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El Misterio de Adeleine

Capítulo 6 ¿Se llama Rui

Palabras:3788    |    Actualizado en: 28/12/2022

lei

iente extraña. Subo las escaleras que por años subí con el único propósito de estar aquí con ella. Abro su puerta y la habitación acomoda y vacía parece burlarse de mi dol

e ella hay una nota que acomp

irás siendo parte de mi vida. Gracias por estar conmigo cuando más te he necesitado, gracias por defenderme, acompañarme y cuidarme. Aun

se horrendo lugar. Que seas libre y encuentres tu camino. Ojalá volvamo

on el coraz

i T

llete que me recuerda que se ha ido mi una parte de mí. Regreso a la Casa Real. L

es y debajo de cada sartén u olla que encuentro. Abro las cortinas y empiezo a limpiar las ventanas más bajas, des

go por atentar contra la vida de un miembro de la Casa Real, y ahora tengo que andar por aquí haciendo lo que me piden, recibiendo tres monedas de plata un

nedas de cobre y poder comprar algo que me guste. Un dulce quizás o algo para entretenerme. Es desgastante n

y que se adapte a mis necesidades. Así puedo ayudar a mis padres y tra

ar algo, lo más probable es que consiga trabajo más rápido de dama de compañía que como asi

anotando cosas, leyendo cartas, dirigiendo desde un lugar. Tal vez trabajar en una agencia postal, con un estudio que sea sol

o a las mujeres de la noche, pero yo solo no puedo, no es para mí. Y

que se rehusaba defenderse. Tal vez estuviera en casa, o leyendo algo sobre el amor. Tal vez un libro de Ralf, o comiendo algo delicioso. Quizás ayudando a mi

alles, donde se pierde en un mar de personas juzgonas que solo te obser

esidad de irme cuando me llevaron fuera del pueblo, cuando los guardias del Alcalde me empuj

ue ella me pateo el rostro. Todavía puedo sentir mi mano en su cara, todavía

había hecho, si no fuera por las otras pajarracas que la siguen, y q

su boca furiosa. Su ceño fruncido y lagrimas rancias corrieron po

na Mith llora al lado de ella. Siento como me palpita el mentón, el ojo izquierdo me arde con fuerza,

siada fuerza. No puedo cerrar la boca bien, pero no me importa, la adrenalin

is pies. Ella solo abre sus ojos con terror, ella sabe que he llega

e de aqu

e juntan para observar más no hacer nada. Doy un paso más y uno de ellos salta sobre mí, me agarra del cuello y hace que

as, logro soltarme de su agarre y me impulso hacia adelante. Salto y extiendo mi mano hacia su rostro, mis uñas apuntando a mi cara. Pero justo cuando siento que la voy a tocar, mi brazo es quitado

. Sus ojos chocan con los míos, pero no parece reconocerme. Aunque sé que él sabe

s pajarracas. Me mira con odio, acabo de ridiculizarla, nunc

costar…—me escupe con ir

siquiera puedo encorvarme para cubrirme. Otra patada me da justo en el vientre y siento que se m

e consume, otra patada llega por mi espalda, no puedo intentar recuperarme cuando una más llega por mi n

…—dice en

ella es parte de la realeza. Es parte del Reinado, y tocarla es un pecado, lo que le haga a los demás es culpa de ellos

van, los maldigo en mi mente o eso intento

o, te da estabilidad y todos están dispuestos a hacerlo, aunque eso impli

me erizan de solo recordar y temo que en un arranque de ira termine haciendo cosas de

uertas y las manijas. Entro a los estudios vacíos y no ocupados y quito el polvo de donde me parece que

inal de la puerta, la cierro y dejo la pequeña montaña de polvo ahí. Hago el

edo terrible el linaje de la familia real, hay miembros divididos por

Pero, yo ya tengo mucho con que cargar, así que no puedo meterme donde no me llaman, y menos en algo tan importante como eso. Digo, me gust

limpio la entrada del pasillo y lo junto con lo que te

madera oscura. Tiene extrañas formas de plantas y animales que seguro representan algo

de abajo tiene olas que sobre salen con relieve al final, solo un

la esperanza de ver algo más, pe

do la cabeza al suelo para observar que es. No distingo. Me levanto y corro hasta donde tengo m

rezando para

ablemente sea algo que se le cayo a uno de ellos. Es mejor que lo devuelv

stante. La cadena de oro con la letra “V

pido posible, no po

ba aquí. Me levanto de golpe, pero me quedo cerca de la puerta. —Es imp

uién h

lo que dice. Me alejo de la puerta, quizás que sea tan

sillas arrastrándo

peor. Recojo todas mis cosas y empiezo a correr con mi vida. Intento que mis cosas de sue

udio, pero sigo corriendo por si acaso. Cruzo a las habitaciones de servicio

dor no hay nadie, así que seguramente no salieron del

no del Alcalde. Si es su sobrino seguro es de la realeza. Aunque no lo creo, creo que la única d

rd de tierras en la Gran Ciudad o en la cercanía. Una vez en la cocina y sin Nindria cerca saco la cadena. El oro reluce co

y piedras preciosas podrá compararse contigo y

se la dio su esposa o alguien que lo ama. La guardo d

me mi traje cuando la figura alta de alguien ocup

temente no grito. ¡¿Cómo llego ahí sin hacer rui

tro aterrado. Pero se queda ahí observándome con un pequ

da de lo que digo. El

solo vine por

rostro siempre parece neutro a diferencia de ahora que termina con una pequeña inclinación de su boca. Su mandíbula marca

óm

s mesones y tomar un manzana. La ropa que lleva es extraña pero encantadora, tiene ese toque m

alón oscuro con un cinturón que se ve que solo funciona como accesorio

e sentir mi mirada. Recoge lo suyo y se dispone

etiene y me observa e

tardo más de lo que creo, hasta que al fin la siento. ¿Cómo puede perderse es

to se toca el cuello, como para verificar que sigue ahí, aunque claramente puede ver que l

engo mi mano en mi pecho. No me hizo daño, per

pio bolsillo.—¿Dónde l

el parece entender por qué. —Lo siento, se me perdió ayer,

cambio mi postura a la defensiva

ncontré eso sería como atar

es que me

, tengo aquí mucho tiempo y sé que no es del Alca

la vi en su habitación mientras andaba

o dejo de observarlo. Mete ambas

ero antes de llegar al portal me de

la mía. Me libero de su agarre y lo observo directo a los ojos, el hace mismo y un ati

po raro. —¿Se

la única razón que se me ocurre para que me detenga ti

. Sé a lo que se refiere, la cadena. Pero,

necesidad, e

continúa hablando.—Abrieron una tienda nueva en la calle pri

arece buena su oferta, pero no creo que sea muy conveniente qu

as, pe

be una de sus cejas gruesas

n truco o algo? Ya intentaron engañarme

, pero no.—mis labios se transforman en una

bien.—

Mira una sola vez en mi dirección y cuando ve que ya lo estaba observando con la expresión má

l recibidor. Creo que quizás si

legar al piso superior, me observa desd

iente levemente.—De nada, te

idad. ¿Alguien con dinero preocupá

tenerlo. Su expresión se torna confundida y su boca se abre para hablar,

diosera!—exclam

suficiente como sentir tensión en toda la mandíbula. Algo que me recuerda siempr

presencia de su primo hasta que yo lo observo. El se encuentra

Se llam

ia prudente. Deja de mirarlo para hacerlo conmigo. —Te presento a Adelaida, nuestra criada.—añade. Extiende un abanic

extraño nombre que parece el de

para luego encaminarme hasta la habitación de servicios, dejánd

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