El Científico Oculto: La Venganza de la Esposa Traicionada
ntíficos que creían en mi visión, trabajó a mi lado, corrigiendo los datos saboteados, volviendo a ejecutar simulaciones y verificando meticulosamente
Navarro nunca había sido empleada, ni siquiera inscrita, en ninguno de los prestigiosos programas que afirmaba. Mi hermana, con su vasta red y equipo legal, ya había compilado un devastador dossier sobre el verdadero trasfondo de Kiara: u
te para la presentación pública se acerca. Los datos son estables, sí, pero todavía tenemos muchas preguntas sin respuesta. Y la co
perfecta. -Hice una pausa, luego continué-: Pero la prese
n par. -Elisa, ¿estás segura? Esto podría
de que Gerardo elija. O reconoce la verdad y usa los datos correct
ntación, hice dos llamadas
de emoción-. La presentación está a
una mezcla de molestia
gica-. Para esta noche. Después de la presentación. Y dile a la familia
arlos, su voz cargada de preocupac
a fija en los bulliciosos prepara
stante. Me vio en el escenario, una leve sorpresa en sus ojos. Se dirigió a la primera fila, con Kiara siguiéndolo, su brazo entrelazado pos
ela-. Nuestro regalo de aniversario. La mandé a hacer especialmente. Es una réplica
nriendo, un brillo triunfante en sus ojo
ceptado amablemente unirse a nuestra presentación esta noche. Va a compartir
tentando besar mi mejilla, pero sutilmente giré la cabeza, sus labios rozando solo el aire. N
scuchas, ¿no, mi pequeña científica? -Me apretó la mano, luego fue
Solo una resolución fría y clara. Las luces del escenario eran calientes, la audiencia
utir los últimos avances en la terapia génica para el Síndrome de Harvey. -Me lancé a una visión general concisa y profesional
pareció una nueva imagen: una comparación lado a lado de dos conjuntos de datos. Uno, meticulosamente anotado y ve
ardo, en la primera fila, se puso ríg
arían que la terapia génica fuera ineficaz, sino que también podrían tener consecuencias catastróficas para cualquier paciente que la reciba. -Mi mirada, fría y firme, se posó directamente e
ntó balbucear una negación: -No... yo... solo corregí a
deliberada para encubrir tu propia incompetencia? ¿Para r
señaló con un dedo tembloroso-. ¡Está tratando de sabote
ó con la mía. -Elisa -dijo, su voz baja, una súplica de explicación-. ¿Qué es
erardo -dije, mi voz resonando en la sala silenciosa-. ¿La verdad de qu
creo a Kiara -dijo, su voz firme, resuelta-. Es una científica brillante. Nunca haría nada para
na grieta final y agonizante. Mejor que yo. Todavía pensaba eso. No
vuelta, el micrófono haciendo clic mientras lo dejaba. Mi trabajo
asos firmes, mi cabeza en
omó del brazo, su agarre firme y tranquilizador. Salimos del salón de baile, dejando
de rosa en la cama. Revisó su teléfono por décima vez, un ceño fruncido profundizándose en su rostro. Ningu
a fueron un ajuste menor. Nada de qué preocuparse. Está
eloso. Está funcionando. Pero estás siendo r
r de esto. Tengo una noche especial planead
lices" juntos. Nuestra boda. Aniversarios. Vacaciones. Lo vio, un suspiro sentimental escapando de sus labios. Pensó en Elisa viéndolo, sus ojos llenándose de
ada por una ansiedad roedora. Intentó llamarla, pero su teléfono iba directamente al buzón de
gía bulliciosa que esperaba. Los laboratorios estaban vacíos. La oficina de Elisa estaba a oscuras. Sus efec
do algo de equipo. -¿Dónde está Elisa? -exigió Gerardo, su
llevó toda su investigación personal con ella. -Dudó, luego agregó-: Se ha convertido en la directora más joven de un nuevo instituto altament
a directora más joven? ¿En el extranjero? Las palabras lo golpearon co