Mi vida con el hombre más rico
Autor: CATHERINA CAMPILLO
GéneroRomance
Mi vida con el hombre más rico
Con el repentino giro de los acontecimientos, toda la tienda enmudeció.
Las otras personas presentes no pudieron evitar mirar con lástima a la vendedora, quien obviamente sintió que estaba siendo atacada al extremo. Finalmente, el gerente hizo acto de presencia, pero tan pronto como miró a la vendedora, le indicó que siguiera las órdenes del cliente; ese no era el momento de defender el orgullo de la empleada. Después de todo, ese era un negocio, y el precio del vestido de novia era más alto que el resto de los artículos de la tienda, lo cual significaba que podían obtener muchas ganancias con él.
Por otro lado, Zayden mantuvo una expresión tranquila, aunque una mirada fría establecía su superioridad.
Incómoda a más no poder, Meagan no pudo evitar agarrarle la mano con fuerza, e inclinándose un poco más cerca de él, le susurró: "Olvídalo. Realmente no necesitamos comprarlo. ¡Este vestido es muy caro! Además, ni siquiera voy a tener la oportunidad de usarlo...".
No obstante, Zayden simplemente la ignoró, en cambio, le dijo rotundamente a la vendedora: "Aquí está la tarjeta. Sin contraseña".
Al enterarse de que de verdad iban a comprar el vestido, el gerente y el diseñador se acercaron para disculparse.
Zayden salió un rato y se quedó fumando junto a la puerta. Mientras tanto, le tomaron las medidas a Meagan adentro. Nadie se atrevía siquiera a mirarla ahora. Después de toda la conmoción anterior, el gerente detrás del mostrador regañó a la vendedora, y no se atrevió a hacer otra escena. El diseñador no dejaba de elogiar la buena figura de Meagan, e incluso el gerente la trataba como a su clienta más distinguida.
Pasado un rato, el tedioso proceso por fin terminó, y la pareja de recién casados pudo salir de la tienda de vestidos. Sin embargo, en el camino de regreso, Meagan parecía atribulada.
Después de todo, el vestido de novia que acababan de comprar costó más de treinta mil.
Mordiéndose los labios con pesar, ella miró al hombre a su lado, quien todavía estaba tranquilo y frío.
Incapaz de contenerse más, ella le habló. "Zayden... Tengo algo que decirte".
Él de repente dejó de caminar, y notó que Meagan parecía muy seria. Los grandes ojos negros de esta parpadeaban de vez en cuando, y sus labios estaban ligeramente fruncidos.
"En la tienda... tú... fuiste demasiado impulsivo".
Frunciendo el ceño, él inclinó un poco la cabeza. "¿Por qué?".
"Quiero decir... En serio no tenías que hacer eso. Pudimos haberlo manejado todo de otra manera. Pero terminamos comprando ese vestido de novia, y era muy caro. Ese dinero podríamos haberlo usado para otras cosas necesarias. ¿Sabes cuánto tiempo podemos vivir con esa cantidad?".
Zayden parecía estar un poco confundido, y la verdad era que no sabía cuánto tiempo podrían vivir con eso ya que antes él podría gastarse ese monto en solo una cena.
Meagan descubrió que, pasados unos segundos, todavía no había ningún cambio real en la expresión de su esposo.
Suavizando su tono, agregó: "Obviamente... n-no te estoy culpando. Es solo que, como ahora estamos casados, debemos planificar el futuro juntos... Y eso incluye en qué gastamos el dinero. Yo sé que querías ayudarme a desahogar mi ira, y en serio te lo agradezco, pero a veces hay que aguantar algunas cosas y arroparnos hasta donde nos llegue la cobija. Como familia, tenemos muchas otras cosas importantes en las cuales gastar...".
¿Familia?
Por alguna razón, cuando Zayden escuchó eso, la expresión fría de su rostro se disipó.
"Además, todavía no me han dado lo que me corresponde por habernos casado, y tengo que usarlo en otra cosa una vez que lo reciba. Bueno, el asunto es que sería mejor que no desperdiciemos tanto dinero así de ahora en adelante...".
La voz de Meagan se fue volviendo más y más baja a medida que continuaba hablando. Y tan pronto como pensó en su madre hospitalizada y en su hermano, quien necesitaba mucho para sus gastos de manutención, la ansiedad en su rostro se hizo bastante evidente. Claro está, ella no se atrevió a permitir que Zayden supiera sobre sus circunstancias. Después de todo, frente a él, se suponía que ella era Winona Allison.
Considerando que ella ya había terminado su discurso, él repitió sus palabras en voz baja y con una leve sonrisa. "¿Desperdiciar dinero? No pensé que escucharía eso de una señorita de la familia Allison. ¿Por qué siento que eres reacia a gastar dinero?".
Con los ojos bien abiertos, Meagan se dio cuenta de que había hablado demasiado y que podría haberse salido de su personaje. Nerviosa, rápidamente cambió de tema y preguntó: "¿Tienes sed? Voy a comprar algo".
Acto seguido, se dio la vuelta y fue al minisuper cercano sin voltearse.
Mirando su pequeña y agitada figura, Zayden sacudió la cabeza levemente al tiempo que sonreía. No obstante, pasado un rato, su celular de repente comenzó a vibrar. Al ver el número en la pantalla, su sonrisa se congeló ipso facto, y volviendo a su habitual actitud fría, atendió. "¿Cómo va todo?".
La persona al otro lado de la línea respondió en voz baja: "Señor Friedman, la investigación ya casi terminó. Por ahora, podemos confirmar que el día del accidente de su avión privado alguien lo manipuló. Todavía no tenemos suficiente evidencia, pero la persona detrás de esto debería ser quien usted cree que es".
Con severidad en su rostro, Zayden dijo en voz fría: "Bien. ¡Sigan indagando!".
"Sí, señor. Eso haremos. Pero señor Friedman... ¿Cuánto tiempo se va a quedar en ese pueblo? ¿Está seguro de que no necesita volver a Ardledo primero?".