El Capricho del CEO
o 4-Adv
rad
ambos cuando se trataba de mujeres. Sin perder tiempo, Kael se dejó caer en su silla de cuero con un suspiro, mientras Ryan se
hica. Tiene unos ojos... -Dejó la frase en el aire, como si ya pudiera visualizarlo todo e
en su risa, como si esa imagen fuera demasiado c
mela así en toda la noche -Ryan levantó una ceja, divertido por la confesión, pero antes de quegado por el tono en
es? -preguntó Ryan, con un tono medio en broma -Ya hast
ero su expresión se e
es dif
poco en el sillón,
mpleada? -preguntó, con una sonrisa burlona
cruzando
es dis
or
el, su tono un poco más cortante -Y conto en los ojos de Kael, una explicación más profund
amos entre nosotros? -preguntó Rya
dejó escapar un suspiro,
de la casa, ¿vale? Mi padre la ado
ro su sonrisa se mantuvo, ah
zando las manos en un gesto de ren
. Kael lo miró de reojo, sabiendo perfectamente que
tió Kael, con un tono qu
pero no del to
más en el sillón -Pero, con una chica como esa, con esos ojos mirándome a
o se acercara a Mickaela le molestaba más de lo que debería. Tamborileó los dedos sobre el escritorio, inquieto. La presencia de Ryan siempre le había parecido una compañía divertida y ligera, pero esta vez algo en l
ael se levantó
los ojos,
dó
la silla, pero su tono dejaba claro que quería saca
rcajada, incorpor
n ti. -Sonrió mientras se estiraba
ier intento de explicarse solo alim
mirada severa y abrió
ndo anotaciones distraídamente mientras mordía el borde de su sándwich. Algo en su postura relajada, en la manera en
l hombro al pasar por su lad
haberse distraído. Pero antes de irse, n
mando su atención -¿
amente fruncido y levantó los hombros en
Sí
o... cualquier co
ada. No estaba acostumbrada a ese tono p
sonrió, pero era una sonri
la puerta, observó la interacción
ha sido un verdadero placer conocerte -dijo
e instante. Kael suspiró. Sabía que ese iba a ser un problema. Un problema con nombre propio y tatuajes de luna. Cuando finalmente s
, con esa sonrisa que siempre precedía al caos -Cuanto más me d
cia su amigo con una serie
Ryan. No la jod
las aguas. Pero la sonrisa traviesa permane
uiñó un ojo -Solo estoy di
ni siquiera estaba seguro de querer mantenerse alejado él mismo. Mickaela se quedó en la galería, con los brazos cruzados, como si eso pudiera contener la extraña
el, la sonrisa socarrona de Ryan, o el hecho de que, por un instante, había sentido una punzada incómoda al estar cerca de Kael. Agarró su sándwich medio