Kazumi y Shiro eran unos adolescentes cuando por azares del destino se dejaron de ver. Ella, al tener una prodigiosa inteligencia, inició sus estudios en Medicina a la edad de 13 años. Cuatro años después partiría hacia los Estados Unidos para seguir creciendo en la profesión que eligió. Él, al ser un huérfano pobre, terminó un tiempo viviendo bajo las garras de una mala mujer de la que se pudo zafar cuando terminó la escuela. Desde ese día trabajaría sin cesar con tal de ahorrar el dinero suficiente para emprender su propio negocio y salir adelante en la vida. Cuando se volvieron a encontrar, ella era una mujer de 23 años, una médica exitosa, pero con muy baja autoestima al tener una familia que solo le ofrecía palabras hirientes y desmotivadoras, y tras el casamiento de su hermana menor con su ex prometido decidió alejarse de la casa paterna y vivir sola. En cambio, él era un hombre de 27 años que no había podido continuar con sus estudios, que trabajaba todo el día, todos los días, para poder sobrevivir, teniendo como principal motivación para continuar subsistiendo en ese mundo la ilusión de volver a ver a aquella niña de quien se enamoró a primera vista cuando la conoció. El reencuentro lo pone a él como su salvador al defenderla de dos borrachos que la acosaban. Los maravillosos y únicos ojos dorados de Shiro hicieron que Kazumi lo reconociera y la amistad que habían forjado hace más de 10 años regresaría como si el tiempo no hubiera pasado para ellos. El volverla a ver le sirvió para afirmar su amor por ella y el volverlo a ver le sirvió para darse cuenta que había alguien en ese mundo que era capaz de amarla y que quería compartirlo todo con ella. Sin importar las diferencias entre ellos, ambos estaban dispuestos a dejarse llevar por los sentimientos que tenían uno para el otro, hasta que la noticia del verdadero origen de Shiro llegó. El joven huérfano que creció en la pobreza resultó ser el nieto de uno de los hombres más ricos de Japón y heredero de su fortuna al no haber otro descendiente varón a quien podría entregarle el legado familiar. La nueva vida de Shiro le permitió tener la ayuda que necesitaba para convertirse en el hombre digno de ganarse el amor de Kazumi, algo que esperaba hacer para poder confesarle lo que sentía por ella. Kazumi, con tantas dudas sobre su valor como mujer por los maltratos recibidos por su familia, quiso que él tuviera la oportunidad de conocer el mundo, conocer a otras maravillosas y bellas personas antes de decidir si era ella a quien quería como esposa. Pero ¿será bueno para ese amor, después de haberse mantenido tantos años alejados, esperar más tiempo para decidir si son el uno para el otro? El amante perdido, segunda novela de la serie narrativa Historias con un amante japonés llega para contarnos sobre el amor de Kazumi y Shiro, uno que nació en la inocencia, se fortaleció al ser el motor para seguir adelante y será la brújula para no volverse a perder en el camino de la vida. Obra registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código 2304144047647 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
Kazumi tenía media hora de retraso. Un parto que se complicó terminó siendo una cesárea y no había cirujano disponible para atender la emergencia, por lo que ella se ofreció a hacerla, aunque su turno ya había terminado y sabía que llegaría tarde a la cena que la Familia Higuchi ofrecía por el cumpleaños de Yuki, el primogénito y mejor amigo de Naoki, su prometido.
Sin embargo, dos vidas estaban en peligro: una mujer que, si moría, dejaba en orfandad a una niña de tres años y a un hombre con el corazón destrozado al convertirse en viudo, y un bebé varón que aún no sabía nada de lo que le deparaba el futuro. Kazumi lo único que hizo fue priorizar entre dos vidas y la diversión, porque eso era lo que para ella significaba la cena por el cumpleaños de Yuki, decidiéndose por salvar a la madre y al bebé, evitando que una familia pierda a dos de sus miembros.
