Adiós mi marido despiadado y mi hijo ingrato
heque de diez millones de pesos estaban sobre la mesa de su pequeña casa, el lugar que una vez llamó hogar. E
gen que atormentaría sus pesadillas en su vida anterior: Diego, impecablemente vestido con un traje
n insulto. "Vinimos a asegurarnos de que entiendes
la como si fuera una extraña, un obst
a, su tono era glacial. "No tengo
, aferrándose a la pierna de Diego, suplicándole que no la dejara, que pensara en su hijo. Recordó
Camila, paseando la mirada por el humilde interior de la c
por defender a Sofía, sino por imp
brazo. Se volvió hacia Sofía. "Diego y yo nos vamos a casar el pr
pasada, la habrían desangrado. Ahora, Sofía se sentía extrañ
jo Sofía, y la sinceridad de su desprecio fue tan
eraba un drama, una confirmación de su pode
ndo un paso adelante. "¿Tú? ¿Una simple carpintera
fuerza que una vez ella había admir
jo ella, su voz
rías estar agradecida. Te estoy dando u
atro años, se asomó, frotándose los ojos. Vio a Camila al lado de su padr
rriendo hacia ella y
, una actriz consumada. "
ó. En sus ojos pequeños y confusos, Sofía vio e
a. "¡Cami dice que por tu culpa pa
a Sofía. El borde afilado del juguete le golpeó la frente, justo encima de la ceja. Un dol
ma. Vio a Diego, que no hizo nada para reprender al niño. Simplemente obse
e el m
so y por el niño que había salido de su vientre, se extinguió. Se convirtió en c
re en sus dedos y luego los mir
o, y su voz no tembló. Era el
ue no reconoció, algo que no podía controlar. La soltó, dio un paso atrás,
vió. No lloró. Simplemente se quedó allí, mientras la sangre se secaba en