El frío del hospital se me metió hasta los huesos, pero no era por la temperatura, sino por el vacío que dejó la pérdida de mi primer bebé. Mi esposo, Mateo, me consolaba con una devoción que, en mi dolor, casi creí, mientras el mundo lo veía como el marido perfecto y exitoso. Pero la verdad era una víbora acechando en la sombra: una noche, mientras el sueño me arrastraba, escuché a Mateo y a su amigo, el Dr. Ricardo, hablar. Mi primer aborto no fue un accidente, fue... un entregado. Y el bebé que crecía dentro de mí, esta vez, no era nuestro, era una mercancía para Elena, su prima con la que Mateo mantenía una aventura. Me descubrí como un vientre de alquiler engañado, un recipiente vacío, la candidata perfecta con la complexión adecuada. La bilis me subió por la garganta, pero transformé mi indignación en astucia. Ahora, en la quietud de la casa convertida en prisión, solo me quedaba un camino: fingir demencia, jugar su juego y reunir las pruebas que los hundirían a todos. Mi hijo no sería el fruto de su traición, sería el arma de mi venganza.
El frío del hospital se me metió hasta los huesos, pero no era por la temperatura, sino por el vacío que dejó la pérdida de mi primer bebé.
Mi esposo, Mateo, me consolaba con una devoción que, en mi dolor, casi creí, mientras el mundo lo veía como el marido perfecto y exitoso.
Pero la verdad era una víbora acechando en la sombra: una noche, mientras el sueño me arrastraba, escuché a Mateo y a su amigo, el Dr. Ricardo, hablar.
Mi primer aborto no fue un accidente, fue... un entregado. Y el bebé que crecía dentro de mí, esta vez, no era nuestro, era una mercancía para Elena, su prima con la que Mateo mantenía una aventura.
Me descubrí como un vientre de alquiler engañado, un recipiente vacío, la candidata perfecta con la complexión adecuada.
La bilis me subió por la garganta, pero transformé mi indignación en astucia.
Ahora, en la quietud de la casa convertida en prisión, solo me quedaba un camino: fingir demencia, jugar su juego y reunir las pruebas que los hundirían a todos. Mi hijo no sería el fruto de su traición, sería el arma de mi venganza.
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