EL Aborto No Es Accidente
rmecida por el sedante, pero mi mente estaba más alerta que nunca, cada uno de mis sentidos agudizado por el mied
de reproche. Era la pregunta que yo misma me había hecho mil veces en
ndose una mano por el cabello, con ese ges
cualquier emoción genuina. "Y voy a compensarla por todo esto. Cuando todo termine
hijo y mentirle de esta manera tan monstruosa?", replicó Ricar
olidará. A veces hay que hacer sacrificios por un bien mayor," argumentó Mateo, su lógica retorcida y egoísta. "Además, Sofía es frágil. Con el tiempo, acepta
ición y la de su prima. Yo era el "sacrificio". Y mi dolor, mi insondable dolor por
uerza que sentí el sabor metálico de l
agua al máximo. El sonido del agua corriendo ahogó el sollozo que finalmente se escapó de mi garganta, un gemido de pura agonía. Me miré en el espejo. La mujer que me devolvía la mirada tenía los ojos lle
ría. Lloré por mi ingenuidad, por mi amor traicionado y, sobre todo, por mis
habitación. Llevaba una bandeja con un tazón de sopa y un
Te escuché en el baño,"
, mi voz ronca por el llant
y él puso la bandeja
tándose a mi lado y acariciando mi cabell
rga que casi me ahoga
tes de su engaño. Lo miré a los o
erfecto. Y luego... desaparecía." Mi voz se quebró, esta vez de verdad. El dolor era
o de verdad, de culpa. Pero no había nada.
vez todo será diferente. Ricardo nos está cuidando de cerca. Tendrás a nuest
ilidad con la que mentía, mirándome a los ojos, era aterradora. En ese momento, entendí la diferencia abismal entre alguien que te ama y alguien
pel de esposa frágil y asustada. "Gra
Creía que me tenía ex
ía insistido en conseguir. Mateo la canceló, diciendo que no quería que me estresara con más médicos y que Ricardo era el mejor. Ahora entendía por qué. No podía arriesgarse a que otr
bitación esa noche. Era una mujer mayor, de rostro sev
o, señora Sofía," dijo, c
lo necesite," protesté, un páni
e mi hombro, hacia la puerta.
mantenerla relajada," insistió
vena. Mi cuerpo se sintió pesado casi al instante, mis párpados se volvieron de plomo. Me es
a, escuché a Mateo hablar por teléfono en vo
no sospecha nada... Por supuesto que te extraño... Pr
oble, un nudo apretado alrededor de mi cuello que me dejaba sin aire. Mi hijo no era solo para consolidar la posición de Elena, era el fruto de su retorcida relación, concebido a travé
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