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Por mí aquí y ahora

Capítulo 4 Un placer estar aquí

Palabras:2388    |    Actualizado en: 07/01/2023

a y ahí me di cuenta entonces, cuando lo observé que la mitad izquierda de su rostro estaba lig

su cuerpo del lado izquierdo, por eso Thiago aún estaba por allí. Fue él quién me explicó que la mano izquierda de Herbert todavía daba un poco d

como al andar por super

pregunta Hebert muy molesto, atravesan

. -La mujer se apartó un

llegó

aró a mi lado d

Su tren ha llegado con un poco de retraso, pero al fi

cómo le dicen, se convirtió

An

e él tenía la mano derecha ocupada por su bastón. La bajé enseguida. -Me ha traído la lluvia

canearme de pies a cabeza, para al final detenerse en mi rosto, en mi cabello-. ¿De dónde te han sacado a ti?-escupió en mi dirección-

ticuatro ho

Qué te parece si, como buenos caballeros que somos, la invitamos a pasar y a tomar una buena y caliente taza de té, que deb

padres s

el morena, p

ora de sociabilizar, no me ofendí ni nada por el estilo por su pregunta, a pesar de que era más que personal y pod

e es bra

a; por parte de mí

esclavos de la época

l? Eso

el charco -lo

uaraní? -me preguntó

él estuviese al tan

alabras en ese idioma y un poco más de portugués, pero, yo

l -entonó Thiago en esa lengua

esencia haciendo un fue

ol y francés; ya

rlo a record

laro que no qui

iago se nos adelant

omenal tormenta. Pongamos agua a calentar,

extendiendo los dedos, los cuales temblaron un poco e

? Estoy harto de que constantemente estén invadiendo mi condenada casa. Cuando no es este parlanchín que parece t

-me expl

e debía de ser agradabl

que usted mantenga su intimidad, y se encargará de atender los horarios de sus medicinas, de llevarlo a sus citas al hospital cuando toque, de hacer la compra, la comida y ta

Además... ¿qué ha pasado con la persona anterior? ¿Al fi

ert y comprendí que lo hacía para no tener que recordarle que la persona que cocinaba y él habían

eijoada y las coxinhas, me salen

quedaron

an de

probarlos. ¡Un momento! Creo que los probé una vez

pero también se

uenísimos. Ya verás,

sas duras, mi dentad

tarse un poco, cediéndole el p

rán mucho. ¿Dime que no es estupendo que Anahí esté aquí

bordaba de vida en todas sus formas. Sillones, bibliotecas en las que ya no cabía nada más, cuadros, infinidad de cuadros que eran puro color, mesas

lgada, entre los cuadros abstractos, una balalaica y un reloj cucú de péndulo. Sobre el piano, infinidad de fotografías en blanco y negro y otras a color. Un Hebert muy joven co

cocina, a la que seguimos al dúo, q

onducía al primer piso. Al pasar junto a esta me tomé la libe

u abrigo y yo la imité mient

s que nada, matas descontroladas, y no por culpa del aguacero. Ese jardín llevaba mucho tiempo sin que alguien se fijara en su estado, lo cual er

estaba encendido y Jamie

a pesar de ser muy clara, no tenía nada de inocente-. Tengo la impresión de que han traí

ncimera para, otra vez a escondidas, guiñarme un ojo. Si continuaba haciendo eso, y sonriéndome así, no me quedaría más remedio que inv

pudiese dar mi cerebro y, en silencio

ctoria ha venid

as en

S

e has quedado al

por no contar la verdad,

t res

itación con la que cuenta Victoria, puedo

ó-. Yo no quiero a nadie

opios medios. Y ya no quiero que vengan a l

tina. Yo solamente me ocuparé de recordarle los horarios en que debe tomar cada cosa, nada más, para que usted no tenga que estar pendiente. Y cuan

e una casa de vac

r lo p

ación de la buhardilla es enorme -soltó anima

lbert, y yo, en su comentario, vi un rayo de luz. Al

erfección y ya he hecho la cama, poniendo suficientes mantas para que Victoria no pase frío. Hay má

aci

comenzó a rep

o tengo más pacientes hoy. ¿Qué te parece si me quedo y preparo de cenar, Albert? -lanzó entu

o en la coc

rio co

pongo algo: que Victoria dé el vere

ngó, pero aquello

e dice usted?, ¿se qued

me notara la cara de horror. ¿De verdad

do tardar mucho más en irme, porque com

poquito de pena y que, en realidad, le hacía muy feliz que

sbordase por mi rostro para que no resultaran insultantes mis ganas de tener la

en otra

lbert le encantará que nos a

Jamie y yo no pu

pió cuando Albert es

emente se quedó mir

e la llevó a los labios. La izquierda no estaba a la vista y, por la

n de morir ahogada en nuestras tazas de

os de este último fueron que ya no soportaba la arena y que no le gustaba salir a caminar pues los vecinos interrumpían su caminata dándol

ca había tocado muy bien, que el piano era de

con orgullo, me explicó que justo aquella mañana lo había convencido de volver allí. Habían esta

uy buena noticia, Albert soltó que lo que había dibuj

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