Por mí aquí y ahora
Yo acababa de llegar y ya sentía
o, al menos, un séquito de mujeres locas por él. Mujeres de su edad sobre todo, o
dudes en llamarme. A
también me indicó dónde estaban escondidas las llaves del coche, me preguntó si tenía los números
la alarma y
mi parte, me dijo que era ho
ncogiéndome dentro de mis ropas, lo
parpadear las luces delanteras
y lo
primer piso, fui apagando las luces. Antes de subir a mi cuarto
que me sintiese fuera de lugar, sino por todo lo contrario: el espacio me brindaba
a abrazarme, acogerm
porque yo no quería tomármelo en serio y luego sufrir las consecuencias de la decepción. No quería más decepciones, solamente quería n
aba estar
puerta. La cama me
pas, que cambié por mi pijama mientras ponía la
es y espié hacia abajo por
encio, porque ya
o la alarma sonó a la mañana siguiente siendo todavía de noche, salté de la
de Hebert y comprobé que
en la dirección que me había indicado Thiago hasta encontrar la s
por esa playa y eso no
echó a circular a toda prisa por mis venas, adelantándos
derecha, venía una pareja corriendo. Comencé a bajar los peldaños mientras programaba mi reloj
para salir a correr, me
ía, hice estiramientos y seguí
que, de haber corrido en la otra dirección,
apada en sudor cuando
a preparar el desayuno de Hebert y a adaptarme a la
para el desayuno,
ma, con la lámpara de su mesita de noche encendida. Hebert me dio los buenos días llamán
vez por todas, que no necesito que nadie cuide
oy aquí para acompañarte y para facilitarte las cosas.
su
puso
levantarte? -ofrecí, si bien tenía ent
do limpiarme el
son bu
quince minutos, no piens
regreso. Si necesitas algo, me llamas -le dije,
quedándome atenta a cualquier ruido que pudiese ser
encontré ya avanzando hacia la puerta, apo
ba muy informal y me preguntó, no del mejor modo, si todas mis
mis zapatillas eran
ejercicios» a los que tenía por vicio someterlo, palabras textuales también. Mientras descendíamos la escalera, le expliqué que
u casa y que Patricia le hacía perder el
epliqué intentando suavizar la situación, que
n las
oído cosas muy bue
apoyándose en su bastón para empezar a andar de
me dijo que n
ningún plato y, de hecho, comió bien. Sí renegó un
riódico mientras yo limpiaba y
ocupásemos del jardín y él me
mientras yo quito algo
puedes salir
poco el sol; anda, acompáñame
las robaron todos esos que enviaron
ellos te robaran
que rodeaban una mesa también de metal que había visto mejores épocas (alejara en dirección al cobertizo fueron que
cobertizo estaba meticulosamente ordenado con todo lo
amientas, muchas latas de pintura,
ncial. Cogí unas tijeras de podar, una pala y unas bolsas
en alto y ni s
l jardín sin saber
comencé por allí, para despe
en busca de guantes, porque definitivamente no
de la fuente. La tierra estaba dura a pesar de la lluvia del día anterior, imposible de
pareció que eran los huesos de una mascota muerta mucho
uando una voz cantarina nos dio los buenos días llegando
bezas, que era pura sonrisa de blanca dentadura, increíble melena negra que le llegaba a
-me dijo tendiéndome una mano desp
mismo
ha dicho maravillas de ti. Dice q
u comentario, Hebert d
iene que arreglar el jardín y no tiene
tres en el jardín hoy. ¿No te parece buena idea, Hebe
trabajar e
que llevaba al hombro par
no quieres, pues entonces nos dedicaremos a la
al final sucedió. Se puso
vosotras dos no tené
que
ó escapar una risilla i
osotras las acatamos -propuse, y
nes, lo cual no me complació solamente a mí, sino también a Pa