Para intentar llegar no tan retrasada Kazumi solo tomó una rápida ducha, se puso el vestido y se calzó los tacones que ya había preparado para esa ocasión. No tuvo tiempo para peinarse ni maquillarse. Al ser médica cirujana no solía usar esmalte en las uñas de las manos, por lo que estas no lucían tan femeninas y glamurosas con una estilizada manicura. Cuando llegó al restaurante en donde los padres de Yuki habían reservado todo el segundo piso para festejar el vigésimo séptimo cumpleaños de su hijo mayor, Naoki la esperaba en la puerta con un semblante que era una alerta de que nadie se le acerque porque estaba a punto de reventar por la ira que acumulaba al no poder ingresar a celebrar con su mejor amigo ya que debía esperar a su novia que aún no llegaba.
-Perdón por la tardanza, Naoki, pero se presentó una emergencia, una madre presentó complicaciones... -ella quería explicar la situación para que su novio pudiera comprender la importancia de lo que estuvo haciendo y por lo que llegó tarde, pero él la interrumpió bruscamente.
-¡Cállate, que no me interesa escuchar tus ridículas excusas! –dijo Naoki elevando la voz y haciendo callar a Kazumi-. No existe en este mundo nada que te justifique por haber llegado tarde. Hace dos semanas que te informé sobre la cena sorpresa que los padres de Yuki estaban preparando para celebrarle el cumpleaños número veintisiete, te pedí que organices tu tiempo porque era importante para mí que me acompañes, que todos nos vean juntos y felices ya que en tres meses nos casamos, pero una vez más me demuestras que no te importa absolutamente nada lo que yo siento, lo que yo quiero.
-Naoki, soy médica, cirujana, hubo una emergencia y ningún otro cirujano disponible. Si yo no me ofrecía a hacer la cirugía una madre y su bebé hubieran muerto. Ahora esa familia sonríe feliz porque han podido recibir a un nuevo miembro, y no están llorando porque deban hacer los funerales de dos de ellos –la voz de Kazumi denotaba tristeza. Ella amaba su profesión y sabía lo importante que era por las palabras de agradecimiento que siempre recibía de sus pacientes y los familiares de estos, pero parecía que, para la gente a su alrededor -sus padres, su hermana y novio- no significaba nada el hecho de poder salvar una vida.
-¿Y? ¿Tu profesión te impide que puedas cumplir con tus obligaciones? –Kazumi no entendió a lo que se refería Naoki-. Eres mi novia por encima de cualquier otra responsabilidad que tengas, y primero estoy yo con mis necesidades, luego todo lo demás –a Kazumi le pareció demasiado egoísta la manera de pensar de su prometido.
-Pero... -ella quería seguir insistiendo con el argumento de que una vida es más importante que cualquier reunión social o relación, intentando que Naoki se diera cuenta que hay cosas más trascendentales que sus necesidades de figuración social, pero él no dejó que hablara al empezar a criticarla.
-Pero nada, Kazumi. Tienes que comprender el sacrificio que estoy haciendo al aceptar casarme contigo –la médica puso cara de duda al no entender por qué sería un sacrificio casarse con ella-. Eres una mujer simple, sin gracia, nunca luces bonita ni arreglada, pareciera que vienes de una familia pobre que debe trabajar más de doce horas diarias para sobrevivir en vez de una pudiente y adinerada. Llevarte de mi brazo no me suma nada provechoso, ya que todo el mundo al verte comenta lo desarreglada que se te ve. Ahora mismo mira cómo has venido. Parece que unos pájaros hubieran hecho un nido sobre tu cabeza y luces demacrada sin nada de maquillaje. Y mejor no digo nada de tus manos, siempre llevas las uñas descuidadas –su lacio cabello oscuro se había alborotado un poco por el viento primaveral al abrir la ventana para que el aire circulara en el interior del vehículo, ya que el aire acondicionado estaba averiado. Su rostro lucía ojeras porque acababa de salir de una guardia de amanecida que duró más de la cuenta por los casos adicionales que tuvo que atender. Y sus uñas, pues, ella no podía tener de esas que son acrílicas, de más de cinco centímetros de largo y con aplicaciones de pedrería-. Mañana, a primera hora hablaré con tu padre para cancelar la boda –soltó Naoki y Kazumi dejó de mirar el suelo de la entrada al restaurante y se enfocó en él.
