El amante perdido
upó ni fastidió a Shiro, ya que él regresaba feliz, ilusionado porque tendría su primera cita con su amada niña, con la que soñaba despierto desde esa noche cuando la conoció. Eran cerca de
er encontrado a la joven de la que tanto hablaba, ya que suponían que la mu
para que experimente la felicidad era algo que se debía celebrar, de ahí que los cocineros le ofrecieron un vaso con sake, y cuando ya no había ni un cliente más en el local, todos vitoreaban el nombre de Shiro. Después de beber un poco y compartir unos aperitivos que
con Kazumi, y sin esperárselo, el sueño arribó y pudo sumergirse en él. Muy temprano despertó y empezó su jornada de todos los días, ya que el repartir el diario no tenía descanso. Llegó corriendo al restaurante y empezó la limpieza, pero sin parar, con mucha energía y rapidez, por lo que antes del mediodía había acabado con todo el lugar. Después de bañarse se puso unos pantalones j
dejó la casa en donde Maeko san y Reiko lo habían encargado, Shiro cambiaba el contenido de la plática de inmediato. Esa parte de su pasado la enterró para olvidarse de ella, como si todo lo que vivió esos siete meses hubiera sido una pesadilla que al despertar ya no tenía propósito
serve con otros ojos –dijo Shiro y sonrió nuevamen
o Tomeo quien le ayudaba a terminar de limpiar los al
oteger, querer. Si vieras lo coloradas que se ponen sus mejillas y como evita mi mirada al escucharme pronunciar esas palabras
para decirle tod
él sus realidades socio-económica y profesional contrastaban enormemente. Ella era una médica que se encaminaba a ser una eminencia en su especialidad, y dentro de poco ofrecería conferencias y charlas en diferentes ciudades del mundo, a miles de galenos como ella, mientras que él solo era un tipo que hacía trabajos que demandaban esfuer
ero que necesitas para dar el salto hacia el
o tiempo, para que pueda seguir estudiando –el hermano menor de Tomeo estaba próximo a terminar la escuela y quería trabajar a la par de estudiar para ayudar a sus padres a costear los gastos del instituto en donde quería estudiar carpintería
heredar de alguno de tus padres –decía Tomeo recordando todas las veces que su amigo le comentaba sobre negocios
ra hacer un trabajo de pintura. Para apurar el inicio de mi negocio estoy tom
lar con sus pacientes, por lo que no demoraba en mejorar su semblante y ofrecer su sonrisa a todo aquel que se topara con ella. Sin embargo, la Dra. Shimizu lucía una alegría que nunca habían percibido y que iluminaba todo es
vida. Ahora tenía a Shiro diciéndole a cada momento -cuando hablaban por teléfono para saludarse por las mañanas, o cuando se encontraban para compartir una comida o tiempo juntos, o cuando se disponían a desearse una buena noche de descanso o trabajo- lo bonita, buena, noble, tierna que era; festejando con ella los logros que iba obteniendo en su p
as 6 pm en un parque que quedaba cerca del hospital donde trabajaba la médica, por las mesas en donde se podía jugar partidas de ajedrez o cualquier otro juego. Kazumi llegó diez minutos tarde, pero no encontró a Shiro. La médica no sabía a dónde llamarlo, ya que él siempre era quien marcaba el número de ella desde algún teléfono público, ya que
a entristecer, como cuando vivía con sus padres y hermana. En eso, sin que se lo esperara, una rosa roja apareció delante de sus ojos. Ella siguió con la mirada el tallo de la flor para llegar a la mano que la sostenía, ver un brazo, reconocer la cha
. Hace poco terminé de ducharme y cambiar mis ropas para llegar a nuestra cita, pero como no podía llegar con las manos vacías al estar en
a quedaban observando, y ante la imposibilidad de poder esquivar la mirada porque le encantaba lo que veía en ellos, ese brillo que era
colocar su mano en la nuca de la médica y así impedirle huir ante el beso que quería darle. Sin embargo, se contuvo y solo le sonrió, ya que aún no era el momento pa
