Adiós mi marido despiadado y mi hijo ingrato
ble. Era exactamente lo que quería. El corte en su frente estaba cubierto por un pequeño vendaje, un recordatorio físico de s
fila para documentar, un
a? ¿Ere
ra un hombre bueno y honesto que trabajaba en un taller mecánico. Él y su
a, una sonrisa genuina apareciendo
mi familia. ¿Y tú? ¿Y Dieg
Diego fue un
a. Sola. Diego y yo...
n y tristeza. "No puede ser. Se veía
blo" , dijo ella, sin
o de Camila del Valle y el pequeño Mateo, caminaban como si fueran los dueños del lugar, rode
un sentido del
ura furia al verla hablando con Pablo. Celos
o y se dirigió direc
gada de sarcasmo. Miró a Pablo con desdén. "No pierdes el tiemp
so pálido. "Diego, ¿qué
que el hombre tropezó y cayó al suelo, su maleta de mano se abrió y su ro
detuvo a mirar. El e
o. "Diego, cariño, no te rebajes a su nivel
ía del brazo. "¿Te vas a España? ¿Con mi dinero?
llada. Se soltó de su agarre c
encio tenso. "Y sí, me voy lejos, muy lejos de tu veneno. Y si quiero estar con un hombre hone
ablo a levantarse, ignora
l heredero Alcázar. Estaba a punto de grita
Diego. Luego miró a Sofía con ojos llenos de rencor
do su protección. Camila le sonrió, una sonrisa d
l de que su decisión era la correcta. Ayudó a Pablo a recog
ofía" , le dijo él
seguridad. Con cada paso, sentía que se quitaba un peso de encima. Dejaba atrás la humillación, la tra