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Los Merodeadores de Fronteras

Chapter 8 LA DECLARACIóN DE GUERRA.

Word Count: 3291    |    Released on: 04/12/2017

imiento que se experimenta, se adivina, por decirlo así, la aproximación de una desgracia; se sabe que se está amenazado, aunque sin poder fijar cuando ni como llegará el peligro; el día parece que se pone más sombrío;

ltercado con el Pawnee, no solo él, sino la población entera de la colonia se enc

; todos habían regresado, las reses habían sido encerradas en sus respectivos establos, y en la apa

de Mono; pero solo encontraron el caballo de que tan audazmente se apoderó el ind

ás inquieto de lo que aparentaba, había doblado los centinelas destinados a velar por la co

a y los criados se reunieron en la sala baja de la torre para la velada

aban a ser frescas, solía leer en algún libro antiguo de teoría militar, mient

a con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos fij

eza, y volviéndose ha

cómo llora

oven; no se les puede acallar. Hace lo menos una ho

más conveniente que dejarlos conf

go se oyó su voz en el piso superior, que er

argento que estaba en un rincón de la sal

VV. imposible alcanzar a ese maldito indio q

parecen culebras; por todas partes se deslizan. Afortunadamente he enco

entimiento el perderle. ?No le ha herido el indio? Ya sabe V. que es

te el indio se habrá visto obligado a abando

xaminado V. cuidados

. Los pieles rojas se han de mirar mucho antes de atacarnos;

nvencido de que querrán vengarse de nosotros, y de que algún día, q

pero creo que si se aventuran a hacerlo,

e todo ahora que, merced a nuestros trabajos y cuidados, nos hallamos próxi

ue un ataque de esos bandidos no

dado prevenir los proyectos que sin duda están formando contra nosotros esos di

e estén muy vigilantes. No creo que los Pawnees

rel, respondió el capitán movie

n, se agitó con fuerza la campana situada en el recinto exterior y que serv

de la pared en frente de él; son cerca de las ocho de la noche: ?

se levantó; cogió su rifle, y haciendo una se?a al

migo mío? le preguntó u

con su mujer, que había entrado de

mpana? le dijo. Alg

eres tú quien debe ir a ab

precisamente a estas horas es cuando debo ir a abrir la puerta, porque puede ser peligroso hacerl

sonó por segund

l capitán volviéndos

caer sobre un sillón, muy pálid

o, seguido de Bothrel y de cuatro

negro; era imposible distinguir los objetos a la distancia de dos pasos; una brisa

o en el puente levadizo no ha dado

ma, sabiendo que desde la torre

aron avanzando. Muy luego oyeron un ruido sordo de voces,

. que aguardar algunos minutos. únicamente les aconsejo, por su propio in

italidad de una manera singular. No importa; aguardaré, y puede V. levantar el ca

egó el capitán a lo

ob? preguntó

tán, respondió Bob. Allí, en la orilla del foso

qué quiere? gr

es? replicó

edada, a estas horas, a los vagabundos desconocidos. Vuelva V. a la salida del so

ondió el forastero; su obstinación en dejarme

el capitán con impaciencia, que no e

ido V. ya una falta grave; no vaya V. a cometer otr

rendió al capitán y

e un inst

rantiza que no me hará V. traición? La noche está oscura, y

un solo compa?ero de qui

da vez más indeciso; y d

?

ua con tal perfección que se le podr

ia: soy canadiense y

ntonces ese celebre cazador de los bosque

o que me hallo persuadido es de que

aré entrar; pero ?quién es el hombre

rimer sachem de los

el capitán, ?y qué

si quiere abri

cuenta que, a la más leve apariencia de traición

en si falto a la

mpa?eros que se mantuviesen dispuestos para cualq

el Ciervo-Ne

, O al menos no las

e sus sospechas, y después que se hubo vuelto a alzar el puente le

dijo a los d

sin responder, y c

e sin haber pronun

en que mistress Watt se hallaba sola

una mirada suplicante que el capitán comprendió, porque no insist

anca que ya le conocemos; nada en su aspecto parecía demost

el contrario, estab

asientos junto al f

ben tener necesidad de calentarse. ?Viene

ador con tono bonachón; hasta ahora nuestras intenciones son buena

se negarán VV. a ac

recía hallarse encargado de llevar la voz por sí y por su compa?ero;

a que nada bueno le presagiaba; entonces hable V., que ya le escuc

que si estoy aquí, solo puede ser con el objeto de evitar las co

agradecimiento, y el canadiense

í, en dos palabras, el motivo que nos trae: los Pawnees-Serpientes acusan a V. de haberse apoderado,