-¿Qué has dicho? –fue lo único que se le ocurrió decir en ese momento a la médica con mucha preocupación.
-Que no me voy a casar contigo.
-Naoki, este matrimonio ha sido concertado por nuestros padres para consolidar sus relaciones comerciales. Si no nos casamos, mi familia tendrá problemas, ya que tu padre ha puesto como condición para hacer al negocio del mío el principal proveedor de telares de su fábrica de muebles que se realice nuestro matrimonio.
-Debiste pensar en ello antes de llegar tarde esta noche.
-Naoki, por favor, recapacita. Entiende que mi labor es de servicio social, que debo estar disponible para ayudar a quien necesite ser intervenido quirúrgicamente de emergencia –ella trataba de mantener la calma, aunque desde que empezó a criticarla por su apariencia tuvo unas fuertes ganas de querer llorar al sentirse despreciada.
-Entonces mayor razón para que este matrimonio no se lleve a cabo –soltó Naoki y ella no supo qué decir-. Dentro de unos meses, cuando mi padre se jubile, seré el Director General de Muebles Yamazaki, y voy a necesitar que mi esposa esté dedicada a mí a tiempo completo. Luego vendrán los hijos, que serán el futuro de la Familia Yamazaki, por lo que necesitarán que su madre sea una mujer que se ocupe, críe y cuide de ellos sin anteponer a nada ni a nadie, que no sea yo, antes que ellos –Kazumi empezaba a llorar. Naoki pensaba que lo hacía porque se había enamorado de él, algo que le alimentaba el ego alzado que ya tenía, pero en verdad la médica lloraba porque lo que le estaba diciendo era lo mismo que en los últimos meses sus padres le estuvieron repitiendo sin cesar al verla que descuidaba la relación con Naoki por entusiasmarse con su carrera profesional. A Kazumi le dolía que nadie de su familia o círculo social cercano, como su prometido, pudieran reconocer que lo que hacía todos los días en el hospital donde trabajaba era de vital importancia.
-Naoki, por favor... -decía Kazumi apretando las manos que llevaba pegadas a su cuerpo mientras las lágrimas caían por su rostro. Ella estaba pensando en su padre, en lo que perdería económicamente al no tener la oportunidad de abastecer a una de las grandes empresas fabricantes de muebles en todo Japón, algo que para su progenitor era de vida o muerte.
-No me ruegues, Kazumi. La verdad es que nunca me gustaste. Te miro y como mujer no llamas mi atención. Como te dije, estuve dispuesto a sacrificarme por una cuestión de negocios, para hacerle un favor a tu padre que siempre ha sido muy atento con mi familia y conmigo en particular, pero no me iba a casar contigo por amor o por atracción. No seas ingenua y deja de pensar que un hombre como yo se iba a fijar en una mujer fea como tú.
Naoki dio media vuelta e ingresó al restaurante en donde se desarrollaba la cena en honor de su mejor amigo y dejó sola a Kazumi envuelta en un mar de lágrimas. La joven médica caminó hacia el chico del servicio de valet parking y le pidió su vehículo. El muchacho la miró con pena, ya que había escuchado todo lo que le dijo su novio. Al valet parking no le parecía que Kazumi fuera fea y que luciera descuidada. La joven tenía una muy bonita piel y sus rasgos naturales, sin nada de maquillaje, eran casi perfectos, además que su muy blanco tono de piel hacía un perfecto contraste con su oscuro cabello que caía delicadamente sobre sus hombros, que esa noche de primavera cercana al inicio del verano estaban desnudos por el corte del vestido que llevaba. Poniendo atención en su figura, el cuerpo de Kazumi no estaba nada mal. No sería como el de una protagonista de los manga o anime hentai –en la cultura manga y anime, el estilo hentai es el que retrata las escenas de relaciones sexuales de manera explícita, o sea, el manga o anime para adultos-, con unos enormes senos, pero lucía proporcionado, como el de una mujer y no el de una niña.
