Ayishah:
Sus manos estaban en todo mi cuerpo. Recorriéndome con un deseo funesto que me hace temblar en esta habitación.
Mi corazón está retumbando con fuerza bajo mi pecho pero no me importa. Lo único que puedo sentir deleitada es las sensaciones inenarrables que ellos causan en mí.
Sabía que esto sería así entre nosotros cuando el deseo escapara para cubrirnos.
En este momento no existe nadie en el mundo sino nosotros. Siempre ha sido así cuando estamos juntos.
Esto obviamente no es una novedad sin embargo no deja de ser completamente excitante.
Delicioso.
Pecaminoso.
Perfecto.
Nacimos para estar juntos pero ellos no están dispuestos a aceptarlo.
Para los demás puede ser una abominación pero ¿Qué importa el resto cuando nos tenemos?
Nunca sería capaz de escoger entre los dos.
Esta será la última noche que estaremos juntos y si no logro hacerlos cambiar de pensamientos este será nuestro adiós.
Actualidad:
La música retumba con fuerza en la sala mientras que un montón de cuerpos se balancean al ritmo seductor de esta.
Personas que tienen demasiada responsabilidad en sus hombros, hoy están aquí. Relajadas dejándose llevar por el alcohol.
No hay nada más placentero que romper las reglas sin ningún riesgo a que alguien pueda intervenir.
Por eso venimos aquí.
Somos libres por un momento de las cosas que normalmente molestan en mi cabeza.
Bebo un trago y luego otro sumergida en el placer intrínseco que estoy sintiendo. Cierro los párpados moviendo mis caderas al ritmo de la música que cada vez resuena más fuerte en el lugar.
De pronto pienso en que pertenecer a la familia real de Tufayl es una completa pesadilla, pero aún así no puedo escapar de la realidad que me acosa terriblemente.
Siento las miradas en mi cuerpo y me preguntó cómo será ser tocada ahora mismo por unas manos masculinas que me marquen recorriendo cada parte de mi cuerpo, cubriéndome de calor. Rozando las partes que se mueren por ser acariciadas.
El problema está en que mi cuerpo se quema desesperadamente por dos pares de manos masculinas.
Las manos que siempre he deseado.
Cada vez siento como el calor se apodera de mi ser haciéndome balancear mis caderas de un lado a otro que más que seguir la melodía, mi movimiento era para acercar a mi presa a mí.
Tentándolos.
No puedo verlos pero puedo sentirlos en cada parte de mi cuerpo clamando por lo que claramente quiero darles pero el sentido del deber siempre es más fuerte para ellos.
Incluso aunque pueda bailar desnuda frente a ese par, ninguno de los dos cedería.
Siempre sería igual y yo ya debería estar resignada ante la cruda realidad aunque esta no signifique nada para mi cuerpo el cual se muere por ser acariciado en zonas que no quiero mencionar.
Mis manos se alzan jugando un poco con mi cabello color miel que ahora está ondulado hasta la cintura. Desde ahí las conduzco hasta mis pechos los mismos que se muestran perfectamente a través del vestido blanco que llevo, porque obviamente no me coloqué un brasier.
Sé desde hace mucho tiempo que no puedo seducirlos.
Es imposible lograrlo.
Me he cansado de intentarlo así que mi espectáculo lo estoy haciendo para cualquier otro chico que quiera venir a apagar el fuego que arde en mis venas descontrolado.
Mis chicas están tan sensibles que no puedo evitar gemir el voz alta sintiendo el roce delicioso de la yema de mis dedos contra la tierna piel cubierta.
Antes no había nadie a mi alrededor pero de repente parecía haber una legión de hombres rodeándome.
Apreté mis piernas sintiendo como poco a poco me humedecía aunque solo podía ver la cara de dos hombres en mi cabeza por más que lo intentara, sin embargo, esta vez estoy cansada de tratar.
Esta noche quiero perderme en las caricias de un amante.
Que me haga perder la cabeza con su boca y manos...
E incluso que mi cuerpo sea poseído por uno de ellos.
Lo necesito tanto que cuando uno de los chico se acerca por mi espalda rodeando mi cintura con su mano haciéndome sentir su dureza contra mi y busco ese empuje casi con desesperación sintiendo como poco a poco mis pliegues se humedecen al mismo tiempo que otro chico frente a mí cubre mi mejilla sonrojada con su mano antes de atraerme hasta su boca dándome un devastador beso que enciende mi cuerpo de inmediato.
Mis ojos están cerrados porque me estoy entregando al placer del momento.
No puedo ver quiénes son estos chicos aunque sé que deben ser príncipes o familiares de la realeza de algún país cercano a Tufayl.
Todos los que están aquí lo son, salvo por los sirvientes y los guardaespaldas que nunca se acercarían a una princesa como yo a menos que quieran ser azotados por su imprudencia.
Queriendo ir más lejos.
Sin importarme quién estuviera a nuestro alrededor, metí las manos por debajo de la camisa del hombre frente a mí topándome con un perfecto six pack que me hizo salivar de deseo.
El problema está en que me estoy excitando no con estos tipos que se empujan contra mi cuerpo, sino con los pensamientos de quienes creo que se empujan en el mismo.
Pienso en Akram, él se frotaría contra mi trasero dándome una visión de lo duro que estaba por mí y sería Malik quien me besara con dulzura robando mis gemidos con su lengua silenciándome de la forma más dulce.
Siempre han sido ellos.
Nadie más.
De pronto, como si los hubiera llamado con el pensamiento una voz resuena en mis oídos tan peligrosa como un rugido de león causando que mi corazón salte tanto de sorpresa como de necesidad por él, deseando desesperadamente tocarlo.
—Princesa, debe venir con nosotros, se trata de una orden real.
Me aparto de golpe de quien me estaba besando anteriormente para fijar mis ojos en él.
Luce tan guapo que el resto de hombres desaparecen a mi alrededor, completamente cautivada por mi guardaespaldas. Su mandíbula está firmemente apretada, su frente un poco fruncida, sus labios son tentación pura y mortal pero sus ojos son otra cosa, más oscuros que de costumbre se clavan en mí como si quiera decirme algo aunque no lo hace.
—Estoy divirtiéndome un poco aquí Akram, piérdete.
Veo como en sus pupilas se enciende un fuego arrasador causando que casi me ría por su enojo.
Cuando iba a girarme a ver a mis acompañantes, dejándome atontada Akram me alzó en sus brazos poniendo mi vientre contra su hombro fuerte mientras que yo me quedaba atontada y sin aliento al mismo tiempo que balbuceaba sin formular palabra alguna.
Alcé mi cabeza para ver quién venía siguiéndonos y cómo no lo pensé.
Era Malik quien me miró de vuelta aunque por primera vez en la vida lo veía completamente serio, como si algo estuviera perturbando su cabeza.
Mi preocupación por él creció pero me mordí la lengua para no preguntarle qué le estaba pasando.
Luego volví a enojarme por cómo me estaba sacando Akram de aquí.
— ¡Basta Akram, bájame! ¡No tienes derecho a sacarme así! —espeté sumamente molesta golpeando con mis puños cerrados su espalda pero los golpes no parecían surtir efecto para él.
Junto con Malik se quedaron en silencio.
El viento azotó mi cabello haciéndome saber que ya estábamos afuera y que por más que pataleara no iba a dejarme volver.
Me bajó de su hombro solo para meterme al auto e inteligentemente Malik quien había entrado por la otra puerta impidiendo mi escape.