Llevaba años enamorada de Jerry Pérez un caribeño guapísimo que era instructor en el gimnasio donde trataba de asistir todos los días, él tenía un cuerpazo, músculos definidos, alto, tatuado y un rostro de muñeco. Yo realmente me derretía por él, su sonrisa hacía que brotaran corazones de mi cabeza como en las caricaturas para niños. Yo era solo una chica punk de NY rubia, ojos grises, tatuajes y me vestía algo dark.
Mis estudios de arquitectura me daban una buena vida, a mis apenas veinte y cinco años tenía un trabajo de ensueño en una mega constructora, tenía mi propia casa, mi camioneta último modelo y mi Harley. Gracias al entrenamiento en el gimnasio tenía una linda figura, glúteos fuertes y abultados, pechos firmes y redondos, un abdomen casi plano, todos los chicos me invitaban a salir, tenía muchos pretendientes, pero yo solo tenía ojos para Jerry que siempre estaba rodeado de chicas. Pero él siempre me miraba de reojo y me regalaba una hermosa sonrisa… ¡suspiro! Era suficiente para que me durmiera pensando en el varias noches… ¿será que algún día se fijara en mí?… bueno yo lo miraba como alguien inalcanzable. Hasta que un día le toco estar en servicio al cliente y pues tenía que atenderme… yo estaba tan emocionada… él era tan amable… saco mi expediente y dijo…
—Hola Eloísa bienvenida, y yo muda, me puse muy nerviosa solo le di mi tarjeta para pagar.
—¿Qué deseas pagar preciosa?
—Si bueno si quiero pagar bueno serían los seis meses que siempre pago. Yo ni sabía que estaba diciendo, solo lo miraba y le sonreía con cara de boba.
—ohhh Wow si veo que siempre pagas seis meses de un solo, es una suma muy alta de dinero, entonces el paso mi tarjeta y paso inmediatamente.
Me dio el recibo, lo firme, tomé mi tarjeta y le devolví todo lo demás.
—Gracias Jerry eres muy agradable, ve digo muy amable, disculpa iré a cambiarme.
—Claro preciosa pasa adelante el gimnasio es todo tuyo. Le sonreí y caminé casi tropezándome para ir a los vestidores. Al llegar tape mi cara con mis manos sentía tanta vergüenza, mi primer contacto con él fue tan terriblemente penoso, me cambie y revise mi rutina del día… me enfoque en mi cintura esa vez… al terminar me duche y me cambie de ropa, y salí del lugar para dirigirme a mi camioneta. Escuche alguien casi corriendo, diciendo...