icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

El Científico Oculto: La Venganza de la Esposa Traicionada

Capítulo 2 

Palabras:2016    |    Actualizado en: 22/12/2025

traba a través de las pesadas cortinas, haciendo poco para disipar el frío que se había instalado en lo profundo de mis huesos. Gerardo es

n una sartén con un aire de domesticidad teatral. Llevaba un delantal con un estampado de chefs de dibujos animados, una imagen absurda

ías, bella durmiente! ¡Mira lo que tu increíble esposo te preparó! -Señaló con orgullo

Gerardo -dije, mi voz cuidadosamente neutral, una máscara de afecto practicada. La mentira

n mi sien. -¿Ves? Te dije que podía hacerlo cuando me lo proponía. Solo necesitas tener fe en mí, mi amor. -

echo. Se desplazaba por las redes sociales, una leve sonrisa jugando en sus labios, aj

areció en su estudio. Mi tenedor tintineó contra el plato, el sonido resonando fuertemente en el repentino

o, una habilidad que había perfeccionado para la precisión en laboratorios silenciosos. También significaba que a menudo podía captar fragmentos de

sintió como un puñetazo en el estómago. No era el casual "mi amor" que usaba

re se m

ntes, un sonido que me crispó los nervios-.

ajena. Un poco lenta, honestamente. Ella solo... hace lo que le digo. Está de

el alcance de mi "pequeño mundo de estudiante de posgrado". Y

n en su investigación fue una jugada inteligente. La mantiene ocupada, la ma

rativa. Eso es todo lo que yo e

reando su voz-. Elisa estará en el laboratorio todo el día. Te

tía en hielo. El departamento. Nuestro santuar

queña foto enmarcada en la mesa del pasillo, una foto del día de nuestra boda. Estábamos de pie baj

riendo el marco de la foto de la mesa. Se estrelló contra el suelo, el cristal

momento después, la puerta crujió al abrirse. Apareció, con lo

mí, sino hacia el cristal roto-. ¡Mi abue

esprovista de emoción. Señalé vaga

arlo. Era una pieza vintage, ya sabes. Muy valiosa. -Me miró,

n abrazo. Di un paso atrás, mis ojos fijos

apenas un susurro-. ¿

amente. -¿De qué estás hablando, Elisa? Nadie viene esta noche.

aba mintiendo. Directamen

ara va a pasar. Solo para una charla rápida so

¿En nuestra casa? El descaro, la falta de r

la tormenta que se gestaba dentro de mí-. Y sabe tanto sobre investigación gené

rodigio" que abandonó el posgrado y construyó una ide

cía cruelmente fuera de lugar. El rostro de Gerardo se iluminó. Prácticamente saltó haci

míos, brillaban con una diversión casi depredadora mientras me recorrían. Llevaba un vestido de seda, un carmesí vibrante que se aferraba a sus cu

a dulzura artificial que me hizo doler los dientes. Lo

hacia mí, su sonrisa fija. -Elisa, esta

sa. -Ah, sí. La encantadora señora Herrera. He oído mucho sobre ti. -Su sonrisa se tens

o. Descartó toda mi existe

podrías prepararnos un té, cariño. Toda e

pararles té? ¿En mi propia casa

grosamente tranquila-. No me siento p

ia Gerardo, su labio inferior temblando ligeramente. -Oh, Gerardo

mente grosero! Kiara es nuestra invitada. -Se volvió hacia Kiara, su voz suavizándose-. No

a. Siempre se ponía de su lado, incluso en mi contra. Mis hombros se hundieron. La ira fue r

-¿Sabes? -susurró, su voz apenas audible-. Gerardo solo se casó contigo porq

odo. La confirmación fue una herida f

ndose hacia mi teléfono, que yo había agarrado inconscientemente. -

trocediendo. -No es

puedes simplemente grabar cosas y salirte con la tuya? ¡Te destruiré! -Arañó mi mano, sus uñas

na bandeja con tazas de té en las manos. Se detuvo en seco, sus

. La porcelana se hizo añicos contra el suelo de mármol. Se apresuró hacia ade

no y haciendo un puchero dramático-. ¡Intentó pegarme! ¡Y

Atacando a nuestra invitada? ¿Has perdido completamente la cabeza? -Miró la mano de Kiar

lpitaba, un corte profundo sangraba libremente donde la uña de Kiara me

La traición era absoluta. Mi visión nadó, mi cabeza

te, como si perteneciera a otra persona. M

do, su voz aguda con autoridad-. ¡No vas a ni

itación sofocante, de esta mentira sofocante. Cuando llegué a la p

ículo! -exigió, su voz endureciéndose.

rillando. El dolor crudo estaba da

que estás molesta. Pero no hagamos una escena. Vamos, hablemos de esto más tarde. Ten,

e dulce, empalagosa. Una ola de mareo me invadió, desorientadora y repentina. La ha

Obtenga su bonus en la App

Abrir