No, el amor genuino, que estamos acostumbrados a ver, en las escenas románticas, no es más que una utopía, en la cual, muchos desearíamos vivir. Por desgracia, la vida real, es a otro precio; Gabriela Solís Torres, una mujer que carga, acuesta el abuso sexual, a manos de su propio padre, y el abandono de su madre, pues ella, prefirió continuar con el hombre, que se convirtió en la peor de las pesadillas, para su hija.
Ella, está llena de grietas, que no logra sanar, por lo cual, en 2012, y luego de salir de la casa de su tía Federica, ingreso a la universidad, decidida a estudiar psicología, para sanar, aquella que la mortificaba; en cuestión de tiempo, forma lazos entrañables, con Estefania Rosales, y Ernesto Paz Caseras, quienes se convirtieron en su mayor apoyo, todo lo hacían juntos. Para Gabriela, no había otro objetivo, que no fuera convertirse en la mejor profesional, pero a medidas de año, conoció por accidente a Esteven Monsalve, un manipulador egocéntrico, de primera, quien declaro, que ella, sería su nueva presa.
No obstante, al ver que ella, siempre estaba acompañada, este, no se dio por vencido, y aunque duro, dos años, en lograr su cometido; desde el instante, que Gabriela, lo acepto, se condenó, sin reversa alguna, pues él, la alejo de su familia, y de cualquier círculo social, que pudiera significar, peligro para él.
6 de agosto, año 2017- Boca grande, Cartagena – Colombia, Casa de Esteven y Gabriela, 5:00 p.m.
—¡Eres una estúpida! —Esteven, abofeteó a Gabriela, tal fue la magnitud de su golpe, que le rompió el labio—, te lo dije, desde el primer momento, yo jamás, tendría un hijo, con una infeliz como tú, eso sería una deshonra para mi familia, no eres más que mi trapo sucio, el cual manejo a mis anchas—. En más de tres años, de relación, lo único que Gabriela, ha recibido por parte de Esteven, ha sido humillaciones, desprestigios, y golpes.
—¡Yo tampoco, quería ser madre! El único responsable, aquí, eres tú!, por abusarme, como se te ha venido en gana, pero ya no más, hoy me largo de aquí, no permitiré que esta criatura, pase por mi infierno.
—De aquí, te irá solo si yo lo permito, y en cuanto al bastardo, yo me encargo —Esteven, la halo por el cabello; la tumbo en el piso, ella se colocó en posición fetal, como ya era costumbre, cada vez, que se sentía agredida. Viendo su estado de indefensión, él, la comenzó a golpear, y solo se detuvo hasta ver, que esta sangraba producto de la hemorragia interna, que se le ocasionó—. ¡Te lo advertí, idiota!, serás mía por siempre.
—¡Coff… ayuda…! —Con su último suspiro, ella pidió ayuda, pero al despiadado hombre, no le importo. Así que se fue, ya la dejo tirada en la sala de su casa.
Pasada media hora, Gabriela fue encontrada por Hortensia, su trabajadora doméstica, quien al ver su situación, no dudo y llamo una ambulancia. Ella fue internada en el hospital universitario del Caribe, donde fue sometida diferentes rayos x, para descartar fracturas, también fue revisada por el ginecólogo obstetra, quien, afortunadamente, su bebé, pudo aferrarse a la vida. Transcurridas dos horas, Nora, la madre de ella, pudo hacer presencia, y al ver, los incontables moretones en el cuerpo de su “niña”, como ella le decía, no contuvo el llanto.
—¡Mira, como te dejo ese maldito infeliz!, pero no te preocupes, mamá, ya está aquí, yo te protegeré —Ella besó la frente de Gabriela—. No te fallaré por segunda vez
—¡Mami!, perdóname, si te hubiera hecho caso, quizás…
—¡Shu!, cariño, tú no eres responsable, de la bestia que resulto ser la basura
—Sí, todo es mi culpa, la primera vez que me advertiste, te grite, y jure que nunca volvería a verte, y mira, como estoy
—Eres fuerte, de eso no lo dudes, además, hay una personita, creciendo en tu interior
—No quiero tenerlo, ¡no lo haré!
—Tranquilízate, lo hablaremos después, ahora descansa.
Gabriela, duro tres semanas internada, momentos en los cuales, su madre se mantuvo a su lado, es más, ni siquiera le importo la negativa de su hija, y ella, denuncio a Esteven, desafortunadamente, al ser hijo de una familia prominente, este se libró de los cargos, y desapareció sin dejar rastro alguno.
Lunes 4 de septiembre, Casa de Nora
—¿Mamá, como es posible, que la policía no sepa, dónde está? —Al enterarse de que Esteven, había desaparecido, Gabriela pasaba días angústiales, el solo hecho de considerar que él, regresara por ella, le quitaba las ganas de vivir.
—Mi cielo, al ser hijo, de uno de los terratenientes más importantes, nadie hará nada por encontrarlo. Pero confía en mí, daré mi vida por ti, de ser necesario
—Eso no me clama en lo absoluto, lo mejor será que me deshaga, de este feto, y así, pueda hacer una nueva vida
—¿Eso es, lo que deseas?
—Tengo que hacerlo, de lo contrario, mantendré postrada, algo que no quiero
—Si es así, tienes mi aprobación, lo importante es tu tranquilidad, mañana iremos al centro médico por información, para que te realices el proceso
—Mamá, hay algo que siempre, quise preguntarte, para poder entender, ¿en ese entonces, por qué, lo elegiste a él, aun cuando yo quedaba devastada? —Gabriela, no podía borrar de su mente, como su madre le había dado la espalda.
—Por imbécil, fue por eso, me sentí tan poca cosa, que llegue a pensar que si él, se iba de mi vida, jamás sería feliz
—¿Y lo fuiste?
—Por supuesto que no, a su lado solo viví tempestades, hija, yo… —Nora se arrodilló, y tomo las manos de Gabriela—. Mi niña, te lo suplico, perdóname, fue una basura de lo peor, pero créeme, lo pagué con creces, al igual que tú, recibí golpes. Y no solo eso, perdí a tu hermano.
—¡¿Cómo?! —Ella, sintió una pequeña punzada —¿Madre, porque, nunca me lo dijiste?
—La última vez, que nos vimos, me dejaste en claro que me detestabas, y que yo, estaba muerta para ti. Calle, y me trague todo, además, en el fondo, sabía que me merecía todo dolor, por haberte lastimado, cielo, deseo, que algún día, puedas confiar en mí.
—Vamos, levántate, no sé, si algún día logré perdonarte por todo, lo que sí sé, es que ahora, eres mi único refugio, esa escoria me alejo de todo, que perdí todo contacto con mis amigos, y la verdad, es que los extraño, como no te lo imaginas
—Supongo, que ellos fueron muy gentiles contigo, para que los eche de menos
—Así es, fueron mi sostén
—Bueno, ahora me tienes a mí, haré todo lo que esté en mis manos, para salvaguardarte, de todo lo que quiera dañarte, ¿puedo darte un abrazo?
—Adelante.
Esa tarde, madre e hija, tuvieron un pequeño espacio, para hacer las paces. Nora, respetaría toda decisión que su hija tomara. Sin embargo, habría algo, que sacudiría el corazón de Gabriela.
8: 0.0 p. m.
—Gracias, por la cena, estuvo deliciosa —Gabriela, se levantó, para recoger la mesa.
—Al menos, no he perdido, esa parte de mí
—Lo cierto es que, desde pequeña, amo tu forma de cocinar
—Me alegra oír eso. Ahora ve, descansa, yo terminaré de limpiar aquí