El Comendador Mendoza Obras Completas Tomo VII
diálogo de que acabamos de dar cuenta, Cl
ella había un velador con libros y papeles. D. Valentín esta
ia y cierto se?orío. Tendría Do?a Blanca poco más de cuarenta a?os. Bastantes canas daban ya un color ceniciento á la primitiva neg
omo los de su hija, tenían un fuego singular é indefinible, como si todas las pasiones del cie
a?os de matrimonio, y lleno después de consideración hacia ella, no s
o admirable entereza fuera de casa, donde la entereza, por grande que deba ser, basta con que dure un instante; pero en la casa, con la doméstica tiranía de una mujer dotada de voluntad de hierro, cuya presión
alentín era insign
, por decirlo así, muy correcto en sus modales, en su continente y en su habla. La dev
enitente y sin inclinaciones místicas y contemplativas. Ahora, por no desa
ezca y arruine más el brío y la fortaleza de los hombres que esta servidumbre voluntaria y espantosa, á que
en el cuarto, Do?a
has esta
n el nac
ia para dar paseos tan disparatados. Con ir
nosotras -dijo Clara, no atreviéndo
mó cierta expresión de sorp
acompa?ado en el paseo?
mamá: hemos ido
Por alguna fregona? ?Po
tonia tenía la jaqueca
nido con nosotras
én es e
dice que conoce á V., que hace poco ha venido á vivir á Vi
. Valentín, con cierto júbilo de sabe
: el Comendador Mendoza; un se?
á ver al Comendador, que vive sin duda e
ros padres no estuviera tan perdida; si las perversas doctrinas del filosofismo francés no nos hubiesen inficionado, ese hombre, en vez de vestir el honroso uniforme de la marina, vestiría el sambenito; en vez de andar
n su mente al Comendador como á un personaje endiablado; y, acordándose del
jores tiempos, cuando él estaba menos viejo y menos sumiso, se sentía, contra
e negaré yo que era algo esprit fort en su mocedad pero ya se habrá enmendado. Por lo demás, sie
iscretos y que no subordinan su juicio á los que saben más que ellos. Ya lo he dicho y lo repito: el Comendador Mendoza era un impío y un libertino, y seguirá siéndolo. Nosotros iremos á visitarle para no chocar, procurando no hallarle en casa y ver sólo á do?a Antonia y á su bendito marido. En cuanto á Clarita, se buscará un pretexto cualquiera para que no salga
compungieron y amilanar
da supieron
ulpa del Comendador y para que no se con