Ahogado en ecos del pasado
Loraine y los demás se marcharon de la sala privada, pero eso no impidió que Marco continuara bebiendo.
El fuerte whisky se deslizó por su garganta hasta llegar a su estómago, provocándole una sensación de ardor.
Llegó un momento en el que el hombre ni siquiera sabía si era su estómago o su corazón lo que le dolía.
Mientras Marco estaba tomando una copa tras otra, no notó que una figura furtiva estaba afuera de la puerta.
Esta se acercó lentamente, revelando un rostro triste. Se trataba de Keely, quien todo ese tiempo había estado oculta afuera de la sala privada.
La chica sabía que una vez que la noticia de ese día se difundiera, su primo y su tío estarían en un gran problema, y que era poco probable que ella pudiera salir bien parada.
Si Marco la abandonaba, estaría perdida.
Por esa razón, cuando Keely vio que Loraine y los demás se marcharon, volvió a entrar en la sala.