Valeria
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Libro y Cuento de Valeria
El Último Deseo
Cuentos Abby King lleva tres años viviendo una vida sencilla después del terrible incidente.
Cuando su madre falleció, Abby no tuvo más remedio que aceptar los términos del testamento. Y una cosa para la que no estaba preparada es para casarse con el extremadamente guapo director ejecutivo de Hughes Industries, Seb Hughes, quien era totalmente un mujeriego.
Seb Hughes era rico y guapo. Una relación era lo último que quería, pero solo una mirada a la misteriosa Abby hizo que su frío corazón palpitara y empezara a fantasear con ello, aunque sabía que no estaba bien.
Después de lo que ha pasado, tal vez Seb fuera un hombre adecuado para ella, que podía protegerla, aceptarla y tal vez amarla, a pesar de su oscuro pasado.
Después de lo que ha pasado, tal vez Seb fuera un hombre adecuado para ella, que podía protegerla, aceptarla y tal vez amarla, a pesar de su oscuro pasado." Le puede gustar
Adiós, Ricardo: Mi Nuevo Final
Gavin El zumbido del aire acondicionado en el aeropuerto apenas disimulaba el silencio entre Ricardo y yo; nuestro viaje a Oaxaca, planeado por meses como una pre-luna de miel, de repente se sintió como un último aliento.
Justo cuando Ricardo me preguntaba si estaba emocionada, con esa sonrisa perfecta suya, vi a Elena.
Venía hacia nosotros con su hija Isabella, esa influencer de viajes, la ex de Ricardo, la madre de su única conexión con un pasado que yo intentaba ignorar.
La voz de Elena, demasiado alta, anunció que ellas también iban a Oaxaca, y la sonrisa de Ricardo se congeló, aunque rápidamente la transformó en una máscara de sorpresa forzada.
Luego, la pequeña Isabella, con los ojos de su madre, se escondió detrás de Elena, mirándome con una evaluación inquietante, no la inocencia de una niña.
Elena, con una falsa dulzura, comentó sobre mi atuendo: "Qué bonito tu conjunto. ¿Lo diseñaste tú?".
Sabía que lo decía para recalcar que mi profesión era un "pasatiempo caro", algo que mi familia, y a veces Ricardo, creían.
Y entonces, sin que yo pudiera procesar la humillación, Elena pidió sentarse con nosotros en el avión, alegando que Isabella "se sentía mal".
Ricardo, en lugar de poner límites, solo miró a la niña que convenientemente empezó a toser de forma exagerada, y cedió.
Nuestro espacio para dos se hizo añicos, y me encontré sentada al otro lado, una extraña en lo que debería haber sido nuestro viaje de prometidos, mientras Ricardo les ponía caricaturas a Isabella y Elena le acariciaba el brazo.
Cuando en el avión me pidieron cambiar mi asiento de primera clase por uno en turista para que Elena y su hija pudieran estar junto a Ricardo, vi la súplica en sus ojos: "No armes un escándalo, Sofía".
No dije nada, solo tomé mi bolso y me fui a la fila de atrás, sentándome junto a un extraño, mientras los veía desde la distancia.
Vi cómo la mano de Elena descansaba sobre la de Ricardo, cómo él le abrochaba el cinturón a Isabella, cómo reían y murmuraban, creando una burbuja a la que yo no pertenecía.
El avión despegó y Ricardo, reclinado con Elena en su hombro, ni siquiera me buscó con la mirada.
En ese momento, supe que no era solo el viaje lo que no había terminado antes de empezar, sino mi relación.
La humillación continuó en Oaxaca, donde Elena monopolizó a Ricardo, quien ignoró mis diseños para escucharla.
Al día siguiente, me desperté sola con una nota de Ricardo: "Fui con Elena a llevar a Isa a un tour... Te amo".
"Te amo", la palabra se sentía tan vacía.
Entonces lo vi en Instagram: Elena había subido una foto de Ricardo con el pie de foto: "Mío".
Y el comentario de mi propio hermano, Diego: "¡Cuñado! ¡Se te ve increíble! Disfruten. Elena, cuídalo bien".
Mi propio hermano estaba del lado de ella.
El último clavo fue el comentario de Elena, respondiéndole a alguien: "Ricardo dice que Sofía es un poco aburrida para estos viajes, que no le gusta la aventura, jeje".
Sentí el aire faltarme, la humillación pública era total.
