El Capricho del CEO
-Una Tormen
UER
rad
cer se colaba por la ventana, demasiado brillante para su gusto. La sensación del cuerpo de Kael tan cerca la noche anterior seguía quemando su piel, como
he? -preguntó con un ton
sus pensamientos. Sabía que no tenía nada lógico que decir. ¿Cómo explicarle a Sophie que Kae
la noche -mintió, s
ado con él la noche anterior; la sensación de sus manos, su olor, la mezcla de odio y deseo que la atormentaba. Cada vez que Mickaela intentaba concentrarse en la lección, sentía su mirada sobre ella, como un peso invisible que la mantenía atada. Y lo peor de todo era que ella quería girarse, enfrentarlo, y compr
guntó Sophie sin apartar
e se sintió eterno, con Kael sentado al fondo del aula, observándola sin pestañear. Mickaela evitó mirarlo, pero su presencia se
amiga, tratando de usar esa excusa para vo
con la insistencia de su amiga. No quería hablar del tema, no podía. Pero Sophie no era del tipo que se rendía fáci
i fuera una llama constante. Era un desconocido, pero ese instante fugaz la había dejado inquieta. Al salir del aula, resp
nos con
ntar la mirada, esperando que es
se movía con tal seguridad que parecía haberlo planeado todo. Mickaela apenas tuvo tiempo de procesar lo que estaba pasando cuando Kael empujó la puerta del baño, verificó rápidamente que no hubiera nadie, y luego cerr
eo que
de protesta escapó de su garganta, pero él no cedió. Sus labios seguían presionando los de ella, moviéndose con firmeza, buscando romper cada pedazo de resistencia que ella intentaba mantener. Y luego algo dentro de ella se quebró. Casi sin darse cuenta, Mickaela dejó de empujar y sus manos se aferraron a la tela de su camisa. Todo pensamiento coherente se desvaneció mientras su cuerpo respondía al suyo. Sus labios, que antes se negaban, ahora buscaban los de Kael con desesperación, abriéndose para él. Kael profundizó el beso al sentirla ceder, una mano deslizándose ha
continuaré... -le dijo entre jad
uerte. Ella sentía como él entraba y salía como si sus cuerpos ya se conocieran. Kael no apartaba su boca de la de Mickaela ni por un segundo, hasta que sintió que se corría, entonces la miró fijamente y le sonrió. Ella tiró su cabeza hacia atrás y él le mordió el cuello mientras se derramaba
ración por el anivers
é, pe
s encontramos a
rlo con mucha facilidad,
algo no lo h
, quiero que
mañana te
l campus mañana entonc
jóvenes encontrarían los pasillos vacíos al salir del baño. Mickaela decidió que su