Un Destino Inesperado
a Años
de su mamá, ya que ella estaba en sus últimos dÃas de vida y que tenÃa mucho tiempo padeciendo de terrible cáncer y lamentablemente estába ya es etapa terminal. Por supuesto su amiga se habÃa co
stá proposición ya que era muy diferente al
podÃa
ducir clientes, para luego llevarlos al bar y mucho menos se sin ropa desnuda y permitiendo que hombres desconocidos
aunque no demasiado ingenua. Y era bonita. S
donde habÃa disponible una pequeña habitación. La señora encargada, parecÃa b
ica, sin estudios, que no
a hacerlo, y para que iba a volver si nadie la esperaba allá. HabÃa llegado a los Es
le echaban una mirada y la descartaban. Demasiado bonita, demasiado llamativa. Su cuerpo y su posaderas no podÃan pasar invertidas, por los caballe
a adelante, ya con los pies cansados de tanto caminar, paso por un parque y se s
mano y lo depósito en un cesto de basura que estaba cerca de ella. Espero un rato que
Ãrculo, cómo sà alguien la hubiese marcado, quien más podrÃa
to y si le alcanzaba para pagar el metro, le pregunto a una señora que pasaba por casualidad le explicó como llegar, pero le dijo que el metro, la dejaba un poq
sión, lo grande que era, de varios niveles y un gran jardÃn espectacular, cómo
mpleo la motivaba a seguir. Cuando se acercó al jardÃn vió un señor, que pa
¿ cómo
e por e
la cabeza en forma pos
, usted
y este la condujo hasta
acó al señor con un
personas vivÃan allÃ?, ¿ Cuánto niños tenÃan los señores
ños. Sólo es el señor.
, o
hasta una sa
es, s
Aqu
encuentra y Susy l
S
gada de la a
o y en unos minutos se apareció una mujer muy morena y de cabellos oscur
encargada de la casa. Ti
ema no le entendÃa casi nada a la señora Su
alor ensegu
ta, se de los quehaceres de una casa y muy traba
se le quedó mir
las in
le sincer
lo es
, s
é darte la oportunidad que me estás
a pensó que no le habÃa entendido y le vo
semana d
ra usted que no se arrepenti
ón ya que habÃan cómo siete casas grandes dentro, pero
como de treinta y cinco años, de cabellos marrón oscuro y pi
sana ensegui
recha para que pudiera pasa
itas hoy en
, ¿ Cenar
S
ntas p
serem
mirando y vió sus ojos de color avellana l
én es la
le estoy enseñando la ca
le quedó mirando, u
Qui
, es una inmigrante,
olvió a mirarl
hablar en tú idioma con toda la tranquil
hablará español, le tomó
semanas m
na dice que eres eficient
me esforzare y seré muy e
ombre Mike Carrie y que prepara algo sencillo, mientras hablaban de negocios y que luego les lleva
a. MarÃa Guadalupe volteo a verlo, en verda
l principio le habÃa dicho que era para oxigenar su propio idioma, luego tuvo que admitir ante sà mismo que le agradaba hablar con ella. Era inteligente, tenÃa chispa, e ideas
a como hasta ahora. Pero a menudo se sorprendÃa a sà mismo observándola mientras limpiaba, o sacudÃa, o simplemente caminaba de un lado a
oz de su amigo Mike. Tomado por sorpresa a Eduardo se giró a mirarlo. Lo habÃan anunciad
e, sólo meditaba mi
asiado bien a Mike, y cuando a éste se le metÃa un tema en la cabeza, era difÃcil sacárselo. Mike se
mitir que tienes buen gusto
co? No ves
no les importa tener una aventura con el se
treinta y ocho años y nunca te he visto demasiado entusiasmado
punto de mira. S
que hablar, di lo que piensas y luego
erdes nada, y segura
rabaja conmigo. No corrom
nada, caminó hasta su escritorio y sacó unos doc
u vida personal trata de negocios. Mira tu nueva casa, incluso tienes un ama de llaves ahora. De
itió él para sÃ. La idea le
a de ir por un vaso de agua, aunque al lado
sta los sitios que más frecuentaba. La encontró en la mesa c
duardo intrigado, y ella
siento.