No era solo Ricardo, era mi familia, era el mundo que me había traicionado.
Con las manos temblorosas, abrí mi celular y busqué el nombre de Ricardo.
Presioné "Bloquear contacto".
Y luego, con una sonrisa amarga, cancelé su boleto de avión de primera clase, el que yo le había regalado por su cumpleaños, dejándolo varado.
Mi guerra había terminado. La Última Lágrima de la Novia Rechazada
Gavin Mi matrimonio con Máximo Castillo era un cuento de hadas… en mi imaginación.
Siempre lo amé, desde niña, pero él solo me veía como una molestia.
Incluso en nuestro primer año de casados, la noche después de la Feria de Abril, me usó y se vistió a toda prisa para irse con mi hermanastra, Scarlett.
Luego, al intentar proteger la memoria de su abuelo, fui flagelada públicamente con un látigo por Máximo, bajo la mentira de Scarlett, sin que él siquiera preguntara mi versión.
Cada insulto, cada acto de desprecio, cada vez que eligió a otra mujer y me humilló, me preguntaba: ¿Por qué? ¿Por qué esta tortura sin fin? ¿Por qué mi amor era tan ciego?
Pero esta vez, al abrir los ojos de nuevo y ver su rostro por primera vez sin la venda de la adoración, supe que era diferente.
Esta vez, no solo pedí el divorcio, sino que juré no volver a amarlo jamás.
Y esta vez, lo cumpliría. Arrepentirías a Ofenderme: El Regreso De La Ceo
Gavin Mi nombre es Ximena y construí un imperio de tequila con mis propias manos.
Estaba a punto de cerrar el trato más grande de la historia de mi compañía, uno que abriría las puertas de Europa para Tequila Imperio.
Pero justo en ese momento, mi esposo Ricardo, el hombre con el que lo construí todo, irrumpió en la sala de juntas con su joven asistente, Sofía, pegada a su brazo.
Me humilló frente a mi cliente más importante, me acusó de coquetear y me despidió de la empresa que yo cofundé.
La insolencia de su, ahora, amante fue la gota que derramó el vaso: me dijo que ella sería "más complaciente" con mis clientes.
La rabia me cegó, le vacié una botella de Tequila Imperio encima y le di una bofetada que resonó en toda la sala.
Ricardo me llamó loca, idiota, y me di cuenta de que no veía al hombre que amaba, sino a un completo extraño.
Con voz helada, le anuncié que quería el divorcio.
Él se paralizó, pero yo no miré atrás.
Al día siguiente, un papel sobre mi escritorio anunciaba mi despido, pero Ricardo no sabía que yo tenía el 49% de las acciones.
Mi leal director de marketing, Mateo, me informó que Sofía se paseaba por la oficina como la nueva reina, pero yo ya tenía un plan.
No iba a permitir que mi exesposo y su amante se quedaran con lo que yo construí.
Esto era una guerra, y yo no pensaba perder. Destino Escrito de Nuevo
Gavin El sol de Jalisco ardía, y en la Hacienda Rojas, la tradición dictaba que yo, Sofía, eligiera a mi futuro esposo.
Pero mientras me ponía el vestido blanco, un recuerdo frío me invadió: en mi vida anterior, en este mismo patio, elegí a Ricardo.
Él, mi amor de la infancia, me llevó a la ruina, me quitó todo y me dejó morir sola en la miseria, mientras se reía con mi supuesta mejor amiga, Carmen.
Cerré los ojos ese día maldito, solo deseando una segunda oportunidad, un borrón y cuenta nueva.
Y ahora, abrí los ojos.
La gente murmuraba, mi abuelo me esperaba, y ahí estaban ellos, Ricardo y Carmen, con la misma sonrisa que en el pasado selló mi desgracia.
Miré a Ricardo, a su lado estaba Carmen, con una sonrisa que ahora me parecía una mueca venenosa.
Sentí una náusea. No volvería a cometer el mismo error.
Entonces, mi mirada se desvió, buscando entre la multitud.
Lo encontré apoyado contra una columna: Mateo Garza, nuestro ranchero rival, rudo y honesto.
La elección más ilógica, la más inesperada, la elección perfecta.
Tomé una decisión. Un Comienzo De Nuevo Después de La Amnesia
Gavin Un golpe brutal me dejó inconsciente tras salvar a mi prometida Lina de un accidente.
