Antártida
Libros de Antártida(2)
Princesa oscura
Fantasía Parte de la descendencia de los dioses fueron híbridos producto de sus frecuentes relaciones con la especie humana, al transcurrir las décadas la divinidad mermó, pero la presencia de icor en la sangre de los herederos los hacía especiales, muy diferentes. Dicha distinción recaía con mayor furor en aquellos que procedían directamente de los dioses primordiales. Tal es el caso de Ares, el espectacular e imponente dios de la guerra, dejando una amplia estirpe en la que destacó Ira, conocida como la princesa oscura por adquirir genéticamente las conocidas tácticas bélicas, aunque de una manera menos invasiva físicamente, aunque más persuasiva en formas espirituales. De la descendencia de uno de los dioses primordiales del Olimpo, el dios de la guerra Ares nacieron humanos con particularidades singulares y dones divinos.
Irene era una hermosa mujer heredera de Ares, en cierta ocasión conoció a un hombre del cual se enamoró, ese hombre era Arquemio, un rey de una ciudad llamada Atenea. Irene y Arquemio se casaron y fruto de su amor ella quedó embarazada de gemelos; la princesa Ira y el Príncipe Odio.
La protagonista de esta novela, la princesa Ira, desde su gestación libró batallas. Ella misma comenta que estando dentro de la matriz de su madre inició la guerra con su compañero de vientre, la soberana tuvo que combatir con su gemelo; el despiadado príncipe Odio, el cual más adelante será conocido como el príncipe azul. Este semidios siendo un bebé dentro de la panza de su madre siempre intentó acabar con la vida de su hermana, siendo ambos fetos trató de estrangularla con el cordón umbilical, pero ella pudo zafarse cuando el apretó con fuerza el cordón se movió hasta su frente, fracasando Odio en su intento, le crearía una cicatriz de por vida a su hermana, la cual la ocultaba tras su capul y corona que ubica justo allí. Ese acto demencial del príncipe le causó su exilio. El rey devastado por la muerte de su esposa en el parto y las acciones de su hijo, se preocupó por su hija y buscó en orfanatos pequeños para adoptar y que pudieran ser compañeros de su hija. Fue en esos centros de adopción donde encontró a los cuatro prodigios, los herederos de las musas y los cuales tenían dones en las artes. Estos prodigios eran los cuatrillizos: Bastián, el prodigio de las artes dramáticas; Saxo, el prodigio de la música; Cyril, el prodigio de la danza; y Giordano, el prodigio de la pintura.
También el rey Arquemio junto con su consejero y amigo de toda la vida, el incondicional Cyrus, halló en otro orfanato a Melancolía, heredera de una deidad de la angustia y tristeza. Mel como le dirían de cariño, esconde sus ojos con una venda, pues aquel que los vea esta destinado a llorar por ella. La otra niña hallada fue Nicolasa, legataria de Nyx la diosa de la noche. Nicky como le dirían de cariño, gozaba de su peculiar poder de oscurecer caminos.
Todos los niños fueron llevados con Ira y desde entonces fueron incondicionales los siete.
La princesa cuando heredó la corona, desestimó llevar una monarquía como tal y decidió ejercer un gobierno democrático junto con sus compañeros y consejeros y un gabinete escogido por medio de sufragios.
Todo marchaba en orden cuando el catorce de febrero del año 2024, un cuásar de magnitud enorme colapsó con la vía láctea y galaxias aledañas, trayendo consigo el cólera. Solo pasó un mes cuando un evento que sugería la ciencia que pasaría en siglos, sucedió. Se trataba de la Lactómeda, la constelación de Andrómeda chocó con la Vía lacte y aquella colisión fue el final de la colera para ambas galaxias. Pero no solo trajo la tranquilidad para el planeta, también una visitante de Andrómeda, Ari, quien gracias a un agujero de gusano se extravió en la tierra, en la ciudad de Atenea.
