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El Misterio de Adeleine

Capítulo 8 George

Palabras:3743    |    Actualizado en: 28/12/2022

lei

o tradicional que hay en las otras tiendas. Si no que se apega más a lo nuevo pero muy sencillo. La forma rectangular con bordes de yeso negro alrededor de la superficie transparente la hacen ver

La luz cálida me recibe y el olor dulce llena el aire. Largas mesas de madera tienen distintas cosas y artí

fleja en ellos. Nunca había visto algo como eso. El techo de vigas gruesas permite que los candelabros cuelguen perfectamente sobre el lugar. Un mostra

r el lugar perfecto para sentarse a leer. En el fondo una puerta del mismo estilo, pero más estrecha se encuentra cerrada. Al lado de la

s flotantes y de ellos se sostienen artículos y cue

medio escribir. Antes de procesarlo, mis pies van hacia allí, me acerco lo suficiente. La silla del escritorio está algo arri

cientes para l

zar de

ar todo lo que desee

tículos para el público,

veo piedras raras, cuarzos. Velas, tizas. Relojes de mano, cintas, cuencas. Tornillos y tuercas, retazos de papel. Cera de velas, tarros

ca? Aún mejor, ¿quién at

, h

iejo y pequeño sale de la puerta de atrás, la cierra s

a apretar la tela de mi vestido.—Vine a com

que quiero. Él se queda ahí sin cambia

quiera, yo…—aprieto más la tela, me cuesta continuar. El frunce su ceño, pero no me mira mal.—Yo t

paro para que me eche del lugar y me encojo de hombros esperando sus palabras.—Puedes comprar aqu

chas gracias.—expulso con incredu

iendo.—Puedes encontrar muchas cosas que se han de tu agrado, Adelein

No, no, no! No hay necesidad, yo vine a buscar al

to de confusión.—¿

re. Ojalá sea ese, sino quedaré c

por tres.—Si, sí. Adelante, tranquila

lidad que desprende se me hace extraña, recibi

én te llevarás el obsequi

or eso. No quiero meterlo en problema

emas ni que

r. —¡Te lo llevarás como sea!—termina

a primera mesa cerca de mí. Observo como unos ganchos de cabello están unidos uno por uno a otro, uno

o la sala buscando algo que me llame la atención, pero no hay nada resaltante a simple vista. Veo los candelabros y sigo con la mirada las vigas hasta llegar a las cadenas que sostienen las rep

xcént

El agua se tiñe de color amarillo, las flores se ven recién

ella; una brújula, tres llaves que quién sabe a que puerta pertenezcan, un tenedor, dos tiras

ladamente y

ntrado con su obra. El pájaro escala por la repisa y cua

.—¡Lu! ¡Ven aquí! Deja a Adeleine tranquila.—dice. Lu o como s

pequeña Lu, no te hará.—lo

ejo de mirarlo y regreso hasta donde vi al pájaro. La mesa de debajo t

ría perder fácilmente. La tomo entre mis manos y la abro. En

reci

cto. Lo retiro de mi dedo y lo detallo aún más. Es delgado, y tiene la for

na, tal vez fue un regalo o un anillo de compromiso. Tal vez se lo dio

e g

acerco en silencioso hasta mí, quizás no lo escuche porque e

de que es carísimo.—Pero no creo que pueda toma

parezca que fuera un pirata como dicen los cuentos, un pirata de alt

por ser la primera de mi bazar.—señala

Señor George, no puedo tomarlo.—digo mi

orque no tiene un cartel a fuera. Así que me senté a hacerlo.—señala el escritorio.—Y justa

rmite que su camisa de botones blanca se vea mejor. Su barba blanca bien recortada se acopla bie

able solo hace que me cueste más aceptarlo, si me ven aquí, capaz los r

go.—Sí, pero. Yo vine a buscar algo por el sobrino

oma la cajita, la abre y me extiende el an

frece. Inhalo y lo tomo de su palma. El asiente satisfecho y regre

tan extraño ahí, pero eso no hace que me guste

ntete libre de ver lo que quieras.—añade si

los estantes de libros y me que

e se oye la música del festival y poco a poco la madrugada entra en su apogeo. Geo

un lugar grande, y que vino aquí cansado del bullicio queriendo estar en un lugar más tranquilo. Le dije que era mala fech

