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Un Destino Inesperado

Capítulo 4 La Pérdida

Palabras:3341    |    Actualizado en: 23/02/2023

Pregunto Ricardo San Clemente al ver a Carlos

abía insistido en que lo esperara aquí, y ahora uno de los "señoritos " de la casa le estaba reprochando,

. hol

mirándolo de arriba abajo con desprecio.

a servidumbre es por por la otra entrada

guntó Eduardo entrando,

lado en falta y ser regañado delante de ella. Notó que él habí

ezarse con gente como él, pero ya no podía hace

uizás, esconderse detrás de un mueble, o algo así. Y luego se sintió estúpido.

allí, así que se dio un baño (la habitación tenía baño privado) y luego bajó a la sala, pues Eduardo quería hablar con él allí. M

eunidos aquí. Empezó a decir E

ún permanecía de pie, lo in

ar a Ricardo, que le volteó la m

es al nuevo miem

taron Mariana y

icó Eduardo-Desde ahora, Carlos e

la calle, o ¿ q

nca se hubiese imaginado algo así. ¿ Es

ogí de ninguna parte, n

ntó Mariana mirando a Carlos y

no lo

Y quiero que a Carlos lo traten a con consideración y respeto. Entrará a estudiar en la misma escuela que ustedes, y si

tado cumpleaños, navidad, acción de gracias,

as meter en tu casa a alguien que, sin ofender, es un desconocido, ¿ n

buen chico, listo y responsable. Espero que de ahora en adelante hagas honor a sus palabras y lo seas. Soy un padre muy benevolente con mis hijos, pero ellos mismos te pue

rte a las normas de esta cas

a herencia?. Pregunt

on tú y Mari

e poniéndose en pie, como si eso hu

criado, ¿ verdad? . Carlos lo miró sin decir nada, pero sí que se le ocurrían un par de cosas para echarle en

Cuando se quedaron los tres, miró a Mariana esperando que ella

. Le dijo a Carlos, y éste l

uerte, cualquier

.¿ Le diste la habitac

habitación era tan grande como toda su antigua casa. Tenía su propio baño, su pro

está bien a

me al

ella extendiéndole la mano-Yo so

. Por lo general, los sirvientes no le daban la mano a los señores de la

vayas,

o Mariana se retiró sa

ás cómodo así. También María Guadalupe se sentaba de esa manera en los muebles de esta casa

lgunas cosas cl

saliva y esperó. Cuando Eduardo vio que e

lo que dije, p

dudo,

l vez te cueste un poco,

r. Diciendo esto

piró profund

llas de licor y se sirvió un poco de brandy.-. Ella me pidió que cuidara de ti hasta que te hicieras

trabajar al mismo tiempo. No quiero que te desempeñes en las tareas que antes hac

e traba

Clemente. Una de mis dependencias son las tiendas Multimarcas, dónde se vende ropa unis

o una vez había entrado allí par

obedecerás en todo. No importa qué. Por muy absurdo

nadie. Eduardo no pudo evitar so

ea ilegal. Sólo serán tareas que necesito que desempeñes. Y una de esas t

¿ Q

Es listo, pero indisciplinado. Si le ay

seguro de que pueda entrar y

esforzarte y da

ersidad desea qu

ton o en Harvard, pr

¿ No podía ser

as el trato?. Carlos lo miró arrugando su

s graduamos... ¿ seré libre? ¿O tendré una enorme deuda que pagarle

uda que deberás pag

o ima

ajos de baja categoría

onsiderará sal

lo diga, y

ue seré su escla

de las mejores universidades del planeta, y tendrás empleo garantizado luego de que t

iciones no serían eso si no cons

ue veo que estás inquieto con respecto a tu libertad, tu trato terminará el día

hacerlo Mari

. Carlos lo miró por un segundo. Por un lado, pensó que

or otro lado, él tenía razón, era la oportunidad de su

sería fácil, pero

y estrechándola. Eduardo lo miró

a por bu

e todo allí, cada cosa electrónica con la que él nunca había soñado, cada juguete, ca

icardo sentado en un

tró apoltronado en el sofá de la sal

e quién era ? ¿ sino

es lo

mi punto

, y una camiseta sin mangas de color blanco. El cabello negro y abundante lo peinaba con gel hacia arriba y Carlos se dió cuenta que llevaba un pilceng negro en la ceja. Él, en cambio, llevaba u

eguntó Ricardo cruzándose de

e es Carl

ino quién eres. ¿ Por qué papá se

staba bien que Eduardo hubiese querido un poco a su madre, pero has

ho pobre, con eso d

lante. ¿ Ya te dijeron de cuánto será

Mesa

o lo que queramos mientras no nos salgamos del

uno. Ricar

derredor con ojos entornados-Todo es mío. Nadie entra, excepto para limpiar. Ni siqu

Estu

orcita. Cree que

no lo

mandíbula, molesto. Dio la media vuelta para salir; de todos

gan mis amigos, o amigas. Carlo

¿ Alg

techo, como buscando

ecir no me interesa, no te subas al mismo auto con nosotros cuando vayamos a la escuela o cualquier otra parte, no diga

uién es

na, es lo único bueno que t

ó le los ojos, tal vez comprendien

endas pasar

sta luego

e muchacho. No le gustaba nada, pero tenía que tragarse su presencia, pues hasta que no se hiciera

abría detrás de cada puerta cerrada. En una sala, encontró un retrato familiar gr

elirroja e hizo una mueca cuando pensó que tal vez la que hubiese estado pintada allí podría haber sido su madre. No había conocido toda la historia, pero si era cierto que Eduardo y ella se gustaban cuando eran jóvenes, ella pudo haber s

abría visto muy raro que lo vieran tocando en un pequeño piano de sólo dos octavas y con figuras de colores. Destapó las teclas y toco una tecla, cerró los ojos, mientras tocaba otras teclas, lo hacía con una sola mano, pues no tenía ni idea de cómo acompañarse con la otra mano. Tal vez podía preguntarle a Ed

el dolor por la perdida de la

acercaba con una radiante sonrisa y se sentaba en el lado izqui

año y tú hac

o tengo

estabas haciendo muy bien. Me

nrisa, y con pericia, puso ambas manos sobre

Sonrió ella mirando el te

ocar el piano, y m

é esc

poco. Volvió

zó la canción que antes él había tocado, pero

nos un instrumento musical, así, su gusto por la música se afinaba y podía

lgún día te la dedi

se ech

la hacía el acompañamiento. Las notas llenaron la sala, dulces y melan

ersona fallecida que lo amaba

terminado, como si de repente hubiese encontrado un tesoro.

na pérdida de tiempo. Lo mism

icardo dice mu

ste chico se pusiera de su parte. Volvió a dedicarse al piano y él la observó mientras ambos guardaban silencio,

ciéndose oír por encima de los acordes

odia que lo ha

¿En l

No es así, Maggie? -Hay un asiento dispuesto para ti. Dijo Susana asintiendo. Mariana lo mi

e Mariana. Él lo miró como si no debiese estar allí, pero no le prestó atención. Miró a es

do en su corta vida, debía aprovechar y disfrutar siempre el p

tivamente le gustaría vivir más momentos hermosos con ella. No sabía por qué,

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