Creta
“Tiseo”, nombre que le ha puesto Gera a su hijo en honor a su compañera y leal amiga Tisea (muerta en combate a manos de Nehtur). “El niño” se lo denomina así por su edad, aunque ya no es tan pequeño. Es más, se ha desarrollado de una forma insólita. Quien lo viera, supondría que se trata de un joven que recién ha dejado la adolescencia. Su desarrollo físico es algo fuera de lo común para un ser humano. Obviamente, él no es un humano común, es hijo de Gera y Alfenón; lo que lo hace mitad humano y mitad ser celeste. Cualidad única, por la cual más que previsible saldría a aflorar en su desarrollo.
Todo este largo tiempo transcurrido sin ningún peligro para los tres en la tranquila y apacible isla griega de Creta, ha servido para que Tiseo se desarrolle sano y fuerte. Desde que fue capaz de entender las cosas, Gera le hizo saber la verdad sobre su procedencia (quién es ella, quién es su padre y muchos otros detalles de su naturaleza y origen). En un inicio, cuando Tiseo era muy pequeño, fueron juegos los que su madre se inventaba para pasar los días con su amado hijo. Estos entretenimientos que ella se ingeniaba, siempre fueron con una intención, “la de desarrollar en el niño habilidades y destrezas que le serian útiles en el futuro”. Aunque para el niño, que aún no comprendía las verdaderas intenciones de su madre, todo aquello era solamente diversión y entretenimiento.
Pero de a poco, al ir creciendo, los juegos fueron transformándose y se empezó a tomar armas, las cuales en su inicio fueron de madera. Luego, al transcurrir el tiempo, se convirtieron en prácticas diarias de combate, las cuales recibía tanto de su madre Gera, como de Argos (el legionario asignado para cuidarlos y proporcionarles ayuda en lo que fuese necesario). Argos y Tiseo en estos más de cinco años juntos, han desarrollado una afinidad más allá de la amistad. Tiseo lo ama, ya que el legionario es lo más parecido a un padre que ha conocido y ha sido su única guía masculina que ha tenido en su corta vida hasta ahora. Para Argos, la misión de acompañar, proteger y de brindarles apoyo en lo que necesiten madre e hijo, le fue impuesta. No obstante, siempre lo hizo de muy buena predisposición; pues como todos sus ausentes compañeros, aprecia a Gera. Luego, al ir creciendo el pequeño a su lado, lo fue amando como a un hijo por el que daría su vida si fuese necesario.
En la tranquila isla griega, el hastío en el niño con apariencia de joven es cada vez mayor. Su tierno espíritu aventurero (naturaleza heredada de su padre Alfenón), lo hace anhelar salir de aquel lugar; pues desea conocer otras tierras. Imagina que en otras regiones lejos de la isla, existe un mundo lleno de sorpresas y aventuras para él. Ni siquiera los intensos entrenamientos diarios de lucha que recibe lo llenan, ¡quiere algo más!...
En estos últimos días, el joven Tiseo por las tardes se aleja de la cabaña construida a escasos metros de la playa y camuflada entre los árboles; para evitar ser divisados por algún navío que pudiese pasar cerca. Solo sus compañeros que años atrás los dejaron, saben de la presencia de los tres en aquella solitaria isla. Su madre, con extrañeza, ha empezado a notar su ausencia. «¿A dónde irá?», se pregunta intrigada, aunque sin seguirlo; puesto que siempre ha respetado su privacidad y también porque ahora se encuentra agobiada por otro asunto…
Han pasado más de cinco años sin saber nada de sus compañeros de lucha, los cuales partieron a Grecia en busca de Hydes y sus tropas.
Para Gera, el dilatado tiempo transcurrido sin tener noticias de Zeum y sus leales compañeros la han ido minando. Primero fue la expectativa de ver en el horizonte las naves de sus compañeros aproximarse en busca de ellos; después, esta espera se convirtió en algo angustiante; luego al transcurrir el tiempo, poco a poco fue decayendo en ella las esperanzas de volver a verlos.
«¿Habrán conseguido vencer a Hydes y sus tropas? Si es así; ¿por qué no han vuelto por nosotros? ¿Se han olvidado o ya no les importamos? No…, no lo creo; es imposible, Zeum y Hermys jamás nos harían algo así. Es absurdo pensar en la posibilidad de que no les importamos y nos han abandonado. Algo les tuvo que haber sucedido para que hasta ahora no hayan regresado por nosotros», se pregunta y se responde a sí misma con mucha preocupación estos últimos días.
