Adiós mi marido despiadado y mi hijo ingrato

Adiós mi marido despiadado y mi hijo ingrato

Gavin

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Capítulo

El aire de la fiesta era denso, olía a perfume caro y a tequila reposado, un aroma que Sofía Romero no conocía. Se sentía fuera de lugar con su vestido sencillo, mientras su esposo, Diego, la conducía hacia sus imponentes padres. "¿Esposa? Diego, este juego tuyo ha durado demasiado. Ya es hora de que recuerdes quién eres. Eres un Alcázar" . La mención de 'Alcázar', la dinastía del tequila, le heló la sangre. Miré a Diego, buscando al carpintero que amaba, pero solo encontré a un extraño de ojos fríos. "¿Qué está pasando, Diego?" , susurré. "Se acabó, Sofía" , dijo él, sin una pizca de emoción. "Tuve un accidente hace cinco años. Perdí la memoria. Vivir como un pobre carpintero fue... una experiencia. Pero ya he recordado todo. Mi lugar no es contigo" . La mentira era tan descarada, tan cruel, que me quedé sin aliento. Un nudo se formó en mi garganta. Recordé haber vivido esto antes, en otra vida, rogando y humillándome solo para ser desechada. Abandonada con mi hijo Mateo, viendo cómo él se casaba con otra, hasta que la muerte fue un alivio. Pero esta no era esa vida. No sería la víctima. Esta vez no habría lágrimas. "Acepto" , dije, mi voz sorprendentemente firme. "Ya no te necesito. Diez millones de pesos. Firma los papeles del divorcio y desaparece de mi vida" . Su madre, Doña Elena, añadió como veneno: "Es más dinero del que tu familia ha visto en generaciones. Y no te atrevas a decir que llevas a un hijo de Diego en tu vientre. Nos aseguraremos de que eso no suceda" . La crueldad era casual, natural para ellos. En mi vida pasada, me habría destrozado. Ahora, solo alimentaba mi resolución. Miré a Diego, a aquel que me había destruido una vez, y tomé una decisión. Caminé con la cabeza en alto, dejando esa vida falsa. El aire fresco de la noche llenó mis pulmones. Era el primer aliento de mi nueva vida, una que construiría lejos de su veneno. Cuando Diego y su nueva prometida, Camila del Valle, me visitaron para asegurar que entendiera los términos de la separación, mi hijo Mateo, ya manipulado, me lanzó un juguete que me cortó la frente. "¡Tú eres mala!" , me gritó Mateo. "¡Cami dice que por tu culpa papá estuvo perdido! ¡No te quiero!" La última brasa de amor se extinguió. Ese fue el momento. "Lárguense de mi casa" , dije, mi voz como acero. Cerré la puerta detrás de ellos, y no lloré. El pasado se rompía por completo, dejándome libre. En el aeropuerto, el destino me jugó una última mala pasada: Diego, Camila y Mateo, rumbo a un jet privado. Diego me humilló frente a un viejo amigo. "¿Te vas a España? ¿Con mi dinero? ¿A encontrarte con algún otro muerto de hambre?" . Me solté de su agarre. "Tu dinero es lo único decente que he sacado de ti. Tú y yo no somos nada" . Mateo, apegado a Camila, exclamó: "Mi mamá es Cami" . Me libré de él. Dejé el pasado atrás. Estaba lista para nacer de nuevo.

Introducción

El aire de la fiesta era denso, olía a perfume caro y a tequila reposado, un aroma que Sofía Romero no conocía.

Se sentía fuera de lugar con su vestido sencillo, mientras su esposo, Diego, la conducía hacia sus imponentes padres.

"¿Esposa? Diego, este juego tuyo ha durado demasiado. Ya es hora de que recuerdes quién eres. Eres un Alcázar" .

La mención de 'Alcázar', la dinastía del tequila, le heló la sangre. Miré a Diego, buscando al carpintero que amaba, pero solo encontré a un extraño de ojos fríos.

"¿Qué está pasando, Diego?" , susurré.

"Se acabó, Sofía" , dijo él, sin una pizca de emoción. "Tuve un accidente hace cinco años. Perdí la memoria. Vivir como un pobre carpintero fue... una experiencia. Pero ya he recordado todo. Mi lugar no es contigo" .