Cuando desperté, fingí amnesia para no preocuparla, pero la verdad que descubrí me heló la sangre.
Lina, mi amor de dos años, convenció a su mejor amiga Sylvia para que se hiciera pasar por mi prometida durante mi "recuperación".
Pero lo más devastador fue oír a Lina mofarse por teléfono, diciendo que yo era "demasiado intenso" y que necesitaba "un respiro" con su ex.
Prometió que, cuando se cansara de "jugar" con él, regresaría, y yo, ciegamente enamorado, la perdonaría.
Comprendí que todo mi amor por ella era una farsa unilateral, un trampolín para sus caprichos.
El hombre que la amaba ciegamente murió con esa verdad.
Así que sonreí, miré a Sylvia, y decidí que Lina aprendería una lección inolvidable: su cruel juego acababa de empezar, pero lo que ella no sabía es que yo también estaba dispuesto a jugar.
Y que en el proceso, descubriría que mi verdadera musa, la inspiración que siempre busqué, nunca fue ella. Entre Cenizas: Un Nuevo Pacto
Gavin El aroma familiar del mole, promesa de un futuro brillante y una beca codiciada, llenaba la cocina de la escuela mientras Sofía Romero se preparaba para el examen final.
Justo entonces, un empujón brutal de Daniela Vargas la lanzó contra la estufa, escaldándole el brazo y destrozando su plato.
"¿Qué crees que haces, gata arrimada?", espetó Daniela, acusándola de ladrona y de robar la receta ancestral de su familia, la misma que había sido la tradición de los Romero por generaciones.
Ignorando a Don Manuel, el viejo ayudante que conocía el pacto secreto, Daniela hundió el preciado cucharón familiar de Sofía en su mole, tirándolo al suelo con desprecio, mientras sus amigas se burlaban de Sofía por "coquetear" con Ricardo Vargas.
La humillación culminó en una agresión salvaje: Daniela, con la ayuda de sus cómplices, la tiró al suelo, y con un crujido nauseabundo, le rompió la mano con el tacón.
El dolor era insoportable, pero la traición de saber que Armando, el mayordomo que conocía la verdad del pacto que ligaba el destino de los Vargas a su familia, se puso de lado de Daniela, fue aún peor.
La advertencia de Sofía, "Están acabando con su propia fortuna", se cernía sobre ellos, pero Daniela solo aumentó la humillación, cubriéndola de harina.
En ese instante de abrumadora desesperación y abandono, un pensamiento le dio fuerza: Ricardo Vargas.
Ricardo llegó, interponiéndose entre Sofía y su familia, llevándola al hospital y revelando que él conocía el pacto ancestral.
"El pacto no está roto, Sofía", le dijo. "Solo está buscando un nuevo ancla. Un nuevo pacto. Entre tu familia y la mía. Mi rama de la familia."
Con la decisión de Ricardo de protegerla y establecer un nuevo pacto, Sofía, la chica de origen humilde, se levantaría de las cenizas. Adiós, Diego: Mi Nuevo Comienzo
Gavin El sonido de mi guitarra, mi pasión, resonaba hueco en la hacienda que por diez años llamé hogar, un desafío silencioso a Diego, el hombre al que entregué mi alma y mi genio para construir su imperio de tequila.
Pero su respuesta fue una traición helada: "Ximena, deja de hacer numeritos y sube a mi despacho. Ahora" . Y allí, sentado tras su imponente escritorio de caoba, me soltó la humillación más grande: "Quiero que tú y tu mariachi toquen en mi boda" .
La boda que me había prometido a mí. No solo me descartaba por otra mujer, Sofía, sino que me exigía ponerle banda sonora a mi propia aniquilación, a mi propia traición.
El golpe más cruel llegó en un susurro venenoso desde el pasillo, de boca de su lugarteniente, "El Chato", pero con las frías palabras de Diego resonando: "Ximena es buena para el negocio, para la guerra, para la calle. Pero para casarme, necesito algo… más puro. Una niña bien, educada, limpia. Ximena ya está muy corrida, muy vivida" .
Cada palabra era un puñal que me desgarraba: "Sucia", "corrida", "vivida". Así me veía el hombre a quien le había dado todo, solo una herramienta para desechar cuando ya no le servía, valiendo menos que la inocencia fabricada de una desconocida.