. Pero lamentablemente ella murió de una enfermedad mucho antes de que el viniese

apel. Ahora que conozco un poco al Señor George me da

stá festividad es en ho

como un día comercial, se festeja, baila y bebe. Pero tambi

se ríe ruidosamente. Me

como arrastrando las palabras, se ve que es de muy lejo

o. Dijo que lo había adquirido en un viaje por la Región Sur donde las cosas son tan dist

uella región tan lejos, donde otro rey reina las

firme.—(…).—¿Por qué tienes prohibid

emente lo que hice. Sé que una vez que le diga me echara a patadas del

endiente de la cor

segundos, pero después frunce el

, no hay cambio, n

de la Casa Real por unos cuan

entender lo que digo. —Al menos te perdonaron. ¿Po

le aumentaron uno más. Probableme

mesa llena de cosas mientras me observa. M

star involucrada sin yo saberlo y me castigo aún cuando yo era inocente. Me hizo tanto daño en el pasado que ese día simp

no me juzga ni dice que miento. Espero que actúe e

suelen aprovecharse de

amente nada en contra de mí. Por primera vez nadie

regazo, libro del que solo he leído tres páginas entre l

o.—Porque no lo es, yo mismo sé lo terribles que pueden ser las fami

or muchos lugares, he sido reconocido e incluso tuve la oportunidad de cenar

hijos y descendientes de la c

al lado de mi se abre. Y el sobrino del Alcalde aparece,

me ti

a y carraspea. —

me escondo en mi libro, el anillo brilla en mi d

ión Este hacen de un exquisito complemento y acom

gar lo que Adelaida t

lo que estaba leyendo. Veo como saca de su bolsillo tres monedas

raño cinturón su pecho con muchas tiras, apenas puedo ac

cuenta todavía, ¿no es así?—me pregunta, ambos me

e tu cuenta. Gracias por el ofrecimiento, p

, estás aquí. ¿Por qué n

monedas en la mesa donde es

quiero. Pero g

díbula. Eso es señal de que está apretando los dientes con fuerza, cr

s monedas muchacho.—le dice como amabi

¿Y cómo es posible que se conozcan? La tienda abrió hace un

e George dice. —Adelaida, t

eine, Rui. Parece que no la conoces bien y ya le quie

ontengo. En pocas palabras le está diciendo que va

te por un cortejo. Es algo orientado en una recompensa por ayudar con algo. —d

s eran más románticas, menos mal es eso.

Tiene toda la razón.—me volteo y lo obse

de su boca, ante eso s

—dice.—Supon

n aquí aceite

eza a caminar hasta el hombre de la ciudad que parece estar a

al extraño de lado y lo lleva a rec

a abrirse y seis personas más entran al lugar, todos empiezan a preguntar po

clientes nos obser

Norte?—le dice a otro tipo a su la

r dicho me arrastran hasta la puerta trasera, el umbral lo paso en un dos por tres, y termino en una

arajo d

ojo no apaga mi confusión y molest

Lord y es conocido por ser uno de los acreedores más importantes de la región. T

omportamiento, todo lo indica. Debe ser una pesad

e en el río que mantuviera

o que yo, y eso que soy bastante alta. Tiene sentido para mi que huy

do, siempre y cuando tú no hables d

está vez se ve aniñ

lo de todos modos. Voy a guardar

voy a creer que es

senta. Extiende su mano y yo

y se dirige a la puerta y la abre. La luz de la luna se filtra y el frío de la noche

basura ocupa una de las esquinas y sentado al lado del bote está Hunter.

nar fuera del callejón, Hunter me es

dónd

espondo.—A limpiar, d

hasta mi y camina conmigo. —Si piensas ir por do

cabeza con confusi

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