El Capricho del CEO
lo 2 -
rad
te a Kael, quien estaba de pie bajo la luz de la luna, completamente inmóvil, observándola. Por un momento, creyó que la estaba mirando a los ojos, pero pronto notó que su mirada se dirigía más abajo. Siguió la línea de sus ojos y su corazón dio un vuelco: su camisola mojada se había pegado completamente a
temblorosa, aunque no estaba segur
disfrutar de cada instante de su incomodidad, permaneció intacta. Fi
adecida con la gente q
nes y comenzó a caminar apresuradamente hacia la casa de huéspedes. Sentía la humedad del césped bajo su
estó en ocultarr. Cuando Mickaela llegó a la casa de huéspedes, jaló con fuerza la manija de la puerta. Nada. Probó de nuevo, pero la puerta permaneció firmemente
ó, pateando la p
s bolsillos, comenzó a caminar tranquilamente hacia ella, disfrutando de la sit
egó a su lado, con un tono que estaba a me
l rostro aún más encendido,
y esta maldita puerta n
luando la situación. Luego, enco
Y de paso, te doy algo seco para que te pongas. -Hizo una
soportablemente incómoda. Sin decir nada, lo siguió a regañadientes. El interior de la mansión estaba en penumbra, pero Kael se moví
un cajón- Cámbiate mientras voy por las llaves. -Sin es
ntras secaba su piel rápidamente con la toalla. Cuando estaba deslizándose la sudadera por los brazos, la puerta se abrió de repente. Mickaela se quedó congelada. Kael estaba ahí, de pie, observándola. Su espal
-murmuró
ida y furiosa al verlo. Cruzó los brazos sobre
, además de un ruidoso! -le espetó
isa despreocupada volvió a aparec
gnífico. -Hizo una pausa, como si estuviera co
habían tomado por sorpresa. El descaro de Kael par
as cruzaba los brazos sobre el pecho -Si tu cuerpo ya es todo
odo pareciera un juego para él. Se encogió de hombros, como
a ligero, pero había algo en la forma en que lo dijo, una especie de desafío implíci
mente mordaces. Las mejillas le ardían, y no sabía si era por la ira o por otra cosa
na vez -exigió, pero su tono sonó
alargó la mano lentamente, como si estuviera entregando algo más valioso que un simple juego de llaves. Cuando las llaves estuvieron al alca
clavándole la mirad
más satisfacción, como si las palabras de
un cumplido -dij
el movimiento de su cabello húmedo y el leve temblor de sus hombros atrapando su atención. Cuando Mickaela desapareció tras la puerta, él se quedó allí un momento más, la sonrisa todavía en sus labios, como si acabara