Cuando conoció la princesa Ira a Ari, la visitante de Andrómeda, ambas mujeres se flecharon a primera vista, pero la interacción tuvo que esperar porque Nicky alertó sobre unas criaturas esparcidas por toda la ciudad y la princesa como dirigente debía hacerse cargo, junto con ella, Mel y los prodigios. A esa aventura de sumo Ari también.
Las criaturas esparcidas son seres de otro planeta, seis criaturas cuyo poder, requiere un plan para poder capturarlas con precaución. Esas criaturas eran: La serpiente inacabable, la nube incesante, el grifo cautivo, la luna opaca, el toro incansable y el bromista invisible. Estas criaturas finalmente fueron apresadas y embotelladas por Ari. Esto causó sospechas en Nicky, quien una vez la descubre le confiesa a la princesa sobre Ari, ocasionando un rompimiento y despedida de las dos, pero al final Ira va tras Ari y se quedan juntas. Ari explica que las criaturas son elementales de su planeta Helos y que son de vital importancia para ese planeta.
Le puede gustar
Mis Hermanos Crueles
Gavin La carta de la Real Academia de Danza, el sueño de toda mi vida, llegó bajo el sol de Sevilla.
Era la recompensa a años de sudor y dolor silencioso.
Pero en mi propia casa, mi sueño era la pesadilla de otra persona.
Mi hermano Máximo, cegado por las mentiras de nuestra hermana adoptiva Sofía, me arrebató la carta.
"¿Cómo te atreves?", siseó, con los ojos llenos de una furia que no lograba comprender.
Sofía, con sus lágrimas falsas y su falsa hemofilia, lo avivaba.
Máximo me acusó de robarle a Sofía su "duende", su suerte y su futuro.
Esa noche, la misma mano que de niño curaba mis rodillas raspadas, me arrastró a un cortijo abandonado.
Con la navaja de nuestro abuelo, me hizo un corte profundo en el tobillo.
¡Tengo hemofilia! ¡Un corte así podría matarme!
Pero sus palabras fueron más dolorosas que la herida: "Ahora, ¿también quieres robarle su enfermedad? Sofía es la frágil, no tú".
Me ató a un olivo, desangrándome, rodeada por perros salvajes.
Llamé a Máximo desde el móvil, suplicando.
"Deja de hacer teatro, Elena", me dijo mientras oía la risa de Sofía de fondo.
"Se lo merecen los ladrones", añadió Sofía. "Así aprenderás a no robar lo que no es tuyo".
Me colgaron.
Abandonada, herida, al borde de la muerte, me pregunté: ¿Cómo fue posible tanto odio, tanta ceguera, tanta traición de mi propia familia?
Pero algo cambió en mi interior mientras sentía la vida escapar, un plan sutil y devastador empezó a germinarse en mi mente.
Mi regreso sería mi venganza. La Heredera Verdadera y Única
Gavin La fiesta de "Bodegas y Aceites Vega" vibraba en su apogeo.
Yo, Sofía, Directora General, celebraba un éxito internacional que había forjado.
La élite brindaba, pero yo sabía: "es la arribista que se casó con Javier".
La celebración estalló: mi esposo, Javier, apareció con Isabel de la Torre, su primer amor, embarazada.
Anunció: "Mi divorcio de Sofía... y su despido como Directora General".
Luego, declaró: "Isabel, madre de mi heredero, será la nueva directora".
El silencio jadeó; un cruel susurro: "Pobre ilusa".
Javier, con desprecio, ofreció 10.000 euros, "legalmente no te debo nada".
Isabel, acariciando su vientre, remató: "mujer estéril".
Mis suegros, Ricardo y Elena, llegaron; Javier apeló a ellos.
Ricardo sentenció: "Javier, haz lo que consideres mejor".
Mi destino, a los ojos de todos, estaba sellado.
Firmé el divorcio, mi mano firme pese a su burla.
