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El Misterio de Adeleine

Capítulo 5 Adiós, Nani.

Palabras:3735    |    Actualizado en: 28/12/2022

lei

do. Falta poco para salir de mi deuda, falta poco para terminar y no puedo desfallecer justo ahora. Y menos por ese sobrino del Alcalde. La noche

e tantas notas musicales que se tocan. El baile que se hace cada vez más salvaje, lo a

emasiado bien y sé por dónde ir para evitarme todo eso. Sin embargo, aún puedo ver la festividad en plena línea de co

segundo día se convierte en una noche mítica llena de disfraces tradicionales y de bestias. De flores herm

ededor de una mujer, las plumas del traje se agitan, las luces de colores hacen que se transparenten las plumas y que brillen en distintos tonos,

ojo. Es decir, no respetan la festividad. Pero a nadie le importa eso realmente. Hac

ver y encontrar a aquellos que todavía tienen ese sentimiento de honor aún dentro. Que cumplen la

te olvidarte de lo que haces y porqué. Olvidar el propósito y convertirlo en algo banal con i

, lejos a la distancia puedo ver cómo hay un círculo pequeño de qui

o con mis manos por si acaso tengo que correr. Ya me

rseguida por un tipo que quería robarme. Por suerte llegue rápido a casa y no pudo ni empezar l

otro extremo de la orilla para evitar cualquier contacto. Paso de ellos lentamente c

s pisadas me alerta, no me detengo, mis piernas empi

¡¿Cuánto po

o. Las repito en mi interior y… ¿por u

ñía, imbécil! —grito con todas

e este pueblo como imagine. Lleva ropa de alguien con dinero y

opa. Tiene una elegante boina colgando de un cordel, la recoge y

siento mucho. —dice mientras se dobla y

ate! —l

luego obligarme a hacer algo que no quiero. Aunque su actitud es bastant

instinto yo me alejo los mismos que el avanzo. — ¿Hay alguna mane

lentam

hacia atrás sin dejar de mir

emente, su rostro con barba rojiza me recuerda a la hierba alta por alguna razón

les dé la gana con lo que es ajeno al pueblo. Respetan lo se les impone, y a veces ni siquiera se disculpan por lo que dañan. Y con ello me refiero a el daño hacia la fauna, o el aumento de la delincuencia. O el abuso a las mujeres y niñas. Aunq

or alguna razón vienen aquí y se creen dueños y

en paz

sos de espaldas y luego cuando siento que es más que suficiente la distancia me echo a correr

a caminar para recuperar todo el aire. Me abrazo a mí misma. Jode

supongo que por eso ella lo quiso así, la tortura inicia en la madrugada y termina horas después. Cualquiera podría llamarlo un turno de noche para trabajar,

lejón sin salida y llego hasta el final de este. Un ducto de hierro baja desde el segundo piso de la casa, es

calle ardiera en tonos amarillentos, violetas, azules, verdes y rojizos. Las farolas parecen luciérnagas pequeñas colgand

an a todos los árboles que lo rodean y crea una fina línea de luz que si lo ves desde otro

rece un pantalón corto, bajo con cuidado, con ayuda de las tejas. Uso de apoyo las ventana

cuentra en la calle principal y los otros duermen plácidamente en sus

vide el patio y saludo al guardia. Las puertas como de

y voy a por mí tr

on mi trapo y con ganas de terminar todo rápido. Empiezo por el recibidor,

í desde mu

arriba en el segundo piso se ve imponente y grande, lleva la ropa típica del festival. Parece que estaba di

jar las escaleras, mi cuerpo se tensa, pero trato de que no sea visib

do termine, mejor.

iosa. Termino de limpiar y paso de él por la escalera arrastrando la mopa del trapea

s el secret

sea él y a donde vaya. Lo único que quiero es terminar todo esto lo más r

rlo porque este barandal sí que esta sucio. Bajo las escaleras haciendo todo el ruido posible, desde aquí veo que sigue en la misma posición, su espalda

e. Carajo. Él quier

asta que te lo

rda hasta donde empiezan las ojeras, no toca su ojo. Ambos son de un color marrón muy oscuro, están cubiertos por una c

ra

ejo de mirarlo y empiezo a lavar el trapo, huyo de donde e

s y distingo la pequeña figura de un oso dorado. Estoy segura que ese botón

r cuanto tiempo detallo a las personas. Cierro el agua y exprimo mi trapo. Tomo mis cosas y paso de él. Subo la

ón que veo. Ni siquiera sé porque huyo, yo sol

a primera parte de esa horrible casa, terminé más rápido de lo normal. Y tras llegar a ca

ión. Tiene una maleta de cuero llena de ropa, y está senta

Apu

piezo a doblar y guardar ropa con ella. —

erro con los lazos de cuero el bolso y lo dejo ahí. Ella inhala y exhala como señal de que sufici

mal hecha de lleva y uno su cabello con mis manos hasta

clinar la cabeza para ver la a los o

uerdo la misma respiración, pero en mi nuca del sobrino del Alcald

asa

elto sin más. —Ayer el sobrino del Alcal

resa, tanto que veo su iris a la perfección,

rino? —lleva su mano a su

—su rostro se contorsiona e

bañándome, no vi que estaba. Digo, él no estaba cuando llegue, est

mis palabras, haciendo gestos que no ayudan en nada pero que

da, no deja de mirarme y solo asie

lo era, pero resulto que al final él era el visitante qu

as manos perpleja. — ¿Cóm

é, pero paso, y ahora voy a guardar el sec

e que tantas desg

ente. — ¿Y a

que guardar el secreto hast

reocupación y sonríe. —Justamente

vayas, ¿tal vez? —le digo hacie

observa, veo c

sa como el infierno y la bajo por las escaleras, rezando a los Dioses porque no se

dele

la maleta más pequeña. —Esto es un desastre, yo me voy, tú te met

terrumpo. —Te irás, a d

la dejo terminar de hablar. —Te

darle más seriedad al asunto

lo dice, ¿qu

é como lo que ya me llaman por

labra. Ella imite un sonido de i

se joda

bserva, pero no se ríe hasta que la empujo su

ocupes. —toco su cabello. —Si se le ocurre

— ¿Se lo viste? —pregunta movi

. —No, pero voy a me

esta vez, hace eco en el reci

que hacer algún mal para salvar nuestros pellejos,

servamos la puerta al mismo tiempo. Ella cierra los ojos por un

s la apuran, la ama de llav

guien entra y carga y se lleva den

on mi deuda. —digo. Mi garganta

a, que bien podría significar el

ristalizan. —No lo sé. No tengo la menor ide

vienes a

ordarlo. Pero sé que es demasiado grande y peligrosa. Nunca lo pensé, creí que nunca te

é cómo comenzar en otro lado, no c

—Estoy yo allá, yo t

ensamientos confusos sobre qué hacer y cómo hacerlo. Me quedo en silencio y ella parece entender que no puedo

. Ambas se abrazan y se dicen unas palabras que no escucho bien. Est

as siento cálidas y suave. Se acerca a mí y me abraza fuerte. Su respiración en mi pecho se hace irregular y la

Fuera, el carruaje la espera, los caballos grandes y fuertes esperan impacientes. El sol tiñe

la puerta. Desde la ventan

cartas. —d

o de papel, lo

a con la línea Rett.

dome, desde ahí te enviaré cartas. —los

cartas tambi

ngo en mi escritorio! ¡Es para ti! —me g

Gra

¡A ti! —me grita de vuelta. Su cabello se sacude con el

Los alrededores llenos de personas se voltean buscando el

más y más pequeño en la distancia. Achico mis ojos hasta que se me h

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