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Los Merodeadores de Fronteras

Chapter 2 QUONIAM.

Word Count: 3369    |    Released on: 04/12/2017

o; por eso, cuando estalló la descarga mandada por John Davis, quedó ésta sin efecto; el joven se

rlado así por el cazador; profería contra él las am

cticable en frente de un hombre tan resuelto como parecía serlo el cazador, no había medio hábil para vengars

encontrar un recurso que le procurase alguna ventaja, silbó u

amó rugiendo de cóler

to que también V. ha querido matarme; pero prefiero tratar por buenas, aunque estoy firmemente persua

ue a romper la escopeta de uno de los cri

clamó el americano exa

ntrar pacíficament

ondiciones? Dígam

de un

iado quedó roto de un b

bres, tres estab

clavos; ?Ha resuelto V. tomarnos a t

ro igualar las

er

stá h

quedó hecha astil

canadiense apare

ndite, se adelantó ha

demonio! excla

timo rifle y se lo echó a la cara; pero antes de que hubiese podid

zador le había

y, repuso el canadiense,

la piragua, y en breve espacio de

la plataforma, aullando y blasfemando. Ya se lo había a V. advertido; yo solo, quería igualar l

itaba el miserable pose

razo roto; comprenda V. que me habría sido muy fácil matarle si hubiese quer

é! gritó John rech

digo que no. Pero dejemos eso; voy a examinar

o te acerques! ?O

se encogió de

á V.

debilitado además por la sangre que perdía, hizo un esfuerzo inútil para levantarse y precipi

a audacia con que, después de haberlos desarmado, había atravesado el río para ir a entregarse en sus manos,

, ?háganme el favor de tirar el cebo de sus pistolas, pue

grande, mientras que, por el contrario, el canadiense, merced a la manera expeditiva en que había obrado, les inspiraba un verdadero t

este buen hombre. Sería lástima privar a la sociedad de un perso

es ejecutaban sus órdenes con una rapidez y un celo extraordin

o, las nociones elementales de la medicina y sobre todo de la cirugía; y en un caso dado, pueden curar una fractura o una herida cualquiera

rificó la primera cura del herido, probó que, si sabí

io que parecía haberse trasformado de improviso y procedía con un aplomo, un

canadiense le opusiera. Como sucede siempre cuando la primera cura está bien hecha, al primitivo y violento dolor de la herida, había sucedido un bienestar indefinible; por eso John, agradeciendo, a pesa

s privados de razón, como una mercancía en fin, su corazón se había embotado gradualmente hasta el extremo de no sentir las emociones dulces: en un negro no veía más que el dinero que había desembolsado y el que esperaba sac

n sentimiento, y aún fuera de su comercio gozaba de cie

ya no se conocerá nada, si V. se cuida bien, con tanto más motivo cuanto que, por una felicidad inaudita, la bala no ha

se me devuelva el maldito negro

Ya sabe V. que precisamente con motivo de la devolución del mald

no puedo per

o su

ue no deseo perder en manera alguna, con tanto más motivo cuento que hace algún

argo, yo tendría empe?o en arreglar este negocio por buena

o hizo una

V. de tratar los

hemos entendido desde luego; ha estado

os más de eso; lo

iadamente soy pobre; a no ser así, le daría a V. alg

r se rascó

tre nosotros y aún quizás por eso mismo, no quisiera que nos separásem

eso de

ombre de

nerle. En fin, no importa. ?Con que dice V

verdad

a de un modo tan encarnizado, con

amor

adiense con un ge

y al cabo yo soy m

a dicho entre paréntes

epente. Me trasladé al instante a Baton-Rouge. Entre los esclavos expuestos se encontraba Quoniam. Ese tuno es joven, bien formado, vigoroso; tiene un aspecto audaz e inteligente. Com

do ser libre o morir. Por más que haga V. para sujetarme, l

ones a cual más poderosas para que no me obstinase en mi propósito. Pero me hallaba muy decidido y me mantuve firme. Quoniam me fue entregado por el precio de noventa duros, baratura fabulosa para un negro de su edad y de su corpulencia. Pero nadie l

eaba para detenerle. ?Qué más diré? Hace un mes que esto dura; hace ocho días que ha vuelto a escaparse: desde entonces ando persiguiéndole. Perdiendo ya la esperanza de sujetarle, la cólera se

on marcado interés la narración del mercader, que hallánd

es un extremo astuto. Se ha burlado tanto de mí,

vido de libertad y de espacio, me inspira, a pesar mío, un interés muy vivo. Quiero tratar de procurarle esa libertad a que aspira con tan marcada constancia. He aquí lo que propongo a V. Tengo en m

