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Un Destino Inesperado

Capítulo 2 El Regreso

Palabras:3920    |    Actualizado en: 23/02/2023

inistradora, que había intentado al menos tres veces formar una

preocupand

ella est

ia! ¿ María Guadal

e, la recuerda? Y está aquí! Y quie

do de su despacho privado y caminando veloz hacia la sala, donde esperaba la mujer que

en sus facciones, y una que otra cana en su cabello negro, pero su mirada era la misma, y los hoyuelos en sus mejillas no se

imaginó que ese corto lapso bastaría para quedar marcada a fuego en su corazón. Nunca la había olvidado. Se había casado, había tenid

tenerte de nuevo en mi casa. Ell

amente. Parece que eres un

hablan más

una opresión en el pecho al ver que no eran las manos cuidadas d

de ti? Te he

as me b

o la tierra!. María Guadalupe, se e

escondiendo,

rivacidad para hablar. La condujo hasta un fino sofá, y María Guadalupe se sintió un

. Dijo ella mirando en de

tan rápido, si acabas de llegar y han pasado sólo

te de una promesa que nos

pa. Su calzado no estaba demasiado viejo, pero definitivamente no era fino. Y su bolso era también bastante corrient

desesperada?. Ella movió l

morir,

pente. Los ojos de María

, verdad?. Ella negó

s tratando de encajar esa noticia. Se ras

pero...¿ Por qué no viniste antes? Has e

í hace sólo

rarás. Qué digo los mejores del país? Iré hasta el fin del mundo buscando la cura a tu enf

e rodaron por sus mejillas. -Ya

hay nada que se pueda hacer. Vengo por mi hijo. Eduardo la miró un tanto sorprendido. Miró la sala

nes un

Y cuando yo muera, él se va a qued

nos y las acercó a su rostro para besarlas, impidie

orta lo desesperado que fuera, me pediste que acudiera a ti. Ahora estoy aquí, y te ruego

co un padre, acaso? Imaginársela con un hijo, en cierta manera, era imaginársela en brazos de otro hombre. Y luego se dio c

sto, también hab

jando bajando del auto donde ella, Sofía, Elena y Mar

e el

para cerrar la puerta, se puso ambas manos en la ci

a invitación a las familias de sus amigas para que se les permitiera pasar el verano aquí con ella. Las echaba mucho d

para cada día. Aún quedaban unas horas de sol, así que a

aré meterme a la piscina dijo Elena, admirando la

ijo Sofia- Si Ricardo ap

lugar. Las otras tres adolescentes miraron a la dirección en que Emma apuntaba, y se quedaron un poco sorprendidas. Había

Emma, dando unos pasos pa

imo perdido t

ando al joven. Éste movió su cabeza y las miró a ellas. Las cuatro retrocedieron

aría Guadalupe lo miraba esperando a que él dijera algo. Llev

inteligente. Pero sólo tiene diecisiete años. Te prometo que es muy responsable y no te dará qué hacer. Sólo dale la oportunida

e giró a

hijo de

Lo interrumpió ella-. Un trabajo aquí estará bien! Él se dese

e es un chi

a bien de sus hijos, pero mi Carl

h?. María Gua

i padre. Hay unos cuantos C

adre? ¿No querrá él hacerse responsable de su hijo?.

ra sabe que C

? ¿ Huyó?. Ella

ón de huir. Nu

a hizo una mueca

de pie y ca

yo pueda ofrecerte a cambio de esto, Eduardo pero estoy segura de que no te arrepentirás de este acto de bondad que tengas hacia mi hijo. Está mal que lo diga yo, pero mi Carlos es t

surró él- Siempre ha habido algo de ti que he anh

soy la jove

ello todos los día de estos veinte años, María. Ella lo miró a los ojos. ¿ La iba a besar? A

ás de cincuenta años, casi sesenta, pero él aún se veía fuerte y lleno de vida. Seguía siendo el hombre

de tantas virtudes, no?. María Guadalu

traer

ijo ella-. Le pedí qu

aba segura de que quisieras conocerlo, y no quería molestarte. Eduardo la miró

no con María

tá de pie frente

Hazlo venir, S

er el chico, no diría nada. Sabía de sobra que los adolescentes a esa edad podían ser muy problemáticos. Su hijo era uno de ellos, y le había sacado todas las canas que aho

un bikini de dos piezas bastante revelador, u otro más revelador aún. Elena estaba en ropa interior, al ig

