo digas—espeto, sintiendo que mis lágrimas empezaban aparecer—, este mensaje es una broma. Estoy segura de eso.
—¿Qué pasa?—preguntó Albina detrás de mí, al escucharme o quizás al darse cuenta de la expresión de Johana.
—No pasa nada—respondí, y seguidamente, empecé a marcar el número de David.
Sólo que él no respondió.
Volví a llamar.
Tampoco lo hizo en ésa ocasión.
Lo intenté por una tercera vez.
—¿Joha?—llamo Albina sonando preocupada, poniéndose a un lado de la pelinegra, y eso para que yo no pudiera escuchar. Sin embargo, lo había hecho. Podía decirles algo, pero estaba demasiado ocupada mandando mensajes a David. Exigiendo explicaciones. Pero todos los mensajes mostraban una palomita, cómo si no le llegarán.
Fue cuándo observé la foto de su perfil y ya no me aparecía cómo lo habían hecho unos minutos.
«Me bloqueó», pensé en shock.
—David rompió con ella—esas palabras de Johana, me hicieron cerrar los ojos con fuerza.
Sintiendo como mi corazón se estaba quebrando en mi interior. El dolor era incontrolable.
Fue difícil estar de pie.
—¿Qué dijiste?
—David conoció a alguien más, Albi—respondió Johana, mirándome con dolor.
La música se volvió nula.
—No puede ser—susurró la menor de todas, conmocionada.
—¿Qué sucede?—preguntó Michí, viniendo hasta dónde estaba yo, y me tocó del brazo—, ¿Jacky, estás bien, nena?
Miré esos ojos verdes. Llenos de preocupación.
—David rompió conmigo—susurré aún sonando incrédula.
Michí abrió los ojos de golpe.
La conmoción se veía en esos ojos. Pero estaba segura que no sentía ni el diez por ciento de mi dolor.
No sabía en qué momento comencé a llorar o gritar, solo fui consciente de que la pantalla de mi celular se hacía cada vez más borrosa.
De pronto sentí como mi cuerpo me pesaba y si no fuera porqué unos brazos me sostuvieron, hubiera caído al suelo sin fuerzas.
—Respira, Jacky —escuché qué alguien gritaba, ni siquiera pude reconocerla. Estaba más allá de mi misma, no obstante, intenté hacer lo que me pedían, respirar. Pero ¿era posible hacerlo cuándo acababan de romper mi corazón? Mi mente seguía reproduciendo las palabras de David.
Conocí a alguien, Jacky. Es especial. No espero que lo entiendas, ni que me perdones, pero pienso que lo nuestro debe terminar. Lo siento.
¿Lo siento? ¿Cómo si hubiera comido la última galleta del paquete o como se hubiera despertado tarde? ¿Ése tipo de "lo siento"? Ésos "lo siento" no eran para decirle a tu novia que te enamoraste de otra. Ésos "lo siento" no eran para disculparse por romper un corazón enamorado. No lo eran, y sin embargo, David lo había usado.
—¡No puedes decirme lo siento, David!—grité desde el fondo de mi alma, aún cuándo la fuente de mi dolor no estuviera ahí, conmigo, y por el contrario, estaba en los brazos de otra.
De otra chica. Una especial, cómo él había escrito.
—¿Qué ha pasado?—preguntó una voz masculina.
—Solo vamos a llevarla a casa.
El dolor se hizo insoportable. Porque no quería ir a casa. Quería explicaciones. Respuestas.
Sollocé, para luego gritar.
—¡No, no puede ser verdad!—dije entre sollozos y miré a Joha a los ojos, que era quién me sostenía—, él me ama. Él me lo dijo, me dijo que lo esperará. ¡Él me dijo que lo esperará, maldita sea!
Varios abrazos femeninos me sostuvieron.
—Lo siento tanto, Jacky—susurró Johana, en mi oído.
Pude notar que se oía rota.
—No es justo—dije llorando, y consumida en mi propio dolor—, no es justo, Joha. Le di todo mi amor. Todo.
Escondí mi rostro en su cuello.
—Lo sé, nena—susurró ella, abrazando con más fuerza.
Fue lo último que escuché antes de sentir que mi respiración se volvía errática y caer desmayada en los brazos de cinco chicas. Ésos brazos que aunque reconfortantes, no eran los que quería.
No eran los que necesitaba.
Al despertar a la mañana siguiente, los deseos de vivir se habían ido. Era cómo si hubiera exprimido cada gota de vitalidad y no tuviera fuerzas para nada más.
Estaba rota.
En ésos días, ni siquiera podía salir de la cama. Era demasiado esfuerzo. Mis padres se preocuparon conforme los días iban pasando y mi corazón iba muriendo con el pasar de los segundos. Si es que no estaba muerto ya.
Sin embargo, no solamente a mí me empezó a ir mal. De pronto, a la mayoría de mis amigas también. Albina y Mayte comenzaron a tener problemas. Intenté ayudarlas, pero no pude. Lo que me hacía llorar más.