La mentira era tan descarada, tan cruel, que me quedé sin aliento. Un nudo se formó en mi garganta.

Recordé haber vivido esto antes, en otra vida, rogando y humillándome solo para ser desechada. Abandonada con mi hijo Mateo, viendo cómo él se casaba con otra, hasta que la muerte fue un alivio.

Pero esta no era esa vida. No sería la víctima. Esta vez no habría lágrimas.

"Acepto" , dije, mi voz sorprendentemente firme.

"Ya no te necesito. Diez millones de pesos. Firma los papeles del divorcio y desaparece de mi vida" .

Su madre, Doña Elena, añadió como veneno: "Es más dinero del que tu familia ha visto en generaciones. Y no te atrevas a decir que llevas a un hijo de Diego en tu vientre. Nos aseguraremos de que eso no suceda" .

La crueldad era casual, natural para ellos. En mi vida pasada, me habría destrozado. Ahora, solo alimentaba mi resolución.

Miré a Diego, a aquel que me había destruido una vez, y tomé una decisión. Caminé con la cabeza en alto, dejando esa vida falsa.

El aire fresco de la noche llenó mis pulmones. Era el primer aliento de mi nueva vida, una que construiría lejos de su veneno.

Cuando Diego y su nueva prometida, Camila del Valle, me visitaron para asegurar que entendiera los términos de la separación, mi hijo Mateo, ya manipulado, me lanzó un juguete que me cortó la frente.

"¡Tú eres mala!" , me gritó Mateo. "¡Cami dice que por tu culpa papá estuvo perdido! ¡No te quiero!"

La última brasa de amor se extinguió. Ese fue el momento.

"Lárguense de mi casa" , dije, mi voz como acero.

Cerré la puerta detrás de ellos, y no lloré. El pasado se rompía por completo, dejándome libre.

En el aeropuerto, el destino me jugó una última mala pasada: Diego, Camila y Mateo, rumbo a un jet privado.

Diego me humilló frente a un viejo amigo. "¿Te vas a España? ¿Con mi dinero? ¿A encontrarte con algún otro muerto de hambre?" .

Me solté de su agarre. "Tu dinero es lo único decente que he sacado de ti. Tú y yo no somos nada" .

Mateo, apegado a Camila, exclamó: "Mi mamá es Cami" .

Me libré de él. Dejé el pasado atrás. Estaba lista para nacer de nuevo.

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El aire denso y sofocante de la habitación de hotel barata me asfixiaba. Frente al espejo manchado, la joven de ojos vacíos que me devolvía la mirada era casi una extraña. Pero el montón de billetes en la mesita de noche era real, sucio, tangible. Cien mil pesos. El precio, me convencía, de la vida de Alejandro. Por él, todo valía la pena; incluso la pureza que había sacrificado. Con el corazón latiéndome entre la esperanza y el pánico, corrí al hospital, el olor familiar a antiséptico prometiendo un nuevo comienzo. Pero al doblar la esquina, risas. No, no risas de alivio, sino carcajadas burlonas; la voz de Valeria, mi detestable rival, seguida por la de Alejandro. "¿En serio te creíste que esa tonta iba a conseguir la lana?" , dijo Valeria. "Claro que sí, mi amor. Sofía es tan ingenua... Le monté el numerito del enfermo terminal y se lo tragó enterito. Ya debe estar vendiendo hasta el alma para juntar el dinero" , respondió Alejandro. El suelo bajo mis pies se derrumbó. Su enfermedad, nuestro amor, todo era una farsa cruel. Una elaborada venganza por una beca que yo gané con mi esfuerzo. "Cuando traiga el dinero, la grabaré... Será la humillación de su vida" , susurró Alejandro, su voz conspiradora. Ahogué un sollozo, el dolor físico y emocional era insoportable. Me habían golpeado, manipulado, usado para el entretenimiento de una audiencia cruel. ¿Por qué? ¿Por qué esta maldad? En medio de mi desesperación, el teléfono sonó. Una llamada de Londres. La inoportuna noticia de un abuelo al que creía muerto para mí. Pero en ese instante de quiebre, una idea. Una única y afilada oportunidad para escapar. Decidí que no me destruirían. Esta vez, se acabó la Sofía ingenua. Ahora solo quedaba una Sofía decidida a contraatacar. Y ellos, mis torturadores, pagarían.

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