El Capricho del CEO
-Al filo de
UER
rad
tocándolo como si le perteneciera, había sido demasiado. Pero lo que más la enfurecía era el modo en que él la había mirado mientras lo hacía, como si supiera que la estaba destrozando. Avanzó a tientas por la habitación oscura, sus pies descalzos sobre el suelo frío, buscando refugio en la tranquilidad habitual del lugar. Pero ni siquiera allí podía escapar. Todo el camino de
Era un imbécil, un arrogante que sabía exactamente qué efecto tenía sobre ella. Mickaela se pasó una mano por el rostro, tratando de sacudirse esa sensación de impotencia y rabia. No debía afectarle. No era su problema lo que Kael hacía o con quién. Pero aún
espreocupadamente, con esa sonrisa que la h
do que su voz sonara firme, pero el
r en su dormitorio universitario fuera lo más natural del mundo. Dio un p
ecirte -espetó, cruzando los brazos
ella. No había prisa en su forma de moverse, solo es
ombre, tu sabes el mío, no es justo que yo no sepa el tuyo -preguntó con su
e estaba ahí para provocarla, para hacer que perdiera el
que saberlo -dijo, aunque incluso para
ida que ni siquiera ella sabía que estaba jugando. Se a
qué huiste tan rápido de la fiesta? Parecías bastante interesada en lo que estaba haciendo
n su interior, haciendo que su respiración se acelera
ti, tampoco te im
y aquí. Para que me digas porque
contener el temblor que recorría su
trocedió, pero ya no había espacio. La cercanía de su cuer
on la voz baja y seductora,
ba cómo él la hacía sentir, odiaba el modo en que perdía el control cuando estaba
, si ni m
los tipos como tú, yo los conozco bien -le soltó con l
ponen son los
que te vayas ya!, tu so
ovimiento. Luego, sin previo aviso, levantó una mano y le apartó un mechón de cabell
r cómo te esfuerzas por resistirte,
la giró y la empujó suavemente contra la pared, atrapándola entre su cuerpo y la fr
más una súplica que una adver
ridad que la hizo arquearse involuntariamente. Cada célula de su cuerpo gritaba por apartarlo, pero el deseo la traicionaba, envo
entregarse. Pero la realidad era que no podía resistirlo, no mientras Kael estuviera allí, con esa mirada ardiente que prometía un mundo que la aterrorizaba y fascinaba al mismo tiempo. Bajó la cabeza y observó la tatuada y venosa mano dentro de s
isfruta... -le murmuró al oíd
-murmuro e
ntre ellos se había convertido en una llama, y no podía alejarse. Sus piernas se aflojaron, así que Kael la tomó en brazos y la depositó en la cama. Mickaela se d
acomodándola con cuidado como si todo en él se hubiera suavizado por un momento. Era un contraste inquietante con la intensidad de
í? -preguntó, mirando
imperturbable, se
ra acostarla -Su voz era serena, convincente, co
Parecía querer decir algo más, pero se detuvo. Kael se levantó de la cama y se d
en un murmullo, y desapare
necía por el pasillo. A pesar de su partida, la sensación de su pres