Ya en su auto, Kazumi se permitió llorar con aún más emoción. Con su tardanza acababa de hacer que su padre pierda una gran oportunidad que estuvo esperando por años, ya que el contrato con Muebles Yamazaki cubriría toda la planilla de su empresa, los gastos y costos mensuales y aún quedaba una muy buena ganancia, por lo que el resto de contratos que ya tenía asegurados con otras empresas más pequeñas eran ganancias fijas. Así su padre podría dejar de trabajar tan extenuantemente como lo había hecho los últimos diez años para sacar de la quiebra a la empresa familiar que heredó -la Importadora Shimizu- y que su tío Kenta, hermano menor de su progenitor, había puesto en riesgo por darse la gran vida y caer en vicios.
Esa misma noche, al llegar a la casa de la Familia Shimizu, Kazumi fue llamaba por su padre, quien se encontraba en el estudio. Kenzo Shimizu era un hombre que se sentía muy defraudado de su hija mayor, ya que pensó que todo el talento que había en ella serviría para hacer crecer el negocio familiar, pero los intereses de Kazumi no fueron los mismos que los de su progenitor, por lo que terminó estudiando otra carrera muy distinta a la de Administración de Negocios, Contabilidad o Economía, las cuales hubieran servido para los propósitos que tenía Kenzo.
-¿Qué ha sucedido con Naoki, Kazumi? –preguntó con notorio cansancio el padre.
-No pude llegar a tiempo para el inicio de la cena por la celebración del cumpleaños de su mejor amigo y... -Kazumi no podía continuar hablando. Aunque su padre fuera estricto con ella y nada cariñoso, ella se preocupaba por él y no quería darle una mala noticia al verlo extenuado por el arduo trabajo que realizaba, ya que él solo ejercía las labores de cuatro empleados, a quienes no podría pagar un sueldo porque aún debía aplicar políticas de austeridad para mantener a flote el negocio.
-¡Habla de una buena vez! –dijo Kenzo con notorio mal humor.
-Me dijo que mañana temprano hablaría contigo para cancelar la boda –la médica miraba el suelo de parqué del estudio mientras le daba la mala noticia a su padre.
-Sentí que estaba algo alterado, molesto, cuando hace una media hora me llamó para pedirme que lo atienda mañana a primera hora en las oficinas de la importadora –dijo Kenzo suspirando cansado-. ¿Sabes lo que pasará si no te casas? –Kazumi asintió con la cabeza-. ¿Y no pudiste esforzarte en hacer feliz a tu prometido? –a la médica le dolía que su padre la culpara por completo del fracaso de la relación que sostenía con Naoki, una que fue pactada por él y su par Yamazaki.
-Solo llegué tarde porque debí realizar una cesárea para salvar la vida de una joven madre y la de su bebé.
-¿Sabes cuál es tu problema? –dijo su padre y ella solo negó con la cabeza mientras seguía mirando el suelo de parqué-. Que pones a cualquiera por encima de tu familia –Kazumi sentía que las lágrimas llenaban sus ojos y que si pestañeaba iban a caer sobre ese bonito, brillante y nada barato de mantener en buen estado piso de parqué-. Tanto talento e inteligencia por las puras.
Kazumi tenía veintitrés años y tres especialidades médicas en su haber. Era un prodigio de la Medicina, superior a otros que ya habían enorgullecido a Japón con su buen desempeño en la investigación médica. Era la hija mayor de Kenzo y Akane Shimizu, con quienes no compartía nada en común. Su padre era un hombre que solo pensaba, hablaba y gustaba de los negocios que involucraban a su empresa, por lo que conversar con él se tornaba un poco difícil y tedioso para la médica. Y esto era así porque se había obsesionado tanto con no perder la importadora que su padre había dejado como única herencia para él y su hermano menor cuando este último la arriesgó por sus deudas de juego, práctica ilegal en Japón, pero eso no impide que los ampones que las cobran puedan quitarte lo que posees legalmente.
