Los Merodeadores de Fronteras
s ya, según dijimos, había llegado al otro lado del río en q
más razón, cuanto que tenía casi la certidumbre de no ser perseguido antes de un espacio de tiempo que le habrí
in, por cualquiera otra causa que ignoramos. No se había movido del sitio en que buscó un refugio en el primer momento. Había permanecido con los o
os; debía unir una destreza y una ligereza poco comunes con una fuerza sin igual. Sus facciones eran astutas, expresivas; su fisonomía respiraba franqueza; sus ojos grandes revelaban inteligencia; en fin, aunque su tez era del negro más lustroso, y que desgraciadamente en América, en ese país cl
r a punto fijo lo que había ocurrido entre el cazador y su antiguo amo, puesto que se hallaba demasiado lejos para oír lo que se decía, comprendió que, al menos provisionalment
iragua en la arena y se dirigió con paso firme y mesurado h
, y casi en la misma post
tener una sonrisa de s
uoniam! ?Está V
ha dicho a V. Joh
V. ahí? ?Por qué no se ha
mientras otro expone su vida por él. Aguardaba, dispuesto a ent
grandeza de alma, que demostraba que tal h
ias; la intención era buena; por fortuna la intervención de
mi amo, esté V. seguro de que l
igen a la humanidad. Pero ante todo hágame el favor de no volverme a llamar amo, porque me disgusta; esa palabra
e puede dar a V.
le llamo Quoniam. Me parece que Tranquilo no es
rto! dijo el
Ahora pasemos a otra cosa
es un papel de su cint
do una mirada inquieta en el papel qu
alabra, es un documento por el cual John Davis, natural de la Carolina del Sur, mercader de esclavos, restituye desde el día de hoy a Quoniam, aquí presente, su libertad plena y completa, para que en lo sucesivo la
, es decir, su rostro se había revestido de una tinta gris sucia, sus ojos se habían abierto de un modo desmesur
o dos o tres saltos con una agilidad de f
l negro, sintiéndose sumamente interesado por lo que veía, y
letamente libre, ?no es ver
bre, contestó Tra
ajar y descansar sin que nadie me lo impi
so
s demás hombres? ?Ya no soy un animal a quien se carga o se engancha a pesar
zador, a quien a la vez entretenían e
a cabeza con ambas manos; ?Oh, c
on un acento singular que
s manos, alzó los ojos al cielo, y excl
as a su color para protegerlos y defenderlos; tú, cuya bondad es sin límites, lo mismo que tu p
que se agitaban en el fondo de su corazón, el negro se dejó caer al suelo, y durante
gunos instantes el negro
a acostumbrarme a mi nueva condición, tenga V. la bondad de referirme lo que ha pasado entre usted y mi amo, a fin de que yo s
ión que tan poco le interesa a V.
ibre, es cierto; pero ?
rgo, como puede hacer que forme V. mejor opinión respecto del hombre
e los sucesos que habían ocurrido entre el mercader de
tá V. satis
e Dios, a V. es a quien debo todo, y no lo olvidaré; sean las que quieran las circunstancias en
le corresponde es emplear esa libertad como de
ohn Davis el buen sentimiento que le ha impulsado a prestar oído a las observaciones de V.: quizás
a que no me he equivocado en el concepto que acerca
onsejo
a pesar de mi deseo de serle a V. útil, no quisiera darle un consejo que, sin duda por consideración hacia mí, se apresuraría a seguir, y más tarde podría causarle pesadumbre. Además, soy un hombre cuya vida, desde la e
embargo, no puedo permanecer así: tengo
V. una
uál
flexionará con entero descanso acerca de la profesión a que le conviene dedicarse; pesará V. en su mente las ventajas que de ella espere obtener, y luego, cuando haya adoptado una determinación irrevocable, vuelve
la cabeza varia
y bueno y hay malo; no es eso c
uoniam; adivino que quiere V
En vez de pedirle hipócritamente un consejo que de ningún modo tenía intención de s
el cazador r
odrían servirme de un modo conveniente en las ciudades, en donde al hombre no se le aprecia por lo que vale, sino únicamente por lo que parece. ?Para qué me serviría esa libertad, con la que tanto me envanezco, en una ciudad en donde, para mantenerme y vestirme, al instante me vería obligado a sacrificarla en provecho del primero que se dignase procurarme los recursos más necesarios de que me hallo completamente privado? Solo habría reconquistado mi libertad para convertirme yo mismo de nuevo en
porque quiera seguir mi ejemplo. ?Bueno! Ahora que todo está arreglado y convenido a gusto de V., vamos a separ
o dos hileras de dientes blancos
izo una se?a postrera de amistosa despedid
también los dos cuernos llenos de pólvora y balas, y luego, habiendo dirigido una mirada en torno suyo para cerci
piragua y se disponía a ponerla a flote. Al oír e
s V. todaví
ntestó e
e trae a V. ha
ntre su encrespada cabellera y rascándose
?
ndió el negro co
ué
evarme
ador tendiéndole la man
.? exclamó Quoniam con u
S
nos sepa
erá de la v
ando una carcajada alegre, v
do tienen completa fe el uno en el otro, son muy fuertes en el desierto. S
barca y cogió ale
ento iba a comenzar realmente a vivir con la existencia de los demás hombres, sin ninguna traba amarga; lo pasado no era ya más que un sue?o. Había encontrado en su defensor
el uno sobre el otro, formaba una especie de promontorio de arena muy favorable para establecer un campamento por la noche, porque desde allí se domin
o Tranquilo; trasportemos a tierra la
alto, y colocándola sobre sus robustos hombros, la
ya bastante bajo en el horizonte en el momento en que el cazador dobló el promontorio y cazó los flamantes, se hallaba a la sazón próximo a desapare
e oían por intervalos, mezclándose con los maullidos de lo
y la llama, por el contrario, iluminase los alrededores de modo que denunciase inmediatamente la aproximació
de los aventureros, cena muy sobria, regada tan solo con agua del río; pero que comieron con buen apetito y
provisión de tabaco con su nuevo compa?ero, y encendió su pipa india, que sabo
oza de gran nombradía en su tribu. Le quiero como a un hermano, y casi puede decirse que nos hemos criado juntos. Me alegraré de ver que simpatice con V. Es un hombre entendido y experimentado, para quien la vida
n. Hasta ahora, aunque como esclavo fugitivo he vagado durante mucho tiempo por los bosques, todavía no he visto nunca a un indio indn haya encontrado en toda su vida. Ea, ya ha anochecido por completo; debe V. estar cansado por la obstinada persecución que ha sufrido durante todo el día y por las emociones f
o; los sabuesos de su antiguo amo le habían perseguido tan de cerca, que en las cuatro últimas noches no había podido dormir. Así
star dispuesto para cualquier alarma, y quedó sumido en profundas reflexiones, al paso qu
e que, en primer lugar, tiene la desventaja de hacer más lenta la narración, y que además es falso, doble razó
Werewolf
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