¡Jefe, nos enamoramos!
meras
cada uno de sus poros porque se mezcla el ruido, el olor a cigarro, el olor al mismo alcohol q
s. Una botella entera de
einarse. Dentro de la b
ar pendiente del bartend
tar acompañándola, justamente en
paraliza. De inmediato queda prendada de
ro lugar
media botella del propio tequila en su vestido y oliendo a cigarro, se siente más que intimidada poco. Sus ojos ambarinos está
ado a su lado y bebe del vaso
dito
mirada y termin
o piensa que con su sola exclamación, con su v
Ma
ace la presencia una conse
duce la voz del hombre a su lado y al que da la espalda
los, como era la común, como era lo correcto. En tal momento, no puede existir palabras que describan có
eñ
ira a su secretaria fuera de como siempre la ha visto. Vivaracha,
ué casu
complementa co
n embarazosa para ella en realidad. Pero su sonrisa aparenta otra cosa y se muerde el labi
de trabajo, no me hagas recordar el trab
señor. No me at
entonces bebe
na manera tan informal, tan impropia de él. Con esa mirada, llena de libertinaje, y esa m
si puedes hac
era, el sentimiento
pronto. No sabe porque dice
arme esta copa? ¿Quier
tiene el
e en perder un poco el razonamiento, y n
propi
o que, después de meses y meses, j
una copa co
un somnífero, y no es que se lamente, pero Maya Seati tiene convicciones firmes y veraces para haber dudado de todas sus citas y encuentros casuales anteriores, le gusta su soltería. Tercero, no menos importante: si venía al caso aceptarle una copa a cualquier hombre, guapo, con mirada encantadora y sonrisa coqueta, pícara, seguro de sí mismo, con una atracción inminente, fornido, v
illas de blanca nieves, pasándose también su corto pelo detrás de la oreja y fingiendo no tener espasmo por lo inevitable, sino que, con tal encantadora
través de la música frágil y el jaleo con
Jenny también, seguro has venido con ella.
levantarse para verificar que su jefe se echa
aire, y le dedica una d
realidad ser