El Capricho del CEO
6 -Juego
rad
pulsado a llevar las cosas hasta ese extremo... no podía sacárselo de la cabeza. Cruzó la galería con pasos rápidos, intentando que nadie notara su turbación. Necesitaba salir de allí antes de que cometiera la estupidez de buscarlo de nuevo. El aire afuera era fresco y limpio en comparación con el ambiente sofocante de adentro, pero no le ofreció el alivio que esperaba. Su piel
isfrutarías tanto
ansando sobre su hombro y una expresión entre burlona y satisfecho. Kael Donovan, impecable, como si nada hubiera sucedido. Como si lo
¿lo sabías? -escu
acia ella, sin perder es
sgona. Qué combin
ejar que él la viera perder el control. No iba a darle la satisfacción de
mpo para tus
ientemente cerca como para que el olor a su colonia la
soy c
a en lo que él decía. No era como Kael, no vivía sin reglas ni remordimientos, pero una parte de ella envidiaba esa libertad peligrosa que él exhibía -
sa tensión entre ellos. Pero no podía. Porque sabía que él tenía razón. Había algo en Kael que
Kael. No voy empeza
isa burlona. Fue lenta, como si supiera
mpezar, Mickaela
esaparecer en la oscuridad, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. No era solo Kael quien la asustaba, sino lo que él de
rteza de que, a pesar de todas sus advertencias, ella estaba metida hasta el cuello en algo que no sabía manejar. Mientras trataba de recuperar la compostura en el patio, Ryan Hale apareció de la n
tabas haciendo allí, Mickaela? -Su tono no era acusador, s
asiado encantador para su gusto, un experto en leer a las
, cruzando los brazos para pro
cabeza, fingie
a un pasillo oscuro, lo ves divirtiéndose y... ¿desapareces
n sus venas. ¿Sabía lo que había p
rse. Pero Ryan fue más rápido y se interpuso en su camino, con esa
uró, inclinándose un poco hacia ella, como si compartieran un secreto -Pero te da
cuenta del brillo de enojo y frustración en
de comportarse como un cretino? -replicó e
de hombros con
tú pareces querer caer en sus rede
, que había vuelto, con las manos en los bolsillos de su chaqueta y los ojos oscuros
ada, pero con un filo escondido. Su mirada no se apartó de Micka
ó hacia él,
te, amigo. Sol
el aire se volvió denso y pesado. Los ojos de él ardían con esa mezcla de desafío y deseo que la hacía senti
udo oír. La proximidad entre ambos era sofocante, y él lo sa
demasiado cerca, demasiado confiado, y el peso de su mirada la atrapaba, como si la hubiera marcado de alguna forma invisible en aquel
dije que no la asuste
os de Mickaela. Había algo en su mirada que prometía caos. Prom
la estoy asustand
sabía que debería alejarse, romper ese hechizo antes de que la atrapara por completo. Pero no podía. Una