Pese a toda la paz, tranquilidad, la compañía de su amado hijo y de Argos; aun así, no puede evitar sentirse sola y desprotegida en aquella solitaria isla. «Si han fracasado y Hydes ha vencido. ¡Dios…, no quiero imaginarlo! Sería algo terrible; sobre todo para nosotros tres aquí solos. Ese malvado, vendría por nuestras cabezas más temprano que tarde. Ya que seriamos los únicos que se interpondrían a sus nefastos propósitos, ¿cómo podría yo prácticamente sola, defender a mi amado hijo? Él es aún muy joven para enfrentarse a esos asesinos. Para Hydes, tener la oportunidad de matar a Tiseo, sería una satisfacción. Pero antes…, tendrá que pasar sobre mí; cosa que no le será nada fácil», especula en silencio, dispuesta a dar su vida por su hijo.
Una madre es peligrosa como una leona cuando de proteger a su hijo se trata. ¡Mucho más Gera, con todo su poder y furia con la que está dispuesta a defender a su vástago! Desde que nació Tiseo, este se ha convertido en toda la razón de su existencia. Para la encantadora, aunque contradictoriamente temible guerrera, estos años transcurridos le han parecido una eternidad, aunque en su aspecto físico da la impresión que el tiempo se hubiese detenido, pues no se le han manifestado casi en nada el paso de los años; continúa igual de bella y poderosa como hace más de cinco años atrás.
Es probable que a los seres celestes, el paso de los años no les afecte o tengan otra media de vida más alta muy diferente a la de los humanos. Este temor e incertidumbre en que se encuentra inmersa, ha hecho que poco a poco vaya en ella madurando la idea de salir de la isla, para marchar en busca de sus compañeros de lucha. Ya no puede seguir esperando el regreso de estos, sin hacer nada más que adiestrar a su hijo y de paso, entrenarse ella misma y así mantenerse en forma. Por lo cual, esa noche durante la cena, decide hacerles saber su decisión a Tiseo y a Argos.
—He tomado una decisión con respecto a nuestra situación aquí y quiero escuchar de ambos lo que opinan. No podemos seguir en esta isla esperando resignadamente a que regresen nuestros compañeros. Ha pasado mucho tiempo; demasiado diría yo. Hemos sido muy pacientes, pero ha llegado el momento que hagamos algo. ¿Qué dicen? Díganme lo que piensan, deseo escucharlos.
—Si dependiera de mí… ¡Saldríamos en este momento! —responde exaltado por la emoción el joven Tiseo, ya que se encuentra desesperado por salir de aquel lugar, el cual ha sido su único entorno en su corta vida.
—¡Ya es momento de que tengamos acción, pero de verdad!, a mí también me agrada la idea. Y si esperan mi opinión… ¡Sí!, quiero salir a buscar a nuestros compañeros. Me emociona la idea, aunque no lo demuestre con el mismo entusiasmo que el muchacho —ratifica Argos, haciendo alusión a la indisimulada euforia manifestada por Tiseo.
Ambos se ríen del entusiasmo demostrado por el muchacho, ante la ingenua e inocente mirada de este. Luego de unos momentos de buen ánimo, Gera determina los pasos a seguir.
—Ya que estamos de acuerdo en marcharnos debemos trabajar en ello. Desde mañana muy temprano empezaremos a construir un buen navío para navegar en mar abierto. Ustedes buscarán la mejor madera, mientras yo fabricaré las amarras.
Argos aprueba la determinación de Gera, pero no así Tiseo; quien al parecer tiene algo para confesarles...
—Madre… Uf, no sé por dónde empezar a decirte esto —expresa nervioso el joven ante la inquisitiva mirada de la guerrera.
La indecisión de Tiseo consigue atraer el interés de Gera y de Argos, los cuales intuyen que tiene algo importante qué confesarles. El joven Tiseo se arma de valor y les revela:
—No es necesario buscar la madera, porque ya me encargué de eso. La tengo escondida no muy lejos de aquí, cerca de la playa; se encuentra a menos de una hora caminando. Si lo desean los puedo llevar para que la vean. Les aseguro que es la mejor madera de la isla.
Su astuta madre ese momento se da cuenta dónde y porqué este se perdía por las tardes.
—¿Cómo es que tienes esa madera? ¿La encontraste así por así o fuiste recolectándola todas esas tardes que te desaparecías? Dime si planeabas marcharte y abandonarnos. Responde con la verdad, sabes que no puedes engañarme —muy resentida lo increpa.