Por otro lado, su madre era una mujer que con un bajísimo promedio había culminado la escuela, así que no gustaba de leer ni estudiar, solo le importaba los vestidos, los accesorios de lujo y participar en todas las reuniones sociales posibles. Si con su padre podía hablar poco, con su madre no podía conversar en lo absoluto, ya que Kazumi no tenía tiempo para dedicarse a aprender sobre moda y seguirles el paso a los cambios que constantemente se dan en esa área. Mucho menos le interesaba saber sobre la vida de las demás personas de la alta sociedad, ya que ella creía que era de mala educación estar hablando sobre alguien que no está presente en la conversación y no puede defenderse o aclarar algún hecho comprometedor en el cual se le esté involucrando.
Con esos padres, ella se sentía extraña en su familia, en la casa que debería sentir como su hogar. En cambio, su hermana menor Suki era una digna hija de Kenzo y Akane Shimizu, ya que estudiaba Administración de Negocios y le encantaba estar a la moda y ser invitada a todos los eventos de la alta sociedad de Tokio, a los cuales no faltaba. Suki no era brillante como Kazumi, pero se esforzaba para conseguir sus objetivos, los cuales no eran muy ambiciosos. Ella solo quería poder casarse con un hombre adinerado, guapo y que sea bueno en la cama. Suki era de un carácter liberal, pero que aparentaba inocencia y candidez cuando en realidad era una mujer muy hábil en temas de alcoba. A sus veinte años ya había estado con varios hombres, pero ninguno tenía las tres características que buscaba en uno, por lo que se había mantenido soltera y nada interesada por pactar algún tipo de relación, hasta que conoció a Naoki, su futuro cuñado, en la intimidad. Suki era la más interesada en que el matrimonio de su hermana no se diera por dos motivos: porque quería a Naoki para ella y porque desde niña detestaba a Kazumi.
Suki era muy parecida a su madre Akane, gustaba de tener la atención de todos, pero cuando llegaba a la escuela, todos los maestros prestaban más atención a Kazumi que a ella porque la hermana mayor era un prodigio que los profesores querían poner a prueba en todo momento. Por ello la relación entre las hermanas fue siempre muy fría y llena de envidia por parte de la menor, pero todo empeoró cuando Kazumi aprobó el examen que decidió tomar incentivada por sus profesores, el cual ocasionó que a los doce años dejara el primer año de secundaria inferior para pasar al salón del último año de secundaria superior, graduándose de la escuela cinco años antes de lo debido. Que la foto de su hermana mayor saliera en los diarios y que la prensa televisiva la entrevistara por ser una niña genio, hizo que el rencor en Suki creciera desmedidamente porque su gran ego no soportaba que su hermana llamara la atención de todos y ella no.
-Disculpa, padre, que me entrometa, pero fue inevitable que pudiera escuchar la conversación que sostienes con mi hermana al estar la puerta del estudio abierta –empezaba a hablar Suki, quien no escuchó por casualidad, sino que lo hizo adrede porque sabe que cada vez que su padre pide hablar con Kazumi es para llamarle la atención, cosa que a la hija menor le fascina escuchar por la envidia que guardaba por su hermana mayor-. Si Naoki quiere cancelar el matrimonio con mi hermana, yo hablaré con él para convencerlo de que no lo haga.
-Mi querida Suki, ¿harías eso por papá? –preguntó Kenzo cansado, pero con un notorio amor en su mirada, algo que Kazumi nunca encontraba para ella en los ojos de su padre.
-¡Claro que sí, papito! Tú sabes que yo te quiero mucho. Sé lo que te esfuerzas a diario para sacar adelante a la importadora y quiero ayudarte a que ya no estés trabajando tan arduamente. Mereces poder relajarte y dedicarte a pasar más tiempo con tu familia –Suki se había acercado a su padre, tomado sus manos y dejado un beso en ellas. De reojo miraba a su hermana, quien no dejaba de mirar el suelo del estudio por lo apenada que se sentía. En su interior, Suki gozaba ver así a Kazumi, rebajada a la nada, un sentir muy insano en una relación entre hermanos, pero la hija menor de Los Shimizu era una mujer muy egoísta, vanidosa, déspota y malcriada, así que no se podía esperar que proviniera de ella algo diferente -. Ahora mismo me voy a comunicar con Naoki para consultarle cuándo podemos hablar de este tema, así tu cita de mañana con él se cancela.
