Tus caricias en mi piel
lay
é estaba huyendo? ¿Quiénes eran aquellos hombres que la perseguían? ¿Por qué razón parecía ser que era la primera vez qu
de lo que alguna vez imaginé, en primera instancia, supuse que había sido que nunca lo mencionó en algunas de las ca
ecir que a mis años les recorría una infinidad de hechos desastrosos y sangrientos, muchas muertes, demasiadas violaciones a lo
en cada una de las cartas. Por otra parte, aunque no muy significativa, le había comentado que nunca había recibido sus cartas, que las deseché, para que no sintiera vergüenza de sí misma, porque era obvio que comenzaba a sentirl
ue de ese tipo hay muchas mujeres en el mundo, pero no dejaba de sorprenderme las ganas que tenía de salvar a aquella mujer, tanto así que decidí comprarle un lugar
as las posibilidades que habían traído a esta chica hasta aquí. Antoine estaba al
do saliera lo más normal posible, no quería que nadie se detuviera a pensar que aquella chica me importaba de alg
learon borrachos quien sabe porque diablos. - respondió, sonreí por aquello, Antoine siempre buscaba una muy buena salida a los problemas que se producían espontáneamente. - Aunque po
amos un funeral digno, no podía dejar que sucumbiera en aquella esquina, no cuand
mi palabra, Antoine. - mencioné, el hombre asintió y salió de la habit
er, en sus ojos atrayentes, en sus labios tan finos, en su cuerpo perfectamente ensamblado, y es que, no sabía por qué estaba pensando todo esto si ni siquiera había tenido tiempo para detallarla cuidadosamente o para trazar mis caricias en su piel, pero sin duda creía que
á pasando? ¿Qué es lo que ella provoca en mí? ¿Por qué no la puedo tener cerca de mí? Iba a e
ase y aprovechar de comer algo, nunca se me ha dado el con
erlo para llamar aún más la atención, cosa que en estos momentos no deseaba hacer, sus mejillas enrojecieron, producto de eso sentí que algo en mi interior se encendía con fuer
a mi sorpresa y es que era de esperarse que no estuviera por enterado, mi pieza parece un
colando por mis fosas nasales, la miré y sus ojos se abrieron de asombro, se volteó a ver el con
eí a sus espaldas, sin que ella pudiera darse cuenta de
s que entran en su cocina, así qué será mucho mejor que te escondas de ella. - comen
l patio trasero para apreciar la mañana que me brindaba España, que era mucho mejor que las frías mañanas e
esta casa le traía muchos recuerdos agradables y quizás, algunos no tanto, después de todo aquí vivía este tal
aba pensar más tranquilo, suponía que era porque aparte de relacionarme con las mujeres de mi familia, solo me metía con prostitutas a las cuales solo me llevaba a la cama y luego
a en apenas un susurro. No la miré en lo absoluto, pero sonreí por lo que h
ue había entre nosotros. A lo lejos divisé a Antoine, no sabía si quería decir algo o no, hasta q
ano derecha, preocupándome, volteé los ojos, sabía perfectamente que
abreado por la demora del h