El dolor fue insoportable, pero en el fondo de ese abismo, algo se encendió: la rabia. La humillación se transformó en una determinación inquebrantable. Me levanté, la cabeza alta, y con una sonrisa forzada le dije: "Claro, Diego. Será un honor tocar en tu boda" . Pero esa no era Ximena, la víctima; era Ximena, la guerrera, a punto de desatar su venganza. Una Fortuna, Un Futuro Nuevo
Gavin Me desperté con el incesante murmullo de la televisión y la voz de mi suegra, Doña Carmen, quejándose de la leche.
No era un sueño; el calendario marcaba la misma fecha fatídica en que mi vida se había desmoronado.
Este día, esta escena, ya la había vivido, hasta la humillación de la maceta robada y el insoportable Jorge defendiendo a su madre ladrona.
Cinco años en prisión, abandonada y traicionada por el hombre que amaba, todo por la cleptomanía de mi suegra, una enfermedad que mi familia política se negaba a ver como tal, mientras yo perdía mi vida.
Pero esta vez, al mirarme en el espejo, supe que no sería la víctima; la que iría a la cárcel sería ella, lo juro. Cenizas del Engaño: Un Nuevo Vuelo
Gavin La gala benéfica de "Lucha Libre del Sol" era el día para celebrar años de esfuerzo, el momento en que mi esposa, Laura, anunciaría una donación de diez millones de pesos para mi proyecto social.
Pero en el escenario, con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, Laura prometió cincuenta mil pesos, una miseria, para luego regalarle un coche de lujo y una cadena de oro con un mensaje íntimo a Mateo, un advenedizo que era su protegido y, sospechosamente, quizás algo más.
La humillación no paró ahí; al día siguiente, mi equipo, mi familia, recibió notificaciones de deducciones ridículas en sus bonos, un castigo mezquino por su lealtad a mí.
¿Cómo pudo Laura, la mujer con la que compartí una década, la empresaria que valoraba la "visión de negocios", caer tan bajo, cegada por un parásito y su propia codicia? ¿Realmente creyó que podría romper nuestro espíritu y la lealtad que habíamos construido?
En ese momento, miré a mi equipo, listos para seguirme a cualquier lado, y supe que era hora de cerrar un capítulo. "Esto se acabó, Laura" , le mandé por mensaje. "Quiero el divorcio" . El Precio de la Traición: Un Nuevo Comienzo
Gavin El zumbido de mi teléfono vibró sobre la pulida mesa de conferencias, interrumpiendo mi presentación de resultados trimestrales.
Era Mónica, mi mejor amiga, enviando un mensaje inusual durante mis horas de trabajo, insistiendo una y otra vez.
Ignoré la primera, pero una punzada de inquietud me recorrió con la tercera.
Con una disculpa formal a mi equipo, tomé el teléfono y vi el mensaje: "Tienes que ver esto, Ximena. Lo siento mucho."
Debajo, un video. Le di play, y mi corazón se detuvo.
En la pantalla, el agave azul de mi abuelo, "Sol de mi Abuelo", el legado de mi familia y ganador de tres premios, estaba arrancado.
Brutalmente cortado y goteando savia en un balde de plástico barato.
Para colmo de la humillación, un perro callejero se acercó y orinó sobre él.
Mi respiración se atoró.
Entonces, la cámara giró, revelando a Sofía, la nueva becaria de mi prometido, Ricardo, sonriendo con suficiencia.
"¡Ricardo es el mejor!" exclamó con voz chillona. "¡Mi agave \'Pequeño Sol\' será la envidia de todos con la esencia de esta planta campeona!"
Sentí cómo la sangre me abandonaba el rostro, luego regresaba con una furia helada.
Ricardo, pregunté con voz plana: "¿Qué le hiciste a mi agave?"
Él respondió, con una ligereza que me abofeteó: "Sofía lo necesitaba para la universidad. Se lo presté. Solo es una planta, Ximena."
"Ricardo", dije, mi voz ahora un susurro mortal: "Tienes cinco minutos para traerla de vuelta. Intacta."
Colgué, bloqueé su número y llamé a mi jefe de seguridad, Raúl.
"Raúl", mi voz firme como el acero, "Te acabo de enviar una ubicación y dos fotos. Quiero que dos personas y una planta desaparezcan de ese lugar en menos de cinco minutos. Sin dejar rastro. Los daños que sufran son irrelevantes."
La guerra acababa de empezar.