-Gracias, hijita, mi niña bonita –soltó Kenzo besando las manos de Suki-. Deberías aprender de tu hermana menor, Kazumi, y ser un poco más empática con tu familia. Retírate a descansar, ya es hora de que todos lo hagamos –Kazumi solo pudo emitir un débil «lo siento mucho, padre», y se retiró del estudio.
Suki llamó a Naoki, quien le contestó casi de inmediato. Esos dos ya se habían conocido íntimamente hace un par de meses atrás, en el cumpleaños número veintitrés de la médica. El joven Yamazaki quería pasar la noche con ella, ya que, al estar comprometidos, era un hecho que se casarían, pero Kazumi no quiso, ya que no lo amaba y ella estaba completamente segura que solo después del matrimonio estaría obligada a tener que consumar la relación, pero no antes. El rechazo hizo que Naoki se llenara de ira y decidiera pasar la noche con la primera mujer que se le cruzara en el camino, la cual fue Suki. Desde esa noche la hija menor de Kenzo y Akane Shimizu supo que Naoki era el hombre que quería para ella, pero saber que debía casarse con su hermana por el bien de la empresa familiar la había contenido de hacer todo lo posible e imposible por impedir ese matrimonio, por lo que no desaprovecharía esta oportunidad que se le presentaba.
-¿A qué debo tu llamada, Suki? Has estado evadiéndome desde esa noche en la que fuiste mía –soltó Naoki con una voz ronca, deseosa por tener a Suki una vez más.
-Lo hacía porque el matrimonio con mi hermana era necesario para la tranquilidad de mi padre y estabilidad económica de mi familia, pero ahora que me he enterado de que quieres cancelar la boda, creo que es una oportunidad para decirte lo que quiero –dijo Suki sonriendo al escuchar que a Naoki ya lo tenía atrapado.
-Entonces no te detengas y dímelo.
-Te quiero a ti, Naoki Yamazaki. Desde que pasamos juntos esa noche no he podido dejar de pensar en ti –la melosa voz de Suki hizo que el interés que despertó en Naoki ardiera con más fuerza.
-Suki, paso por ti en media hora. Lo que tengas que decirme, quiero que me lo digas mirándome a la cara.
-Pero ¿y el cumpleaños de Yuki?
-Tu hermana ya se encargó de malograrme este momento junto a mi amigo, así que pudo excusarme diciendo que tengo que ir a verla. En media hora paso por ti. Espérame en la esquina posterior de tu casa, no quiero que me vean o reconozcan mi auto.
Esa noche nuevamente ese par se burlaba de Kazumi y se enredaban entre las sábanas del placer pecaminoso que era su romance, ya que todo comenzó por darle la contra a la médica, y algo que nace de la ira, la envidia, el rencor no es bueno ni puro. Suki convenció a Naoki a no cancelar la boda, sino a hablar con su padre para que realicen un cambio de novia. El joven Yamazaki estaba embrujado por la destreza de la hija menor de Los Shimizu en la cama que no dudó en aceptar lo que le pedía, y a primera hora de la mañana siguiente buscó a su padre para hablar sobre su futura boda. Al principio el padre de Naoki no quería dar su brazo a torcer porque lo normal era que él, al ser el primer hijo de su familia que se casaba, lo haga con la hija mayor de Los Shimizu, pero Naoki señaló un largo listado de motivos que tenía para no aceptar a Kazumi como su esposa, algo con lo que el padre estuvo de acuerdo, así que propuso cancelar la boda. Sin embargo, Naoki le dijo que no quería cancelarla, sino que cambiaran a la novia. Al padre no le pareció bien lo que pedía su hijo, pero considerando que así Kenzo Shimizu podría aún cerrar trato con él sin problemas terminó aceptando la propuesta de su hijo.
