El Comendador Mendoza Obras Completas Tomo VII
mismo padre y con el iluminado y ameno tío Gorico, el tiempo se deslizaba del modo más grato. Ningún deseo sentía D. Fadrique de ir á otro pueblo, abandonando
tulia hasta cerca de las once, que en 1794 era ya mucho velar. Dos ó tres hidalgos; otras tantas se?oras machuchas; dos jóvenes amiguitas de Lucía, sobrina de
tasen ó le disgustasen para fijarse en ellas, y con gran dificultad acertaba la gente á gustarle, y
aciones sirvie
de tacillas de cristal con almíbares diferentes. Cada tertuliano fué tomando en su asiento una tacilla del almíbar que más le gustaba. Las criadas de
ares eran de nueces verdes, de cabellos de ángel, de tom
o bebieron los caballeros; y por último trajeron el chocolate con torta de bizcocho, polvorones, pan de aceite y h
sta que dier
sillas pegadas á la pared, y todos sentados sin echar una piern
fresco, hubo alguna más
gar al caballerito qu
oro casi todos los te
de Meléndez,
iéndose al Comendador,- que este se?or es muy poeta y g
. Do?a Lucía. La amista
va á salir chasqu
- que dudo de que se equivoque, por ferviente que sea la amistad que
cítelos V.
nos, y que á V. que me fía, y á mí
ucía,- los últimos que
lar
impo
mesurada y cierta timidez que le hubiera hecho simpát
cido a
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a sus galas
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Qué demencia
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del mar de
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ves que por
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is copioso
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ta tan bajo
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rabadán, ni
esto error,
Oh, rosa del
lar tu aroma
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per el broc
l, para dici
eras, si mat
te matas cu
nia prestaron atención durante la lectura; las se?oras mayores se adormecieron con el sonsonete; el se?or cura halló la composición sobrado materialist
go de la inspiración. Su cabellera negra, ya sin polvos, lucía y daba reflejos azulados como las alas del cuervo. Los movimientos d
cuello de su camisa y el lienzo con que formaba lazo en torno de él, estaban bastante bajos para descubrir la garganta y la cerviz robusta sobre que posaba airosamente la cabeza. La estatura, más bien alta que mediana
con la dulzura de la voz del se?orito que con el que nos atreveremos á ca
parte de los distraídos, era muy observador, y pr
ez, aunque, ni con mucho, tan buenos como los de Andrés Chénier,
o con ademán y gesto propios de quien entiende la poesía, y con cierta afición, que no atinab
que la miró concienzudamente por primera vez, y vió que era rubia, blanca, con ojos azules, airosa de cuerpo y muy distinguida. De todos estos descubrimientos no pudo
s diez se acab
có á los criados, y en compa?ía de tod
udiera pasar por merienda, para gente que comía entonces
y encontró ocasión de tener un aparte
ustan los versos má
nita desde la primera palabra que el t
tarme? Aunque criada en u
e no lo eres. Pero el que te gusten los verso
Garcilaso son mis predilectos entre los lírico
nto disimulo en una muchacha de diez y ocho a?os, que rezaba el r
odeos y perífrasis, y se fué brusca
: ?los versos que hemos
s par
espondió Lucía, sol
había de s
llo me conviene: por
be á Clori. Afirma vaga é indeterminadam
tío; V. me
hago j
V., ?de dónde sacamos á mi viejo
o creí haberl
taba en la tertulia m
?no soy
re V. deci
y conforme con la verdad todo aquello de que el viejo rabadán no puede ya con sus huesos, ni baila, ni corre, ni guerrea, ni es capaz de cazar lobos como el zagal. Con mi medio siglo encima, me apuesto á todo con el tal D. Carlitos. Todavía, si me pongo á bailar el bolero, estoy seguro de que he de
los no ha so?ado en V
se chico te quiere, que ha sabido que yo venía á pasar aquí un mes, que ha oído
; y, aunque dudoso de su recelo, algo picado de la desvergüenza d
llabermeja como V.: hace dos a?os que está establecido aquí, y merece, en efecto, las calificaciones que le prodi
dijo el Comendador recordando á su ant
quién es Clori? -
do Clori de tertulia; pero es mi vecina, y su madre consiente en que venga conmigo de paseo, en compa?ía de mi madre. Si ma?ana quiere V. ser n
n mucho
lo sabe en la población. Hay que tener mucho recato, porque los padres de ella no quieren más que á D. Casimiro y nada traslucen del amor de D. Carlos. Yo se lo he confia
ada. Te aseguro ya que me interesa tu am
á tener, apenas llegado, un secreto con su so
ás se retiraron cada cual al suyo, y durmió hasta las