La promesa que me ataba se desvanecía.
Mi calma ocultaba una verdad profunda, un sacrificio.
Javier se rió: "¿Qué verdad? ¡Que eres una don nadie!".
Su arrogancia ignoró la bomba que activó.
Mientras me ordenaba desaparecer, miré a Ricardo y Elena, mis verdaderos padres.
Pedí: "Padre, madre, ¿podrían contarles la verdad?".
Ricardo rompió el silencio: "¡Silencio!".
Entonces, la bomba: "Javier no es nuestro hijo biológico. Nuestra verdadera hija es Sofía. Ella es la única y verdadera heredera." Cásate con tu Prima
Gavin Mi vida como heredera de los Mendoza prometía un futuro brillante, con un viñedo próspero y un matrimonio con Javier Ríos, el hombre que creía ideal.
Pero de repente, todo se desmoronó cuando unos secuestradores me arrastraron a un almacén lúgubre en Poble-sec.
Mis gritos se ahogaron en el silencio mientras la sangre manchaba el cemento, y cada llamada que le hice a Javier, mi supuesto salvador, quedó sin respuesta.
Él, aduciendo que mi secuestro era una "rabieta de niña rica" orquestada por su "dulce" prima Sofía, me dejó sola para morir.
La agonía de mis huesos rotos no se comparaba con la helada puñalada de su traición, la humillación de ser desechada como un capricho.
Morí allí, preguntándome cómo pude ser tan ciega, tan ingenua, ante la maldad que me rodeaba.
Pero entonces, abrí mis ojos de nuevo, viva y con el recuerdo intacto de cada punzada de dolor y cada mentira.
Esta vez, Isabela Mendoza no sería una víctima; se levantaría de las cenizas para reescribir su destino y hacer que cada traidor pague su deuda.
Y mi primera decisión fue elegir al único hombre que vino a buscarme, aunque llegó tarde: el leal Mateo García. Mi Amor Sacrificiado Recibe Nada
Gavin La gala era el evento del año, y mi teléfono sonó en mi pequeño apartamento: era Máximo, el magnate, el hombre al que había salvado.
Me preguntó con desprecio helado: "¿Te arrepientes de haberme dejado por dinero?"
Acababa de leer mi diagnóstico de insuficiencia renal terminal; mi único riñón estaba fallando, las facturas médicas se amontonaban, asfixiándome.
"Necesito dinero, Máximo. Préstame cinco millones de pesos," supliqué, la verdad inarticulable.
Su risa fue corta y sin alegría: "No. Ya no tengo ningún arrepentimiento." y colgó, mientras en televisión él declaraba: "Como pueden ver, algunas personas nunca cambian."
Al día siguiente, recibí los cinco millones, pero al ir al hospital me encontré con Máximo y su prometida, Scarlett, que me humillaron y se burlaron de mi supuesta "avaricia."
Cuando caí al suelo, mi informe médico con "INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA" quedó expuesto, y Máximo estalló: "¿Ahora inventas una enfermedad? ¡Eres increíble! ¡Estafadora!"
El dolor era insoportable, la enfermedad me consumía, y su ceguera me destrozaba.
Cathy, mi mejor amiga, me consiguió trabajo en la viña de Máximo, sin decirme de quién era, solo que necesitábamos dinero desesperadamente.
Ante sus invitados, Máximo me humilló llamándome "trepadora" y Scarlett me pateó la cicatriz de mi riñón.
Luego, Máximo me ofreció cincuenta millones de pesos si me bebía una caja entera de su vino más caro, sabiendo que el alcohol era veneno para mis riñones moribundos, un acto de humillación pública.
Pensé en las deudas y la diálisis, en la posibilidad de ganar tiempo, miré a Máximo a los ojos y asentí, decidida a beber hasta el final, sin importar el costo.
¿Qué me había traído a este límite fatal, dispuesta a morir por dinero, después de haber sacrificado todo para que él viviera?