Esa mañana, Naoki y su padre se presentaron en la casa de Los Shimizu para hablar sobre el cambio de novia para la boda de sus hijos. El padre de Naoki expuso el deseo de su hijo por contraer matrimonio con una Shimizu, pero no con Kazumi, sino con Suki. «Ella heredará tu empresa por estar interesada en los negocios de tu familia, no como tu hija mayor que es médica, por lo que no seguirá con tu legado. Si Suki es la esposa de Naoki, mi hijo será quien dirija tu empresa, así nuestros negocios se unificarán y se harán más fuertes. Además, mi hijo será más feliz con Suki, quien es muy bella y atenta con él». Kenzo aceptó la propuesta sin pensar en los sentimientos de Kazumi, quien no amaba a Naoki, pero el que la estuvieran haciendo a un lado después de haber comunicado el compromiso de ella con el heredero Yamazaki a la alta sociedad de Tokio no la dejaba bien parada.
Kazumi estaba bajando las escaleras para irse a trabajar cuando vio a Naoki junto a su padre salir del estudio de Kenzo hablando muy alegres. Ella apuró el paso para saludar a su prometido y futuro suegro, ya que quería resarcir el error que tuvo la noche anterior para evitar que su progenitor se vea perjudicado. Naoki la miraba con desprecio y el padre de este con un poco de pena, ya que le hubiera encantado que esa joven tan talentosa sea parte de su familia, pero, tras escuchar los motivos de su hijo para despreciarla, entendió que ella no era la adecuada para brillar al lado de Naoki, ya que ambos estaban interesados en temas distintos. Kazumi iba a empezar a disculparse por lo sucedido anteriormente, pero su padre la detuvo, diciéndole que lo espere en su estudio mientras despedía a las visitas.
-El padre de Naoki ha venido a primera hora de la mañana a hablar conmigo sobre el cambio de novia para la boda –dijo Kenzo ni bien entró al estudio mientras caminaba para sentarse en su silla detrás de su escritorio. Kazumi lo miraba sorprendida, pero aliviada a la vez, ya que su padre no perdería el contrato que tanto esperaba concretar, aunque ella quedara como una repudiada-. ¿Entiendes que este cambio no te favorece en lo absoluto ante una futura posibilidad de conseguir un matrimonio para ti? –preguntó Kenzo mirando con algo de pena a su hija mayor, ya que al casarse la menor antes que ella no la dejaba en una buena posición ante el resto de familias de la alta sociedad japonesa.
-Eso es lo de menos, padre. Estaba preocupada porque perdiera el contrato por el cual ha luchado tanto, y me alegra saber que no será así –Kazumi tenía un noble corazón que nadie en su familia se merecía ni compartía con la joven médica.
-Bien, me alegra tu actitud de aceptación. Ahora puedes ir a hacer tu día. Debo comunicar el cambio a tu madre y a Suki, con quien tendremos que asistir hoy a la cena que Los Yamazaki ofrecerán para formalizar el nuevo compromiso. No te preocupes si no puedes participar de ella, ya que preferimos que no lo hagas porque puede ser incómodo para ti –sin decir más, Kenzo dejó su silla y se retiró del estudio. Kazumi juntó sus manos y agradeció que todo se haya solucionado favorablemente para su padre, para su familia y para ella, ya que aceptar casarse solo lo hizo por ayudar a Kenzo y que los suyos no perdieran las comodidades a las que estaban acostumbrados, mas no porque le interesara Naoki.
La mañana se desarrollaba tranquila. No hubo cirugías de emergencia, solo las programadas muy temprano para luego atender algunas consultas. Toda hacía ver que después del almuerzo podría dedicarle un par de horas al trabajo administrativo y de ahí a casa, a descansar. Sin embargo, después del almuerzo su hermana menor la estuvo buscando en el hospital, hasta que dio con ella, y si Suki quería hablar con Kazumi no era justamente para felicitar, halagar o compartir una buena noticia con la médica.
-Hasta que pude dar contigo –dijo Suki al ingresar al consultorio de Kazumi sin saludar ni agradecer a su hermana por dejarla pasar.
-El hospital es grande y nunca se sabe en donde voy a estar por las labores que tengo asignada –se excusó Kazumi lamentando una vez más no poder tener una bonita relación con su hermana menor.