eas. No puedo hacerlas en la habit
Estás es
dio In
s apuntes. Sonrió al notar que tenÃa buena le
aci
e?. Ella lo mi
ero mol
los cuadernos. Con un poco de desconfianza MarÃa Guadalupe empezó a mostrarle las partes en las que tenÃa dificul
tumbre, una peligrosa costumbre. Ella fue mejorando en el idioma, y él fue des
Le preguntó una vez. MarÃa Guadal
orÃa del personal t
s Hamptons tiene sitios preciosos, y estoy segura de que tampoco conoces N
e habÃa puesto en pie y reco
a.¿ Te i
go, señor. Contestó MarÃa Guadalupe en voz baja y la
toy propo
a puerta que llevaba a las habitaciones del personal de servicio, y Eduardo se quedó allÃ, mirando la cocina vac
rÃa Guadalupe no se estaba mucho tiempo en la misma sala que él si sólo estaban los dos.
ba ganando socios que confiaban plenamente en su capacidad para llevar el negocio al éxito. En la tienda ubicada en la Quinta Avenida se vendÃa no sólo ropa y calzado, sino que ahora también estaba incursionando en todo tipo de accesorios para mujeres y hombres. La respuesta del cliente no
on unos apuntes delante. Sonrió y detuvo el auto dejándolo en una
Ãa de México tierra, donde se prepara un buen café de olla, asà que no podÃa traerle cualquier co
y sonriéndole con cierta pic
uso la taza delante de ella. MarÃa Guadalupe cerró las libretas y miró la negra y humeante bebida bastante tentada a recibirla. Para tener derecho
mó la taza y le dio un sorbo. Ah, directo de las montañas de México, se dijo, y pegó la
menos tu
uc
volver. Ella la d
cosas grandes aquÃ, asà qu
ho contigo, sabes?. MarÃa Guada
el sueño americano. -Pero usted lo con
ablando, buscando entablar con ella una conversación, y al fin, MarÃa Guadalupe cedió y puso de su parte conte
intención de irse, él
aquella vez. Dijo él, y ella lo miró de
el hombre llega hasta donde la mujer le permite. Quedó
lo h
abras son
ñor de la casa me haga este tipo de invitacione
do que no te so
me obligue a renunciar
res, mujer. Ella sonrió, y él ad
rizado, negro, cargaba muchas pulseras y collares y tenÃa un tono de voz española. MarÃa Guadalupe y Eduardo la miraron un poco tomados por sorpresa e incluso Eduardo dió un paso atrás
como pidiéndole salir corriendo de aquÃ, pero la mujer abrió de nuevo sus ojos y miró fijamente a MarÃ
des por perdido, cuando tus esperanzas se hayan agotado, llegarás por fin a tu dulce destino. MarÃa Guadalupe levantó una ceja, so
legará a convertirse en el jefe del mal hijo, y hasta se queda
está destin
par de veces, sorprendidos por este gran espectáculo
n derredor como preguntándose dónde estaba y Eduardo guió a Sandra en dirección al auto queriendo reÃr por lo extraño de to
de la extraña mujer y sus locas palabr
el automóvil, un BMW, de color verde, estacionado frente a la mansión.
o bien?. Pr
oja, de ojos marrones y piel muy clara, que al ver a Eduardo se ajustó sus lentes de sol y caminó a él. A
preocupada. Dijo ella con voz muy
frente a la fineza de esta mujer, sus ropas, su bolso, o
Ãa. Salud
-. Asà tan simplemente
Guadalupe y no pudo hacer nada c
do de allÃ, ir detrás de Mar
a la hija de su nuevo
tenÃa renombre, estaba demostrando ser un brillante hombre de negocios. HabÃa ganado mucho diner
a muchacha del servicio?. Preg
s que preocup
as pasees delante de mÃ, ni las subas en el mismo auto
é vin
, precis
ás mo
¿ TenÃas la esperanza de que cancelara el compromis
se encaminaba a su convertibl
d de camino se detuvo. ¿Para qué? ¿ Qué ganaba reteniéndo
eado un poco con la muchacha del servicio, pero no era más que eso, un sueño. La
fue capaz de pedirle que recapacitara, sintió que el cor
s mejorado mucho tu inglés. No tienes que se
s rápido a mi meta, pero no estaré cómoda con eso. Él la mi
teme que cuando necesites ayuda, vendrás a mÃ. No importa qué tan
ada hará que me sienta mejor, MarÃa. Pero cuando te conocÃ, ya
cha desesperación, lo tomare en cuenta y acudire a usted. Pero lo haré sólo c
pero no tuvo más que a
de su despacho y su corazón, estába muy triste y no dejaba