ue los pieles rojas se negaban a entregármela; pero niego que lo haya hecho por traic

ndose con viveza, ?el rostro pálido t

ece está bastante embrollada. Perdone V. si insisto, caballero, repuso dirigiéndose al capitán; pero la cuestión

s primeras relacion

r qué llegaron

ntra la fe jurada y la palabra dad

?Ceder e

e me habían vendido el

itán, eso exig

buena fe con que obro en este asunto

vo-Negro cambiaron u

o entiendo, d

o el capitán, que voy a buscar

de la ha

t juntando las manos en ademan suplic

tristeza; según el aspecto que van to

án entrando en la sala,

tó con dirigirle una mira

o es falso, d

apitán lleno de estupor. Entonces m

gracia ha sucedido

murmuró maquina

levantó y dijo co

os pálidos, que un

pero el jefe le impuso silencio

do la sabiduría; también los Pawnees-Serpientes son justos, quieren vivir en paz con mi padre

del jefe; la joven sobre todo, al oír aquellas palabras, sintió que

donar los territorios de caza de los Pawnees y a retirarse en compa?ía de todos los rostros pálidos que han venido con él; los Pawnees renunciarán a la veng

alabras hubo un mo

Aquellas condiciones eran inaceptables, y por

re? preguntó el jefe

puedo aceptar tales condiciones, es imposible. Lo más

os desde?osamente y dijo co

cado; los rostros pálidos tienen

obstinación ciega que caracteriza a su raza, nada quiso oír, y cuanto más intentaron

el canadiense y el Ciervo-Negro, acompa?ánd

vo a la torre. En el umbral de la puerta tropezó con un

ue realmente quieren la guerra? ?Vi

echas atadas con una piel de serpiente; los dos extremos de e

, había dejado caer detrás de

ba desvanecida, y era preci

a amanecido, hizo que despertasen a todos los colonos y los reunió delante de la torre con el fi

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1 Chapter 1 EL FUGITIVO.2 Chapter 2 QUONIAM.3 Chapter 3 NEGRO Y BLANCO.4 Chapter 4 LA MANADA.5 Chapter 5 EL CIERVO-NEGRO.6 Chapter 6 LA CONCESIóN.7 Chapter 7 CARA DE MONO.8 Chapter 8 LA DECLARACIóN DE GUERRA.9 Chapter 9 LOS PAWNEES SERPIENTES.10 Chapter 10 LA BATALLA.11 Chapter 11 LA VENTA DEL POTRERO.12 Chapter 12 CONVERSACIóN.13 Chapter 13 CARMELA.14 Chapter 14 LA CONDUCTA DE PLATA.15 Chapter 15 EL ALTO.16 Chapter 16 RESUMEN POLíTICO.17 Chapter 17 TRANQUILO.18 Chapter 18 LANZI.19 Chapter 19 LA CAZA.20 Chapter 20 CONFIDENCIAS.21 Chapter 21 EL JAGUAR.22 Chapter 22 EL ZORRO-AZUL.23 Chapter 23 EL DESOLLADOR-BLANCO.24 Chapter 24 DESPUéS DEL COMBATE.25 Chapter 25 UNA EXPLICACIóN.26 Chapter 26 EL PARTE.27 Chapter 27 EL GUíA.28 Chapter 28 JOHN DAVIS.29 Chapter 29 EL TRATO.30 Chapter 30 El fugitivo.31 Chapter 31 Quoniam.32 Chapter 32 Negro y blanco.33 Chapter 33 La manada.34 Chapter 34 El Ciervo-Negro.35 Chapter 35 La concesión.36 Chapter 36 Cara de Mono.37 Chapter 37 La declaración de guerra.38 Chapter 38 Los Pawnees-Serpientes.39 Chapter 39 La batalla.40 Chapter 40 La venta del Potrero.41 Chapter 41 Conversación.42 Chapter 42 Carmela.43 Chapter 43 La conducta de plata.44 Chapter 44 El alto.45 Chapter 45 Resumen político.46 Chapter 46 Tranquilo.47 Chapter 47 Lanzi.48 Chapter 48 La caza.49 Chapter 49 Confidencias.50 Chapter 50 El Jaguar.51 Chapter 51 El Zorro-Azul.52 Chapter 52 El Desollador-Blanco.53 Chapter 53 Después del combate.54 Chapter 54 Una explicación.55 Chapter 55 El parte.56 Chapter 56 El guía.57 Chapter 57 John Davis.58 Chapter 58 El trato.59 Chapter 59 La emboscada.