-No he venido para hablar contigo sobre tu tan importante labor en este lugar. ¿Ya te enteraste de la buena nueva? –en el rostro de Suki se notaba las ganas que tenía de humillar una vez más a su hermana-. Hoy por la mañana el padre de Naoki habló con papá y le pidió que yo sea la novia con quien su hijo se case.
-Felicitaciones, Suki. Serás una hermosa novia –dijo Kazumi con una sonrisa e hizo una reverencia de 90° grados.
-¿Estás feliz por mí? No te creo. De seguro estás que revientas porque te quité a tu prometido, pero era algo que se veía venir, soy más bella y agradable que tú, cualquiera me prefiere a mí por encima de ti –decía Suki y Kazumi se imaginaba los recursos que su hermana había utilizado para convencer a Naoki de que ella fuera la nueva novia. La médica sabía de la vida lasciva que su hermana tenía a escondidas de sus padres, ya que, sin proponérselo, se topó con su historial clínico al hacer una auditoría al área de Ginecología, enterándose que su hermana ya se había realizado un aborto a los diecinueve años. Al ser menor de edad –la mayoría de edad en Japón es cuando se cumple los veinte años-, había falsificado la firma de su padre y reconocía el nombre del supuesto novio y padre de la criatura, el hijo de una familia reconocida que en ese momento tenía novia y ahora ya era un hombre casado. Todo lo que Kazumi sabía de Suki lo podía usar en su contra, pero ella no era como su hermana menor.
-En verdad que sí lo estoy, Suki. Naoki es un buen hombre que tiene muchas cualidades, pero no lo amo. Si acepté fue solo para ayudar a papá. En cambio, tú sí lo amas, así que serás feliz con él, y eso me alegra mucho –aunque Suki estaba obteniendo lo que quería, le molestaba que de alguna manera le estuviera haciendo un favor a Kazumi.
-Bueno, como sea. La boda será la fecha que ya estaba apartada, para no dilatar por más tiempo la firma del contrato que le interesa a papá. Esta noche será la cena entre ambas familias, pero te pido que no asistas, evítate ese mal momento. Con mamá ya nos comunicamos con el atelier que estaba preparando el vestido, ya que ahora será mío. Siento mucho tener que casarme primero, hermanita, pero así tenía que ser. La más bonita siempre es la que debe obtener lo mejor de lo mejor –dijo Suki y caminó hacia la puerta del consultorio-. Ah, y la lista de invitados cambiará, obviamente. Ya no necesitamos comunicar la unión de las Familias Yamazaki y Shimizu a tanto médico, solo a lo selecto del empresariado de Tokio. Ahora me voy, tengo mejores cosas que hacer que estar perdiendo mi tiempo contigo, hermanita –y Suki salió del consultorio sin decir más. «No sé por qué presiento que este nuevo compromiso me va a causar más sufrimiento que cuando yo era la novia», se dijo a sí misma Kazumi y continuó realizando su trabajo administrativo.
Capítulo 1 .
14/04/2023
Capítulo 2 .
14/04/2023
Capítulo 3 .
15/04/2023
Capítulo 4 .
15/04/2023
Capítulo 5 .
16/04/2023
Capítulo 6 .
16/04/2023
Capítulo 7 .
17/04/2023
Capítulo 8 .
17/04/2023
Capítulo 9 .
17/04/2023
Capítulo 10 .
17/04/2023
Capítulo 11 .
18/04/2023
Capítulo 12 .
18/04/2023
Capítulo 13 .
21/04/2023
Capítulo 14 .
21/04/2023
Capítulo 15 .
21/04/2023
Capítulo 16 .
23/04/2023
Capítulo 17 .
23/04/2023
Capítulo 18 .
23/04/2023
Capítulo 19 .
24/04/2023
Capítulo 20 .
28/04/2023
Capítulo 21 .
28/04/2023
Capítulo 22 .
01/05/2023
Capítulo 23 .
01/05/2023
Capítulo 24 .
01/05/2023
Capítulo 25 Epílogo 1
01/05/2023
Capítulo 26 Epílogo 2
01/05/2023
Capítulo 27 Extra
01/05/2023