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Por mí aquí y ahora

Capítulo 8 Jardinero de primera

Palabras:1885    |    Actualizado en: 07/01/2023

Yo acababa de llegar y ya sentía

o, al menos, un séquito de mujeres locas por él. Mujeres de su edad sobre todo, o

dudes en llamarme. A

también me indicó dónde estaban escondidas las llaves del coche, me preguntó si tenía los números

la alarma y

mi parte, me dijo que era ho

ncogiéndome dentro de mis ropas, lo

parpadear las luces delanteras

y lo

primer piso, fui apagando las luces. Antes de subir a mi cuarto

que me sintiese fuera de lugar, sino por todo lo contrario: el espacio me brindaba

a abrazarme, acogerm

porque yo no quería tomármelo en serio y luego sufrir las consecuencias de la decepción. No quería más decepciones, solamente quería n

aba estar

puerta. La cama me

pas, que cambié por mi pijama mientras ponía la

es y espié hacia abajo por

encio, porque ya

o la alarma sonó a la mañana siguiente siendo todavía de noche, salté de la

de Hebert y comprobé que

en la dirección que me había indicado Thiago hasta encontrar la s

por esa playa y eso no

echó a circular a toda prisa por mis venas, adelantándos

derecha, venía una pareja corriendo. Comencé a bajar los peldaños mientras programaba mi reloj

para salir a correr, me

ía, hice estiramientos y seguí

que, de haber corrido en la otra dirección,

apada en sudor cuando

a preparar el desayuno de Hebert y a adaptarme a la

para el desayuno,

ma, con la lámpara de su mesita de noche encendida. Hebert me dio los buenos días llamán

vez por todas, que no necesito que nadie cuide

oy aquí para acompañarte y para facilitarte las cosas.

su

puso

levantarte? -ofrecí, si bien tenía ent

do limpiarme el

son bu

quince minutos, no piens

regreso. Si necesitas algo, me llamas -le dije,

quedándome atenta a cualquier ruido que pudiese ser

encontré ya avanzando hacia la puerta, apo

ba muy informal y me preguntó, no del mejor modo, si todas mis

mis zapatillas eran

ejercicios» a los que tenía por vicio someterlo, palabras textuales también. Mientras descendíamos la escalera, le expliqué que

u casa y que Patricia le hacía perder el

epliqué intentando suavizar la situación, que

n las

oído cosas muy bue

apoyándose en su bastón para empezar a andar de

me dijo que n

ningún plato y, de hecho, comió bien. Sí renegó un

riódico mientras yo limpiaba y

ocupásemos del jardín y él me

mientras yo quito algo

puedes salir

poco el sol; anda, acompáñame

las robaron todos esos que enviaron

ellos te robaran

que rodeaban una mesa también de metal que había visto mejores épocas (

alejara en dirección al cobertizo fueron que

cobertizo estaba meticulosamente ordenado con todo lo

amientas, muchas latas de pintura,

ncial. Cogí unas tijeras de podar, una pala y unas bolsas

en alto y ni s

l jardín sin saber

comencé por allí, para despe

en busca de guantes, porque definitivamente no

de la fuente. La tierra estaba dura a pesar de la lluvia del día anterior, imposible de

pareció que eran los huesos de una mascota muerta mucho

uando una voz cantarina nos dio los buenos días llegando

bezas, que era pura sonrisa de blanca dentadura, increíble melena negra que le llegaba a

-me dijo tendiéndome una mano desp

mismo

ha dicho maravillas de ti. Dice q

u comentario, Hebert d

iene que arreglar el jardín y no tiene

tres en el jardín hoy. ¿No te parece buena idea, Hebe

trabajar e

que llevaba al hombro par

no quieres, pues entonces nos dedicaremos a la

al final sucedió. Se puso

vosotras dos no tené

que

ó escapar una risilla i

osotras las acatamos -propuse, y

nes, lo cual no me complació solamente a mí, sino también a Pa

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