Porque me sentía impotente.
Sobre todo con Mayte, ella había sufrido un ataque violento en su casa. Sentía que en parte había sido mi culpa pues por haber estado tan preocupada por mí qué no había visto el peligro acercándose, y sólo lo había visto cuándo había sido demasiado tarde.
Fue duro verla en esa cama de hospital.
Para el alivio de todos, Aarón había podido llegar a tiempo a su rescate. Por lo que todas nos volvimos a sentir agradecida con él.
Todo lo contrario a lo que sentí con Connor cuándo me enteré lo que le había hecho a Albina. Simplemente no podía entenderlo.
Y creerlo. Pues Albina había dicho que él había estado jugando con ella todo el tiempo.
No pude evitarlo, lo aborrecí.
Más que nada porque recordé mi propio ex novio traidor. Aunque mi dignidad la dejaba de lado cuándo intenté marcarle varias veces , pues me negaba que nuestra historia de amor hubiera terminado de esa manera tan abrupta, tan rápido, pero David no volvió a mandar ni un mensaje más o responder a mis llamadas.
Para él, yo ya era su pasado. Y saber éso, me hizo caer más profundo en el infierno.
No pude soportar más dolor y tuve que salir de mi casa. Quería escapar.
Mi meta era ir a cualquier lugar donde pudiera ofrecerme un poco de alcohol. Todos decían que era bueno para corazones rotos. Que ayudaban a qué doliera menos.
Mintieron. No lo hacía soportable, lo hacía peor.
Ésos recuerdos que antes amaba de David, me atormentaron conforme iba tomando tragos de bebidas que ni siquiera sabía sus nombres. Podía ser lo que fueran y no me importaba. Me estaba autodestruyendo. Y lo sabía.
Coloqué el vaso en la barra, intentando llamar la atención del chico. Lo que hice de inmediato.
Sabía la razón.
Era hermosa, todo mundo lo decía.
Pero al parecer no era lo suficiente bonita cómo para que me fueran fiel desde la distancia.
Le sonreí al chico. Pero me di cuenta de que era demasiado esfuerzo. Así que borre la sonrisa de mi rostro. No quería hacerlo, además.
—Dame otro—pedí arrastrando las palabras.
El barman parecía no querer hacerlo.
—Creo que no es buena idea, has tomado demasiado.
Quería verlo molesta, pero para ése momento no sabía cuál de los dos chicos era el verdadero.
Suspire rendida y apoyé mi brazo en la barra. Aunque me tomó varios intentos para hacer esa simple acción, sin embargo, cuando lo logré sonreí victoriosa. «Tonta barra, no podía conmigo», pensé intoxicado de alcohol.
Suspirando, acomodé mi rostro en mi palma.
—¿Y qué?—dije al chico, recordando su negativa a servirme más—, ¿Acaso no es para eso que te pagan? Para hacernos adictos a está cosa.
El hombre me quedó mirando por varios segundos, hasta que se rindió. Quizás porqué veía la miseria en mis ojos. Lo que sea que fuera, no me importa.
Yo había obtenido lo que quería.
Apenas estaba tomando el vaso de vidrio cuándo un chico atractivo de cabello oscuro y rulos se acercó a mi derecha. Al voltear a verlo, me di cuenta de que me estaba sonriendo, y si no fuera porque estaba oscuro, podía asegurar que también estaba guapo.
—¿Quieres bailar?
Lo quedé mirando.
—Tengo novio—respondí en automático. Lo que me hizo cerrar los ojos por el dolor que me causaba.
«Era tan estúpida»
—¿Te encuentras bien?
Abrí mis ojos y empecé asentir, pero lo pensé mejor, decidí negar con la cabeza.
—No, no me encuentro para nada bien—susurré en voz baja—, Dime algo, ¿Por qué los chicos no saben cumplir una simple promesa? ¿Acaso es tan difícil?
El chico enfrente de mí me frunció el ceño.
—¿Rompimiento reciente?
Asentí, y tomé mi cerveza. Hice una mueca. Por el cambio de sabor, pero aún así, continúe llevándolo a mi boca.
Además, ¿por qué ponerle peros a la diversión?
Miré al chico y dije con molestia al recordarme al ciego de mi ex novio.
—Puede ser, pero adivina qué—gire mi cuerpo, y sentí que casi me caí del taburete, pero por suerte, chico fue rápido y me sostuvo. Alce la mirada —, Ya no lo amo. No lo hago. Porque me cambio por otra. Dijo que esa chica era especial. ¿Acaso yo no lo soy? ¡Yo era una excelente novia y además soy sexy! ¡Él tenía el paquete completo al alcance de su mano y lo perdió! ¡¿Verdad?!
—Si, te perdió por idiota.
—Exacto, y ahora yo puedo tener al chico que quiera.
—Puedes. Estoy aquí, por si me necesitas.
Sonreí, y sentí que mi cuerpo se caía en su cuerpo.