La Heredera Oculta

que Sofía la había llevado parecía ser el refugio perfecto, un lugar donde podría estar a salvo junto a Emiliano. Un lugar alejad

contraba mirando por la ventana, sus ojos escaneando la calle vacía, esperando ver el

da, la de Emiliano, ya no podía ser normal, pero aún así se

salido a hacer algunas compras, dejándola sola por un rato. Aunque a veces disfrutaba de esos momentos de calma, hoy todo le parecía m

vantó la mirada y vio a Sofía entrar, con una expre

preguntó, tem

de compras sobre la mesa y

n sobre ti, está tomando medidas más drásticas. Está presionando a todos lo

Cada palabra de Sofía parecía un martillo golpeando su

a eso? -pregun

ente a ella y la

detendrá ante nada para recuperarlo. Ha contactado a tus viejos amigos, a tus conocidos, y está averiguando

co comenzaba a subir por su gargan

be? ¿Qué est

sin respuesta inmediata

us conexiones, para acercarse a ti. Y no lo está haciendo solo por su hijo. Está haciendo todo

pendiente? ¿Qué significaba eso? En su mente, los recuerdos de aquella noche con Leonardo hace añ

e? -preguntó, ahora

que esto significaba, lo que Valeria p

no, sino por lo que representas. No era solo una aventura, ni solo un romance fugaz. Lo que pasó entre ustedes fue algo más, algo que

o lo que había tratado de enterrar comenzaba a salir a la superficie. La noche con Leonardo

le

no quise hacerle daño. Yo

ndiendo la confusión

s. A lo mejor no te lo dijo en su momento, pero esa noche marcó el comienzo de algo que ningun

nar sus pensamientos, pero el ruido de

ué hago para detenerlo? ¿Cómo

sión y tristeza. Sabía que la situación

nes que estar preparada para enfrentarlo, porque él no va a detenerse. Lo que más desea a

e determinación nacía en su interior. No podía seguir huye

-dijo, con voz firme, aunqu

tar a Leonardo, lo haré. N

tristeza, reconociendo en ella la fuerza que

va a ser fácil. Y en cuanto lo encuentres, no sabrás si el hombr

la tormenta, y no tenía idea de cómo podría soportarlo. Pero un

en su pecho. Iba a enfrentarse a Leonardo. Y, aunque no sabía qué le deparaba el f