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Por mí aquí y ahora

Capítulo 2 Lluvia de bienvenida

Palabras:2143    |    Actualizado en: 07/01/2023

trabajo, no al menos por voluntad propia, aunque sí por motivos de fuerza mayor, que en esas circunstancias eran más que comunes; en mu

felicidad o, al menos, el mayor bienestar posible, viendo, lo que unos tomaban como el final, el principio. Ese era i

el olor a mar , te, pan caliente y todo lo demás, y que el tipo d

rostro. También le pedí disculpas, porque tampoco lo había vist

acero, proporcionándome una visión estupenda del lugar, porque, cuando el sol brilla así entre las nubes de tormenta... resulta imposible no percatarse de la vulnerabilidad de

fuera, todo estaba tan enmarañado en ese inst

ri, cuando el cielo se cerró otra vez y todo perdi

de mucha lluvia, viento y esperaba, para entonces

z desde mi derecha que me

cabello blanco que llevaba con elegancia, con un corte con forma de garçon. Procurando con

a Gomeri nuevamente, como si su mira

ra lo que podía adivinarse de sus

de un tono gris y opaco, un cárdigan morado y de su h

ser más extravagante sobre todo porque, con mi altura y

ernas, alcé una mano y la saludé para

ió mientras yo reacomodaba mi pesada mochila

un par de metros de la entrada de la estación. Los tres agentes que estaban f

dio las buenas tardes para sonreírme

atención de los otros dos, que me saludaron

quería empaparme, no con

nida se

aberla hecho esperar mucho; ha habid

s; mientras tanto he aprovechado para hace

nquilo.

nemos en marcha? En el trayecto te pongo al tanto. Thiago está ahora con He

, b

dirección al parking. Ella dio el primer paso y yo la seguí, agradeciend

en los últimos tres días, cuando al final se confirmó

diferencia de los que habían abandonado el trabajo, desde que Hebert fuera dado de alta del hospital, no tenía más que palabras de cariño para con él. Tanto era así que, Thiago

o vivía en Londres y eso era todo lo que me habían informado sobre él; hijo

del paciente, sino el paciente mismo, no me preocupaba lo que el hijo hiciera o dejara de hacer; all

as gotas se hacían notar de un modo mucho más evidente,

n el coche, puesto que, en un mínimo par

ores preámbulos, me pasó una copia de la historia clínica del señor Hebert y tamb

viernes por la noche y a pasear todas las tardes de domingo; Thiago lo veía tres veces por semana (oficialmente, y eso yo ya lo sabía porque había conversado largo y tendido tiempo co

ta aprendérmelas, esas mismas líneas que en ese momento tenía delante, en el papel que sujetaba entre mis dedos, mientras al otro lado de la ventani

el olvido; dentro de mi cabeza sonaban suaves

la enorme playa que yo ya había visto en foto

posiblemente las tardes de los fines de semana, cuando no lunes y miércoles, cuando Rosie se quedara

ido que a sus amigos les costaba cada vez más sacarlo de la casa y todos los que teníamos la responsabilidad

l tanto de un creciente estado de depresión acompañado de un exilio qu

ue cabía la posibilidad de que fuese por culpa del estrés por la situación con sus cuidadores, tendríamos que estar todos muy atentos, porque, además del accidente cerebrovascular qu

nada bueno, porque su e

Thiago había prometido ayudarme con todo lo que estuviese en sus manos para evitar que Hebert continuara e

bert, en su estado, en el tiempo que pudiésemos compartir juntos, en mis ganas de poder convertirme en una compañía agradable y reconfortante par

de veces a toda

en ese instante dudaba de mis capacidades para cuidar del señor Hebert,

erd

te encargues de hacer las compras. Como quedamos

Hebert a comprar conmigo será una buena

fueron descon

se queda con él. Costará convencerlo. Tienes permiso para

,

podía ser un modo más de llegar a él, si bien la persona que solía prepararle las comidas había renunciado junto con el último

verbal. La relación entre ambos se terminó cuando el señor Hebert lanzó contra uno de los armarios de

pondré al día de los

con la

a está m

e la propiedad y los fines de semana instalan un mercado con productos de la zona. De todas maneras,

de la ce

me miró

que esta noche dejaras que sus vecinos le acercasen la cena... para evitar fricciones

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