omenzando a creer que todo lo que me dices es cierto –s
médica se sonrojó tanto que escondió la cara detrás del ramo de rosas rojas al colocarlo delante de su rostro. Shiro rio feliz, y al escucharlo tan contento, ella fue bajando de a pocos el ramo que encubría su timide
e han acomoda
os logros obtenidos –al comienzo del otoño en diferentes ciudades de Japón se realizan festivales que, antiguamente, se hacían con la finalidad de agra
ida, unos que en su mayoría son frituras que tienen como base alguna proteína –pollo, pescado o algún fruto del mar- o verdura que se sumerge en tempura -que es una mezcla de huevo, harina y agua helada que provee a la fritura de una
o en donde la médica había dejado su auto al salir del hospital y enrumbaron al penthouse de ella. Al quedar completamente dormida mientras él manejaba, cuando llegaron a su destino Shiro la cargó en sus brazos y la llevó hacia la vivienda. Ya en el apartamento, el joven la trasladó hacia su habitación y muy delicadamente la posó sobre la cama. Él
r cada día más espacio en su corazón y pensamiento la despabiló por completo para que prestara atención a lo que le decía. Como ese día tenía solo que atender cuatro horas de consultas ambulatorias ya concertadas por la tarde, acordaron volverse a
cía y pensaba, elogiando cada logro que obtenía, prestándose a celebrar junto a ella cada hazaña que le reconocía la Dirección del Hospital, la sociedad médica japonesa o el Gobierno de su país. El que siempre se divirtiera a su lado era otro punto a considerar, ya que le gustaba que la hiciera reír y sentir que era única. Algo que la sonrojó e hizo que se mordiera el labio inferior fue el reparar en la belleza física de Shiro. Él era muy atractivo,
la escuela y que no esté desarrollándose dentro de un ámbito profesional como ella lo hacía en el suyo. Él trabajaba, y mucho, pero, si comparaba los trabajos de este con el de ella, lo que hacía él no era gran cosa. Ahí empezó a
ior necesarios para que alcance la licenciatura, y, por qué no, el de maestría si se lo proponía ambiciosamente. Hasta podría invertir en un negocio que él gestionaría y lo haría crecer. En eso, el recuerdo de sus padres y hermana llegó, y se imaginó a ellos rechazando a Shiro por su paupérrimo origen, algo que para ella no era razón fundamental para que sea imposible que nazca el amor entre ellos. «¿Por qué me preoc
médica se sentía que estaba volando entre las nubes al imaginarse una vida al lado de Shiro, pero descendió de golpe al llegar a su mente la idea de que, para que se haga realidad todo lo imaginado con mucha ilusión, primero debían confesar el amor que sentía uno por el otro. «¿Y si Shiro no es capaz de superar la timidez y declararse? Eso haría que todo lo que deseo para nosotros no llegue. ¿Y si soy yo quien introduce la co
vivienda y ahí confesarse. Ella iba muy nerviosa hacia el punto de encuentro, pero el caminar le ayudaba a soltar el temor de un posible rechazo y pensar positivamente. Al llegar a donde habían acordado encontrarse tomó asiento en una de las bancas cerca de la boletería. Como había llegado unos minutos antes de la hora acordada por la ansiedad que sentía al mantenerse firme en su propósito de
su mente iba en blanco. Se obligó a no pensar, a no sacar conclusiones hasta llegar a su penthouse porque sabía que si empezaba a darle vueltas a lo que le acababa de ocurrir comenzaría a llorar enfrente de todos los transeúntes que en ese moment
ilusiones porque entre él y yo no habrá nada que tenga que ver con un amor de pareja. Qué tonta he sido al pensar que un hombre guapo y agradable como él podría interesarse en mí». Con ese pensamiento triste y desesperanzador Kazumi se acostó e intentó conciliar el sueño, pero este no aparecía al estar la médica ahogada en un llanto que empezó a ser cada vez más fuerte y desga