"novio". Co

prometid

oces, por

ía fue a casa par

eguntó de nuevo E

lo

que te

mi esposo, no? Ti

no haga eso conmig

so así como hicieron

upideces. La

, te mato. Elena

, encontrando que aún estaba el joven de antes

ó Mariana, pero Sofía la es

Comentó ell

i camina, ni nada. Co

to de la piscina?. Pregunt

a-, es necesario que te

años no me impide adm

vimos, ¿ por qué dices que es u

ares, o una horrible cicat

detectar chicos guapos . Las tres rieron, y

taron que caminaban hacia el interior de la mansión. Mariana ¿ se preguntó entonces si de verd

iscina. No pasaba nada, estaba acostumbrado a esto. Sabía que no podría entrar a la man

llamar. El comportamiento de ella había sido muy extraño, pues, por más preguntas

nferma y sola, darle su medicina y de vez en cuando, leerle, conversar con ella, ser su niñera, por darle un nombre. Él no quería esto. Él quería algo más, pero aún era considerado un niño, y muy pocos lo tenían en cuenta. Des

no se estaba sintiendo bien, así que se preocupaba sin nadie que cuidara de ella en caso de que enfermara. ¿ Qué podría hacer? . No comprend

raba un buen hijo. Por más que se había esforzado, y aunque en muchas ocasiones la hizo sonreír con sus logro

guntó la mujer que les había abierto la puerta c

vor. Pidió ella,

das en madera, otras forradas de papel tapiz color marfil. Los marcos de las puertas y las ventanas eran también en madera, y había cuadros de reconocidos pintores colgados en las paredes. El piso de p

señor de la casa. Él se detuvo y la miró a ella fijamente, pues tenía los ojos humedecidos como si hubiese esta

o el hombre, y Carlos asinti

blado muy b

yo no sé nada. El hombre sonrió, y María Guadalupe

s Eduardo Sa

ignificativamente para que no hiciera preguntas imperti

, ¿ eh? E

?. Preguntó el

bre? Se lo había preguntado miles de veces cuando era niño, deseoso de poder tener por lo menos en su mente la imagen creada por él mismo de su padre, pero eso había sido hasta que ella le había pedido que, si en verdad la amaba, no le volviese a preguntar eso. Se había hecho adolescente, y si bien no le volvió a preguntar, no dejó de indagar, hacer conjeturas. Todo lo que sabía hasta ahora era que debía ser un señor, rico, y probablemente de e

dad de su origen. ¿ Y qué tipo de favores podía deberle una mujer humilde como su madre a un hombre tan imponente como este? Había tenido que admira

lados. No, sólo verdes, como los de la hoja de un árbol en verano. ¿ A quién se los había heredado? ¿ Y ese cabello rubio, sería igual que el de su padre, quizá? ¿ Quién era el padre de este chico, que, tenía que reconocer, era guapo ? ¿ Y

Siguió diciendo Eduardo- ¿ Estás a la a

ores que quizá no tengo. Pero yo sí que puedo

á sí. -Si soy buena o mala persona no me queda a mí de

ía Guadalupe, y se detuvo cuan

ndolo con ojos brillantes, lue

, tiene tu ingeni

arácter que no he

de cosas. Volvió a mirar a Carlos, que parecía incómodo

uedes re

apareció en el um

le algo de beber. Debe tener muc

puesto,

más de tiempo. ¿ Qué seguía ahora? Se preguntó. ¿ Sería su jefe? ¿

se habia ido

expectante, pero éste no hizo

Guadalupe no pudo evitar un gran suspiro, que

rdo sonrió. -Que tú y yo salgamos de vez en cu

ta de antes... Y seguro que t

vida, crees que eso me

pongo q

go de un leve titubeo, movió su cabeza afirmativamente. Ed

arde. Susurró él mirándola a los

l hacer feliz a u

María Guadalupe sonrió,

ba para estar juntos. La cercanía de la muerte le estaba e

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