La Heredera Oculta
había dejado atrás. El aire fresco de la mañana, aunque puro, parecía cortar la quietud de la noche con la promesa de lo que vendría.
cambiado drásticamente en los últimos días. Valeria lo miró mientras se estiraba y comenzaba a preguntar sobre todo lo que ve
uera hoy? -preguntó, con una
aba, pero la verdad era que no podía dejar de pensar en lo que vendría. Las horas pasaban lentamente, y cada segundo era un recordatorio de la constante amenaza que
ia mientras le acariciaba el cabello-. Pero tenemos que mantenernos cerca
a la pequeña parcela de jardín que rodeaba la cabaña. Valeria observó por un momento, antes de
taza de café con manos ligeramente temblorosas. Va
ió Valeria, mirando a Emiliano jugar. La mezcla de emociones era casi insoportable: miedo, ansiedad, pero t
, como si estuviera evaluando
s escondernos para siempre. Hay que encontrar una forma de enfrentarnos a él. Y, para
esitaba algo que le diera fuerza para enfrentar a Leonardo, algo más allá del
ntó Valeria, con una c
afé, pensativa. Luego, con
e está haciendo Leonardo no es legal, y no sé por qué no lo has hecho antes, pero ahora más que nunca, ne
protegiendo a Emiliano, pero sin tomar las medidas necesarias para frenar el poder de Leonardo. ¿Por qué no había hecho algo antes
almente, con firme
ogado en la ciudad cercana. Había tenido contacto con él en el pasado, aunque nunca había hecho uso de sus servicios. Sin embargo, aho
Durante la llamada, Valeria le expuso brevemente su situación, pero se mostró evasiva en cuanto a los detalles más importantes. Lo único que le impo
que mi hijo esté seguro -dijo Valeria,
ya estuviera acostumbrado
re su relación con este hombre. Cualquier cosa que pueda ayudar a
pero también sabía que este era solo el comienzo. Enfrentarse a un hombre como Leonardo Montenegro en los tribunales sería una batal
iraba por la ventana, reflexionand
tó Sofía, con una mirada c
erminación en su rostro
ar todo lo que se pueda. Todo lo que necesito para asegura
amino por delante no sería fácil, y el tiempo comenzaba a correr, pero era l
ez, Valeria lucharía por su hijo,
enfrentar lo que vendría. La calma de la mañana le daba fuerza, pero también un