Siempre nos acostumbramos a depender de los demás cuando realmente la confianza está dentro de nosotros mismos, esta es la historia de Sara Morales una chica tímida e introvertida, donde sus temores pesaba más que su confianza, le temía hasta al aire que toca su rostro, por primera vez salió de su zona de confort, esa donde solo ella se sentía segura y capaz de experimentar múltiples sensaciones, con el pasar de los años sintió la necesidad de amar, de sentir, su cuerpo clamaba lo inevitable, fue en este instante donde conoció a Darío Rojas un chico corriente y de aspecto común.
Sara es una humilde maestra muy hermosa, pero de apariencia sencilla, amaba a los niños es la típica chica rosa que sueña con el príncipe azul de aquellos cuentos de hadas y el idilio perfecto para vivir por siempre. Darío llego a su vida por casualidad se conocieron en la escuela donde ella trabaja como maestra, él es el padre de uno de sus alumnos, debido a que Darío estaba separado y con la custodia total de su hijo, se tenía que hacer responsable del niño a carta cabal, en ese sentido se convirtió en el representante escolar de Ricardo, así se llama el hijo de Darío y Alumno de Sara. Su aspecto introvertido y callado llamo mucho su atención como una mujer hermosa de 31 años tenía ese gris aspecto, triste y con un desanimo que se sentía a kilómetros. A los días él siente la necesidad de verla de nuevo la excusa perfecta fue llevar a su hijo Ricardo al colegio personalmente ya que por sus diversas ocupaciones el niño era trasladado en su transporte escolar.
Esa mañana frente al portón del colegio sin medir palabras Darío se le acerca a Sara y le pide su número telefónico y a su vez la invita a salir, Darío es chico que al contrario de ella es más extrovertido, muy jovial hasta algo pícaro. Al finalizar la Tarde Darío Cita a Sara a dar un paseo con la intención de conocerse mejor, Se vieron en un café conversaron de cosas triviales en fin ambos pasaron un momento agradable. Quedaron en verse de nuevo, en ser amigos, sin embargo, en esa salida Sara experimento algo más, se enamoró a primera vista o al menos creyó sentirlo en ese instante nació la magia de la pasión y el deseo, que ella tenía reprimido. Ambos continuaron teniendo contacto a diario a través de mensajes y llamadas hasta que se citaron de nuevo esta vez en restaurante un poco más formal, al verla Darío quedo deslumbrado con lo hermosa que Sara lucia, su look había dado un cambio total, se había cortado el cabello sus mechas balagué hacían juego con su lindo tono de piel y sus hermosos ojos color miel, su boca con un tono rojo pasión y su manicure del mismo color hacían juego, además de su vestimenta llevaba un lindo vestido negro con tacos dorados, el look ideal para la ocasión, Darío no dejaba de mirarla ni de apreciar su belleza que no era ni la sombra de esa chica con aspecto gris y rostro fúnebre. Sara se le acerca y le dice:
— Hola buenas noches ¿Cómo estás?
Él sin medir palabras la abrazó fuertemente, Sara no era ni el reflejo de esa humilde maestra de aula, se le veía audaz, seductora y muy sensual.
Ambos tomados de la mano se acercaron a su mesa se sentaron Darío aparto su silla para que ella se sentará se portó como todo un caballero, una vez centrados en la mesa ellos no paraban de mirarse el uno al otro sentían una atracción eso que llaman química.
Darío le pregunta a Sara:
— ¿Qué quieres de entrada?
Ella respondió con una sonrisa en sus mejillas:
— ¡Veo la carta y luego ordenare!