Adiós mi marido despiadado y mi hijo ingrato
cillo, uno que había cosido ella misma, mientras a su alrededor las mujeres brillaban con joyas que valían más que su casa. Su esposo, Diego, la había traí
is padres" , dijo Diego, s
imponente. El hombre la miró de arriba abajo, su labio se curvó con un desp
es Sofía" , anunció
ltó una risa
durado demasiado. Ya es hora de que r
a sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. Miró a Diego, buscan
susurró ella, el corazón latién
nte hace cinco años. Perdí la memoria. Vivir como un pobre carpintero fu
hubo ningún accidente. Ella lo había cuidado después de una simple caída en
la que le rogó, lloró y se humilló, solo para ser desechada como basura. Recordó haber sido abandonada, con su pequeño hijo Mateo en brazos, sin un centavo, v
sa vida. Era una s
una capa de hielo. La humillación ya no la paralizaba, la despertaba. Mi
Sofía, su voz sorpr
a Diego. Él esperab
lia Alcázar te dará una compensación generosa. Diez millones de
ena Alcázar, finalmente ha
milia ha visto en generaciones. Tómalo y lárgate. Y no te atrevas a decir que l
os. En su vida pasada, esas palabras la habían d
No habría súplicas. Esta ve
los ojos de Diego. Vio un destello de sorpres
daría esa s
mer aliento de su nueva vida. Una vida que construiría con el dinero de ellos, lejos de su veneno. Se iría a España. Estudiaría diseño de moda, su sueño olvidado. Se convertiría en alguien