una sorpresa mezclada

es demasiado ventajoso para mí, y a V. le perjudic

e ha puesto en la cabeza qu

cia. Ese no agradecerá en manera alguna lo que hace V. por él; al contrar

i me la demuestra, tanto mejor para él; si no, ?sea lo que Dios quiera! Obr

temple de V. ?Pues bien! Quiero probarle que no soy tan malvado como tendría derecho para suponerlo después de lo que ha pasado entre nosotros. Voy a firmar el acta de venta de Quoni

ión de pedir a V. su cuchillo de monte, una hacha y el rifle que aún le queda, para que el pobre diablo a quien re

n humor. Puesto que a toda costa quiere ese tun

o de venta, sino, con arreglo al deseo del canadiense, un certificado de emancipación perfectamente en regla, cer

o de vista de los negocios, acabe yo de cometer una necedad; pero,

s impulsos de su corazón, respo

ió con dos pieles de jaguar magníficas, perfectamente intactas, que entregó al mercader. Este, seg

si me da V. esas armas, ?cómo

uas de aquí, todo lo más, he dejado mis caballos y mi gente. Además,

embargo, como la herida no le permitirá a V. que recorra a pie una distanc

mento cortó el canadiense con su hacha unas ramas de árbol y construyó

Acuérdese V. de que no hay oficio tan malo que un hombre de bien no pueda desempe?ar con decencia; cuando el corazón de V.

on cierta emoción. Una palabra to

ble

idad hace que volvamos a encontrarnos, pueda yo apelar a l

ador de los bosques, y mis compa?eros

ombre cuya fama era universal en las fronteras, el cazador le hizo una se?a postrera de despedida, saltó de l

omo se hubo quedado solo. Sin duda alguna mi genio benéfico es el

hombros, y después de haber dirigido una mirada postrera al cana

ma

la enramada, y ya no se oía más que el ruido de los ladridos alegres de los sabuesos que corrían delante de

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1 Chapter 1 EL FUGITIVO.2 Chapter 2 QUONIAM.3 Chapter 3 NEGRO Y BLANCO.4 Chapter 4 LA MANADA.5 Chapter 5 EL CIERVO-NEGRO.6 Chapter 6 LA CONCESIóN.7 Chapter 7 CARA DE MONO.8 Chapter 8 LA DECLARACIóN DE GUERRA.9 Chapter 9 LOS PAWNEES SERPIENTES.10 Chapter 10 LA BATALLA.11 Chapter 11 LA VENTA DEL POTRERO.12 Chapter 12 CONVERSACIóN.13 Chapter 13 CARMELA.14 Chapter 14 LA CONDUCTA DE PLATA.15 Chapter 15 EL ALTO.16 Chapter 16 RESUMEN POLíTICO.17 Chapter 17 TRANQUILO.18 Chapter 18 LANZI.19 Chapter 19 LA CAZA.20 Chapter 20 CONFIDENCIAS.21 Chapter 21 EL JAGUAR.22 Chapter 22 EL ZORRO-AZUL.23 Chapter 23 EL DESOLLADOR-BLANCO.24 Chapter 24 DESPUéS DEL COMBATE.25 Chapter 25 UNA EXPLICACIóN.26 Chapter 26 EL PARTE.27 Chapter 27 EL GUíA.28 Chapter 28 JOHN DAVIS.29 Chapter 29 EL TRATO.30 Chapter 30 El fugitivo.31 Chapter 31 Quoniam.32 Chapter 32 Negro y blanco.33 Chapter 33 La manada.34 Chapter 34 El Ciervo-Negro.35 Chapter 35 La concesión.36 Chapter 36 Cara de Mono.37 Chapter 37 La declaración de guerra.38 Chapter 38 Los Pawnees-Serpientes.39 Chapter 39 La batalla.40 Chapter 40 La venta del Potrero.41 Chapter 41 Conversación.42 Chapter 42 Carmela.43 Chapter 43 La conducta de plata.44 Chapter 44 El alto.45 Chapter 45 Resumen político.46 Chapter 46 Tranquilo.47 Chapter 47 Lanzi.48 Chapter 48 La caza.49 Chapter 49 Confidencias.50 Chapter 50 El Jaguar.51 Chapter 51 El Zorro-Azul.52 Chapter 52 El Desollador-Blanco.53 Chapter 53 Después del combate.54 Chapter 54 Una explicación.55 Chapter 55 El parte.56 Chapter 56 El guía.57 Chapter 57 John Davis.58 Chapter 58 El trato.59 Chapter 59 La emboscada.